LA NACION

Leonardo, el más caro de la historia

Salvator Mundi conmovió el mundo del mercado de arte, tras una larga puja en la casa Christie’s de Nueva York; era la primera vez que una obra de Leonardo salía a remate; con una base de 100 millones, superó todas las expectativ­as

- Alicia de Arteaga

Salvator Mundi, pintura de Leonardo da Vinci, se vendió anoche en Christie’s, de Nueva York, por 450 millones de dólares, el precio más alto de la historia en un remate. Un comprador no precisado hizo la oferta telefónica y la operación fue recibida con un aplauso cerrado. Era la primera vez que un cuadro del artista salía a la venta. En 2005, esa pintura, por entonces aún no identifica­da, había sido comprada por menos de 10.000 dólares.

Sala llena a tope y dos compradore­s trenzados en la puja más increíble de la que se tenga memoria. En más minutos de los que soporta la ansiedad, anoche, pasadas las 19, hora de Nueva York, Christie’s puso bajo el martillo la última obra de Leonardo da Vinci en manos privadas y logró el récord jamás pensado de 450.323.500 dólares. La pelea se concretó entre dos teléfonos: por un lado, François de Poorter, director del departamen­to de Old Masters, y Alex Rotter, mandamás del área de Posguerra y Contemporá­neos. Los dos extremos de la cuerda para pujar por una obra eterna.

Serán una noche y una subasta para recordar, porque ese cuadro cargado de sentido y de sentidos, de dudas y de pasiones, de interrogan­tes y de certezas, se convirtió en la pintura más cara vendida jamás.

Quienes decían que era el Santo Grial del arte no se equivocaro­n. Ese Cristo de pelo largo y enrulado pudo mucho más que las dudas planteadas por los escépticos de siempre. Varios compradore­s en la sala y al menos dos en los teléfonos libraron la batalla más increíble para quedarse con una obra maestra que deja atrás por lejos los récords logrados por Cézanne, en una venta privada de 250 millones de dólares a la jequesa de Qatar, y Picasso, líder hasta ayer de las subastas del siglo XXI.

Detrás de esa sonrisa ambigua, que muchos atribuyen al bello Salai amante de Leonardo en el último tramo de su fecunda y genial vida, se escondía el secreto que ha sido la clave del éxito.

Este superpreci­o, imaginado por pocos, ni aun por los más optimistas, deja atrás todo cálculo y especulaci­ón. Ha sido un triunfo del arte en todos los frentes.

El mismo triunfo que me tocó difundir en 1987, cuando Los gi

rasoles, de Van Gogh, fueron comprados por la Yasuda Company, una asegurador­a japonesa, en 40 millones de dólares.

Este salto, como aquel, resulta una pirueta en el espacio, un voto de confianza y una proclama de fe para todos aquellos que creen e invierten en arte. Hasta Los gira

soles de Van Gogh el récord lo tenía Manet por La rue de Mosnier

aux paveurs y eran 10 millones de dólares. Hasta anoche, el récord lo tenía Picasso y eran 170 millones de dólares. Una cuenta que se repite: un salto por cuatro.

Leonardo pintó unos 20 cuadros en su vida y dejó un legado impar y soberano: el de un artista excepciona­l, inventor, científico, libertario, transgreso­r, capaz de todos los des- lumbramien­tos y hallazgos… hasta de diseñar la primera servilleta y crear un recetario gourmet.

La historia de los récords vuelve a repetirse, pero esta vez, y esto es lo más asombroso, con una pintura de los Old Master, una obra del siglo XV, que es arena movediza en manos de los expertos. Pocos, casi nadie, se atreven a ponerle el moño de la autenticid­ad a un cuadro pintado circa 1490.

Esta vez no sólo dieron en la tecla, sino que también a la epopeya del descubrimi­ento le siguió el frenesí del mercado que ha culminado anoche en una venta memorable con precios altísimos para Rothko, Warhol y Cy Twombly, entre otros.

La tela del récord tiene miles de secretos y pentimento­s, tantos como los que se llevó Da Vinci a la tumba, pero está el sello en la son- risa de la Mona Lisa, en el apenas dibujado contorno de la cara, en el gesto de la mano y en la dulzura de la mirada que entraña sin dudas la misericord­ia enorme del Salvador del Mundo. Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, paseó la sonrisa enigmática por Hong Kong, San Francisco y Londres antes de aterrizar en el corazón de Manhattan en las salas de venta de Christie’s para la subasta de Posguerra y Arte Contemporá­neo. Una audacia salida de la mente de Loïc Gouzer, curador de subastas, que rompió los límites de las categorías herederas de la tradición del siglo XVIII cuando James Christie fundó una casa para vender libros y cosas viejas al mejor postor. No se equivocó: el joven curador Leonardo es el más contemporá­neo de todos. Fuente de inspiració­n de Andy Warhol en su Last supper, también rematado anoche, pero también de Bill Gates, comprador del Códice Leicester, en 1994, por 23 millones de dólares. Esas páginas manuscrita­s inspiraron al creador de Microsoft.

La pintura mide 40 x 60 y apareció en escena en 2005. Los papeles dicen que perteneció al rey Carlos I de Inglaterra y que estuvo en las coleccione­s reales hasta que fue vendida como pintura anónima. Leonardo inmortal ha dado la última pincelada anoche. Y nos dejó a todos con la boca abierta.

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TimOTHY a. clarY/ aFP La pantalla indica el precio del lote 9B, el objeto de deseo en Christie’s
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Año: c. 1500 Precio: 450. 323.500 millones de dólares Salvator Mundi
Autor: Leonardo da Vinci Año: c. 1500 Precio: 450. 323.500 millones de dólares Salvator Mundi

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