Y UN DÍA, EN LA CORTE SE HABLÓ DE FÚTBOL
Hasta ayer, la declaración testimonial de Alejandro Burzaco en Brooklyn había reparado en hombres de traje y corbata. Abogados, dirigentes, ejecutivos de empresas. Sus palabras iban desde el entramado offshore en paraísos fiscales hasta empresas creadas para ocultar dinero sucio. Se hablaba de sobornos y no de fútbol. Las fotos eran de inquilinos de escritorio, y no de deportistas de carne y hueso. De golpe, y ante una pregunta casi sacada de contexto, Lionel Messi. El fútbol de las gambetas irrumpía entre las coimas multimillonarias y las conspiraciones. El fútbol real en el concierto de la corrupción. En rigor, fue la segunda vez que Burzaco habló de fútbol desde que la fiscalía lo llamó a declarar como testigo, una jugada que muchos vieron como un adelanto de lo que viene, que será tan fuerte como estos últimos días. El martes, el empresario argentino que también tiene nacionalidad italiana había dicho que el fútbol ocupa el puesto 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 en las preferencias deportivas de los argentinos. Y que recién en el puesto 10 aparecen el automovilismo o el tenis. A Burzaco todavía le queda un obstáculo por salvar: los abogados de José María Marín, el ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol. Una vez que lo supere, se guardará. Su acuerdo lo obliga a seguir cooperando con la Justicia, pero recién volverá a tomar protagonismo en su propio juicio, programado para mediados del año próximo.