Francia 2023, otra nueva era en el rugby
Jorge Búsico
La Copa del Mundo de rugby volverá en 2023 al lugar donde en 2007 tuvo su pico de popularidad en público en los estadios y frente a las pantallas de televisión; al mismo país en el cual hace 10 años los Pumas cambiaron el rumbo propio y el del calendario de este juego. Francia fue elegida ayer en una votación que ganó por 24- 15 en el mano a mano con Sudáfrica, ya que Irlanda, la otra candidata, quedó afuera en la primera compulsa. La decisión tomada en la mañana de Londres ofrece varios puntos de análisis, pero dos en especial. El primero tiene que ver con la transparencia, ya que la World Rugby había propuesto a Sudáfrica. No es un dato menor en medio de los escándalos de corrupción que suelen rodear a las grandes corporaciones deportivas, como la FIFA y el COI. El segundo es que el Norte ( Europa) le ganó la otra vez la pulseada política al Sur ( Sanzaar).
De los países que tienen 3 votos ( los candidatos no participaron, claro), los del 6 Naciones ( Inglaterra, Gales, Escocia e Italia) reunieron 12 contra los 9 del Rugby Championship ( Nueva Zelanda, Australia y Argentina). Y si bien la diferencia fue mayor ( 9 votos), el tejido de contactos decidió que la William Webb Ellis regresase a Europa tras la experiencia – la primera en Asia– que vivirá en 2019 en Japón. La contienda por organizar la RWC 2023 se realizó dentro de un contexto de reordenamiento y de constante crecimiento del rugby a nivel mundial.
En el frondoso y minucioso informe que armó la World Rugby evaluando todas las circunstancias y ofertas posibles de los tres países candidatos, Sudáfrica tenía ventajas en la capacidad y la infraestructura de los estadios ( heredados varios de ellos del Mundial de fútbol de 2010), en derechos televisivos, en tecnología y en el hecho de que el rugby está entre los dos deportes más populares del país. Pero quizá le hayan jugado en contra índices en los que los anglosajones prestan especial atención: estabilidad política y económica, y niveles de corrupción. Allí, sus pronósticos están en desventaja con los de Francia, y más con los de Irlanda.
Si Sudáfrica 1995 significó unos días después el comienzo de lo que los ingleses llaman la Open Era ( Era Abierta), o sea la vía libre al profesionalismo, fue en Francia 2007 donde el rugby se lanzó, entre otros ítems, a la conquista de la vuelta a los Juegos Olímpicos. Aquel torneo ganando precisamente por los Springboks – igual que el del 95– significó hasta ahí el récord de ganancias: 145 millones de libras, unos US$ 190 millones; fueron apenas US$ 29 millones en 1987, la primera edición. Esa cifra bajó a US$ 182 millones en Nueva Zelanda 2011, pero trepó a US$ 315 millones en Inglaterra 2015. Se calcula que en Japón 2019 llegará a US$ 322 millones y que en Francia 2023 subirá a ¡ 386 millones de libras esterlinas ( US$ 507 millones)!
Francia 2023 ofrecerá nueve sedes: París ( Stade de France, 79.580 personas), Atlantique Stadium ( Bordeaux, 42.115), Pierre Mauray ( Lille, 50.095), Parc OL ( Lyon, 59.186), Velodrome ( Marsella, 67.404), Le Beaujoire ( Nantes, 36.915), Riviera ( Niza, 36.178), Geoffray Guichard ( Saint- Ettiene, 42.000) y Municipal ( Toulouse, 33.150). La RWC – órgano de la WR– piensa recaudar US$ 192 millones por venta de entradas, US$ 92 millones por merchandising, US$ 157 millones por patrocinios y US$ 244 millones por derechos televisivos.
Se estima un 42 por ciento de interés por la Copa del Mundo y que un 84,5% de los franceses estarán atentos a la televisión. Y un 90 por ciento a sus teléfonos móviles. Francia 2023 marcará, sin duda, otra nueva era.