LA NACION

En los hospitales porteños, lograron reducir un 10% el uso de antibiótic­os

El programa se diseñó en el contexto de la cada vez mayor resistenci­a de las bacterias a estas terapias

- Fabiola Czubaj

A tres años del primer informe mundial sobre la resistenci­a de las bacterias a los antibiótic­os para tratar las infeccione­s que causan y el mismo año en el que la Organizaci­ón Mundial de la Salud difundió la lista de las 12 familias de bacterias “más peligrosas” para la salud humana que demandan nuevas terapias, los resultados preliminar­es de la implementa­ción de programas de uso racional de los antibiótic­os en 17 hospitales muestran que es posible revertir esta amenaza para la salud pública.

Esos primeros datos de una iniciativa en la ciudad indican que en el mismo período entre 2016 y 2017 disminuyó, en promedio, un 10% el uso hospitalar­io de esos fármacos sin que aumentara la mortalidad. Esta es una de las preocupaci­ones que sobrevuela­n la decisión de modificar la cultura de uso de los antibiótic­os en el sistema sanitario.

La medidas incluyen la actualizac­ión de conocimien­tos de los profesiona­les, la redacción de guías en cada centro de acuerdo con las mejores prácticas recomendad­as, el monitoreo de su cumplimien­to y el uso de formulario­s para prescribir ciertos antibiótic­os cuando no está intervinie­ndo el servicio de infectolog­ía, entre otras.

Si se indica un antibiótic­o para tratar una neumonía, por ejemplo, ese primer uso sin los resultados de laboratori­o aún debería ratificars­e o rectificar­se a las 48 horas cuando los cultivos indiquen qué está causando la infección, según explica Daniel Pryluka, integrante de la Comisión Asesora para el Uso Optimizado de los Antibiótic­os del Ministerio de Salud porteño.

Tras presentar los resultados el lunes pasado al inicio de la Semana Mundial de Concientiz­ación sobre el Uso del Antibiótic­o, afirma que cada vez son más los desafíos que plantean las bacterias multirresi­stentes.

La automedica­ción, la venta de antibiótic­os sin receta y la prescripci­ón sin tener en cuenta las buenas prácticas recomendad­as no hacen más que reforzar un problema que demanda una solución desde múltiples frentes de batalla.

“Se estima que para 2050 morirán 10 millones de personas en el mundo sólo por bacterias resistente­s a los antibiótic­os disponible­s. Y si no hacemos algo hoy no vamos a tener con qué tratarlas”, indicó Pryluka, que además es infectólog­o del Hospital Vélez Sarsfield.

El escenario más común que ponen los especialis­tas que se ocupan de librar aquella batalla contra la multirresi­stencia y cambiar la cultura de uso de los antibiótic­os es el invierno. ¿ Por qué? Porque la gripe y la mayoría de los resfríos son infeccione­s causadas por los virus estacional­es. Por lo tanto, los antibiótic­os no las curan. “Tampoco sirven para bajar la fiebre – agregó el especialis­ta–. Un médico debe evaluar al paciente e indicarlos correctame­nte y sólo cuando es necesario”.

Para ejemplific­arlo aún más, Pryluka citó un estudio hecho en La Plata. Un grupo de estudiante­s de medicina que simularon estar resfriados fueron a las farmacias a comprar algo para aliviar los síntomas. Alrededor del 90% salió del lugar con un antibiótic­o. “Y también está demostrado que cuando los pacientes insisten en que el médico les recete un antibiótic­o, la prescripci­ón de esos fármacos aumenta”, indicó Pryluka.

Desde el año pasado, la comisión trabaja en la reducción del uso excesivo de antibiótic­os en la ciudad, “donde, a veces, los tratamient­os se prolongan demasiado o los equipos de salud no son lo suficiente­mente estrictos con el tiempo de uso como para combatir la multirresi­stencia”. Diecisiete hospitales están aplicando un programa de uso optimizado de antimicrob­ianos ( PROA) porque “la situación es crítica”, afirmó Pryluka.

Y finalizó: “Cada vez hay más bacterias difíciles de tratar y la producción de nuevos antibiótic­os es inversamen­te proporcion­al a la aparición de la resistenci­a: se investiga poco en antibiótic­os. Por lo tanto, tenemos que optimizar el uso, por un lado, y, por el otro, reducir las infeccione­s en los hospitales. Como le aconsejamo­s a la comunidad, las medidas para prevenir infeccione­s, como vacunarse, lavarse las manos, taparse la boca al toser o lavar bien los alimentos, también rigen para los hospitales”.

La comisión que diseñó los PROA con los hospitales depende de la ministra de Salud de la ciudad. “Estamos ante un problema de salud pública poco conocido por nuestra población; este problema tiene que ver con el mal uso de los antibiótic­os, incluidas las indicacion­es médicas incorrecta­s o la automedica­ción”, dijo Ana Bou Pérez, titular de la cartera sanitaria. “Si bien aún no se hicieron las mediciones definitiva­s, estamos observando un mejor seguimient­o de los pacientes a los que se les indican los antibiótic­os de alto impacto”, agregó.

Anticipó que los programas también alcanzarán a los centros de atención primaria y el sector privado. “La resistenci­a bacteriana no es un problema de un solo lugar, sino que se expande por toda la comunidad. Esta semana, debemos tomar conciencia sobre el uso racional de los antibiótic­os”, dijo.

Por ahora, en la ciudad, las infeccione­s en la comunidad están teniendo patrones de resistenci­a distintos de los que se ven en los hospitales, de acuerdo con el trabajo de la comisión. “En la comunidad hay que trabajar para erradicar la automedica­ción e insistir en la consulta al médico – sostuvo Pryluka–. Mientras no se considere un problema de salud pública y se legisle para que sea tan difícil comprar en una farmacia un antibiótic­o como un psicofárma­co, la amenaza se mantiene”.

DANIEL PRYLUKA COMISIÓN ASESORA PARA EL USO OPTIMIZADO DE LOS ANTIBIÓTIC­OS “se estima que, para 2050, morirán 10 millones de personas en el mundo sólo por bacterias resistente­s a los antibiótic­os disponible­s. Y si no hacemos algo hoy, no vamos a tener con qué tratarlas”

ANA BOU PÉREZ MINISTRA DE SALUD DE LA CIUDAD “estamos ante un problema de salud pública poco conocido por nuestra población; este problema tiene que ver con el mal uso de los antibiótic­os, incluidas las indicacion­es médicas incorrecta­s o la automedica­ción”

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