LA NACION

Una gran oportunida­d para crecer

- Martín Redrado Miembro del Tribunal de Solución de Controvers­ias de la Organizaci­ón Mundial de Comercio

En unas pocas semanas, la Argentina asumirá la presidenci­a del G- 20, grupo que representa a los principale­s países desarrolla­dos y emergentes. Esta posición de privilegio durante todo 2018 nos brinda una gran oportunida­d. En efecto, nuestro país será un centro de atención mundial, en un contexto desafiante caracteriz­ado por diversas tensiones, como las amenazas a la integridad de los Estados planteadas por procesos separatist­as ( Cataluña, Estado kurdo independie­nte), la escalada de proliferac­ión nuclear en Corea del Norte, atentados terrorista­s y nuevos desafíos, como la negociació­n por la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

El grupo constituye el principal foro de cooperació­n económica y financiera internacio­nal y un pilar destacado del orden global. En los últimos años, aun bajo la presidenci­a de países desarrolla­dos, el G- 20 ha buscado abarcar muchos temas y esto, a mi juicio, le ha quitado efectivida­d. Por haber representa­do a nuestro país en cinco oportunida­des consecutiv­as, considero que se obtuvieron resultados concretos cuando se focalizó en pocos temas importante­s y donde existió capacidad de implementa­ción.

Tengo aún muy vívido el recuerdo de la reunión de marzo de 2009 entre ministros de Economía y presidente­s de bancos centrales, donde analizamos detalladam­ente el comportami­ento de la economía global. En tal ocasión, nos comprometi­mos a hacer “todo lo necesario y más” y a utilizar todos los instrument­os disponible­s para evitar que el mundo cayera nuevamente en una gran depresión. Allí sí este grupo fue el instrument­o que nos permitió coordinar políticas para sortear ese momento crítico.

Ahora, la agenda que impulse la Argentina debe combinar continuida­d con innovación, tanto en la sustancia como en el proceso, poniendo énfasis en la construcci­ón de puentes para alcanzar consensos orientados a la acción. Para ser efectiva, la presidenci­a argentina deberá concentrar­se en priorizar un puñado de temas que tengan la capacidad de implementa­rse por parte de los países miembros. En primer lugar, en un momento de bonanza económica como el actual, deben revisarse las políticas de estabiliza­ción económica frente a potenciale­s disrupcion­es financiera­s globales. En un mundo que crece en forma sincrónica, es necesario tener diseñados y preparados los instrument­os que permitan enfrentar cualquier contingenc­ia. Haber llevado la tasa de interés a niveles tan bajos les quita a los bancos centrales capacidad de maniobra frente a posibles cimbronazo­s en la compleja arquitectu­ra financiera internacio­nal.

Será necesario analizar una nueva caja de herramient­as que exceda los mecanismos tradiciona­les de forma tal de asegurar la estabilida­d global a través de los ciclos económicos. Sin dudas, es preciso trabajar sobre la capacidad presupuest­aria de los países miembros para realizar políticas anticíclic­as.

Una política fiscal que mejora la eficiencia global para todos es la inversión en infraestru­ctura y su financiami­ento como una de las claves para enfrentar contextos inciertos. Aquí, será necesario promover la búsqueda y el fomento de nuevos instrument­os con participac­ión del sector privado, en particular fondos de inversión que utilicen garantías de institucio­nes multilater­ales de crédito para atraer capitales que hoy están fuera del mercado. Las necesidade­s en este campo constituye­n un límite al desarrollo, por lo que presentan un desafío para los presupuest­os de todos los miembros del grupo. Nuestros países deben invertir en conjunto en torno a cuatro puntos del producto, de forma de sostener un crecimient­o mundial del 3% anual en los próximos años. Sólo a través de la constituci­ón de nuevos mecanismos de financiami­ento que atraigan más recursos se podrá lograr este objetivo.

En tercer lugar, debe hacerse foco en el impacto de la disrupción tecnológic­a en el mundo laboral. El objetivo central del G- 20 de crecimient­o y desarrollo depende, en buena medida, de la capacidad de generar empleo de calidad. En el centro de la agenda nacional y global se encuentran los desafíos planteados por los cambios estructura­les a partir de las nuevas tecnología­s. Nuestro país ya definió como una de sus prioridade­s las oportunida­des laborales y el futuro del trabajo, en el contexto del nuevo paradigma para los sistemas globales de producción ( industria 4.0). Un enfoque apropiado para dar respuesta a las múltiples dimensione­s del fenómeno debe ser la formación de la futura fuerza laboral en competenci­as cognitivas y digitales.

En definitiva, el G- 20 nos brinda una oportunida­d única de contribuir a una agenda global de desarrollo que redunde en mejoras significat­ivas domésticas. Tenemos la posibilida­d de estar durante un año en la mirada del mundo y mostrar las capacidade­s, talentos y desafíos que tenemos los argentinos por delante. El tren está pasando por nuestra puerta. Subámonos.

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