Una negociación tensa que estuvo a punto de naufragar
Las tratativas por el pacto incluyeron enfrentamientos entre gobernadores; Frigerio debió presentarse ante los mandatarios provinciales para aplacar los ánimos
Cruces tan tensos como memorables, peleas, teléfonos en llamas y hasta retazos de humor para distender y evitar el fracaso.
La recta final de la negociación que terminó ayer con la firma del nuevo pacto fiscal entre la Nación y las provincias sacudió la política doméstica durante las últimas semanas, pero sobre todo en las últimas 48 horas, en que se sentaron alrededor de la misma mesa el gobierno de Mauricio Macri y todos los gobernadores. Cada uno atendiendo su juego y pendiente de resignar lo menos posible.
Más allá de las reuniones que el Gobierno mantuvo con la mayoría de los gobernadores por separado la semana pasada, la negociación real del acuerdo empezó recién anteayer en el séptimo piso del Consejo Federal de Inversiones ( CFI). El clásico reducto peronista volvió a albergar, como durante el menemismo y como en las horas terminales de la crisis de 2001, a los protagonistas de una disputa crucial: la definición de las reglas de juego del nuevo reparto de recursos entre la Nación y las provincias.
La cita en el CFI – conce- bida como una previa para unificar posiciones y llegar al encuentro con Macri con ideas claras– fue explosiva. Tuvo pasajes muy ásperos en los que pareció que no habría acuerdo ni por asomo. La tensión se volvió irrespirable pasadas las 14 del miércoles.
Los gobernadores llevaban dos horas reunidos. Sus ministros de Economía analizaban la letra chica de los cambios y su impacto en las cuentas provinciales desde temprano. Todos debatían en el séptimo piso: gobernadores, ministros y fiscales de Estado. Voceros y colaboradores completaban la escena de una sala colmada. Eran más de 80 personas. Afuera llovía con furia sobre el calor insoportable de la mañana.
La tertulia ampliada se suspendió cuando quedó claro que todo podía naufragar. El cordobés Juan Schiaretti y el pampeano Carlos Verna se trenzaron en una discusión que terminó de tensar la cuerda.
Por debajo de las disputas por las cuestiones técnicas, esa puja expuso la pelea subterránea, pero omnipresente, por el futuro del peronismo: un gobernador muy cercano a la Casa Rosada y de máxima afinidad con Macri como Schiaretti versus Verna, la encarnación de la oposición más férrea al Gobierno.
“Llamemos a Frigerio”, sugirió el jujeño Gerardo Morales, que hasta ese momento observaba al resto en silencio. El mendocino Alfredo Cornejo y él sugirieron que una comisión de cuatro o cinco gobernadores se trasladara a la Casa Rosada para presentarle los puntos de mayor discordia al ministro del Interior y pedirle alternativas. El ajuste de las jubilaciones y la renuncia a los juicios contra la Nación ya estaban al tope de la agenda conflictiva.
No hubo acuerdo para formar la comisión. Los peronistas se plantaron. “Que venga él”, retrucaron.
Frigerio llegó al CFI poco después de las 15 con cara de pocos amigos. Tres horas más tarde, cuando bajó para enfrentar a las cámaras, estaba claro que el acuerdo se había encaminado, aunque los temas más pesados, juicios y jubilaciones, seguían abiertos. Afuera volvía a llover, aunque ya sin urgencia.
Hubo cruces de teléfono hasta bien entrada la noche del miércoles. El acuerdo se selló 12 horas después en el despacho de Frigerio. Terminaba un día largo y frenético.