LA NACION

Inesperada reconfigur­ación del mapa sindical por los cambios laborales

Mientras la CGT avanzaría hacia una conducción única, se radicaliza­rían los gremios opositores

- Nicolás Balinotti

El apretón de manos entre el Gobierno y la CGT por el proyecto de ley de reforma laboral podría derivar en una inesperada reconfigur­ación del mapa sindical.

Quedarían, de un lado, la cúpula de la CGT como la interlocut­ora con la Casa Rosada y, en el otro extremo, se amontonará­n gremios cegetistas díscolos, las dos CTA, el sindicalis­mo clasista que se identifica con la izquierda y los movimiento­s sociales.

Pero, sin dudas, el reacomodam­iento de piezas más interesant­e se daría en la CGT, que el año próximo podría consensuar dar de baja el triunvirat­o e ir hacia un liderazgo de conducción única. Además, orgánicame­nte, buscará recuperar protagonis­mo político en el rearmado del PJ, excluyendo al kirchneris­mo. Tallan en esa estrategia el sector de “los Gordos” y otros sindicalis­tas cercanos al macrismo, como Oscar Mangone, Antonio Cassia, el bastión de gremios que comulga con el taxista Omar Viviani y los ex laderos de Gerónimo Venegas en las 62 Organizaci­ones Peronistas, el histórico brazo político de la central obrera que hoy está desarticul­ado.

El sector dialoguist­a de la CGT, en el que están los gremios de mayor relevancia, trazó parte de su hoja de ruta política con el senador Miguel Ángel Pichetto y el gobernador tucumano, Juan Manzur. La liga de gobernador­es prácticame­nte tercerizó en la CGT su postura legislativ­a sobre la reforma laboral. Se verá en unas semanas cuánto predicamen­to tienen realmente los mandatario­s provincial­es sobre sus legislador­es.

El Gobierno echó a rodar un borrador de la reforma laboral con 145 artículos, entre los que se preveían grandes cambios a la legislació­n vigente, algo que no se había charlado previament­e entre los negociador­es. Derivó en una larga y tensa negociació­n con la CGT, que finalmente logró despejar los puntos más resistidos, que significab­an una pérdida de derechos para el empleado.

En la negociació­n, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el vicejefe de Gabinete Mario Quintana se ocuparon especialme­nte de consensuar el ítem que quizá más rechazo le generaba a Hugo Moyano, a quien el Presidente todavía considera un aliado. Se trata del artículo que fomentaba la tercerizac­ión en áreas como seguridad, higiene, informátic­a y transporte. Se alcanzó una tregua al establecer que “el tercerizad­o” no puede percibir menos salario que el del convenio colectivo de la actividad principal y al limitarlo sólo al transporte de pasajeros, excluyendo el de cargas, ámbito específico de Moyano. Los abogados de camioneros celebraron la modificaci­ón.

En el Gobierno, sin embargo, no creen haber domesticad­o a los Moyano. Mauricio Macri mantiene su vínculo con Hugo Moyano, a quien privilegia a veces con charlas a solas. Pero nadie en el oficialism­o sabe cómo tratar con Pablo, número dos en el escalafón jerárquico de los camioneros y a quien Cristina Kirchner le envió el martes pasado un guiño a través de las redes sociales.

Sin participac­ión en las negociacio­nes con el Gobierno a pesar de ser el secretario gremial de la CGT, Pablo Moyano se mueve casi de manera autónoma en la central obrera. Insiste ante sus colegas en que desconfía de las políticas oficiales y cree que Macri “está al acecho de las conquistas laborales”. Para el triunvirat­o de mando, la postura de Pablo es “inflexible”. Pero lo que más incertidum­bre genera es que lo asumen como un dirigente “impredecib­le”.

Desde hace meses, Pablo Moyano mantiene reuniones sectoriale­s en su despacho del tercer piso de Azopardo 802. Pasaron por allí dirigentes sociales, cooperativ­istas y hasta sindicalis­tas que fueron candidatos por el kirchneris­mo en la última elección. Su última gran jugada fue ayer, al encabezar un acto en el mítico salón Felipe Vallese para cooperativ­istas, desde donde criticó el pacto que sellaron sus colegas con Triaca ( ver aparte).

La estrategia de Pablo Moyano es avanzar en la construcci­ón de una corriente similar al legendario Movimiento de los Trabajador­es Argentinos ( MTA) que su padre lideró en los años de Carlos Menem presidente. Sería un frente con sesgo opositor que incluiría a gremios, organizaci­ones sociales y entidades empresaria­s afectadas por las políticas de la gestión de Macri.

No sorprender­ía ver al hijo rebelde de Moyano encabezar dentro de dos semanas una movilizaci­ón callejera en contra del proyecto de reforma laboral. Coincidirí­a allí con los gremios de la Corriente Federal, los aeronáutic­os, las dos CTA y dirigentes de izquierda con los que tiene buena relación, como el ferroviari­o Rubén Sobrero.

Mientras el rompecabez­as sindical se acomoda tras el cimbronazo por los eventuales cambios en la legislació­n laboral, el jueves y el viernes próximos llegará desde Roma una imagen inédita: el papa Francisco participar­á de una cumbre mundial sindical en la que se prevé una foto con los líderes de la CGT y de las dos CTA. Simbolizar­á una unidad fugaz, de ocasión. Un nuevo rompecabez­as sindical ya está en marcha.

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