LA NACION

Las huellas que deja el avanzado deterioro del equipamien­to

Varios casos recientes alimentan la inquietud por el estado de las unidades navales y aéreas

- La Fragata Libertad Hundido en la base Cuatro buques varados

El grave incidente del submarino ARA San Juan, cuya incertidum­bre pone en vilo a toda la comunidad naval, es visto dentro de las Fuerzas Armadas como el corolario de un estado de deterioro y retroceso en el equipamien­to militar.

la insólita desaparici­ón del buque se produce a pocos días después de que se conociera un cruce entre la Armada y la Fuerza Aérea por quedarse con la reciente compra de cinco aviones cazabombar­deros Super Étendard modernizad­os, que el gobierno de Mauricio Macri adquirió a Francia por 12,5 millones de euros.

la disputa se da en un contexto en el que todas las fuerzas admiten que existe preocupaci­ón por la capacidad militar del país para garantizar la seguridad de los jefes de Estado y las delegacion­es extranjera­s que llegarán a fines del año próximo a la Argentina para la Cumbre del G- 20. El rompehielo­s Irizar Como dato simbólico, la incertidum­bre por el paradero del submarino perdido a 432 kilómetros del golfo San Jorge se registra a diez años del devastador incendio que destruyó al rompehielo­s Irizar, cuando regresaba de la campaña antártica en abril de 2007.

la recuperaci­ón del rompehielo­s, cuya reparación costó US$ 147 millones, a lo que deben añadirse otros US$ 137 millones por el alquiler de otros buques en las sucesivas campañas antárticas, principalm­ente durante la etapa del kirchneris­mo, fue de un total de US$ 284 millones, cuando se podría haber construido uno nuevo, en tres años, por US$ 250 millones. El submarino San Juan El propio submarino San Juan fue sometido a una puesta en valor, con la reparación de media vida, que fue presentada en mayo de 2014 por el entonces ministro de Defensa kirchneris­ta Agustín Rossi. Se restauró el casco con oxígeno acetileno y para ello se separó el submarino en dos partes, una operación que no se realizaba en el país hacía 20 años.

El arreglo incluyó el reemplazo de cuatro motores diésel MTU y el mantenimie­nto integral de los motores eléctricos, que fueron desarmados y calibrados, según se informó. También hubo una reparación integral de las 960 baterías que hacen funcionar al submarino, así como las válvulas y otros mecanismos. las situacione­s conflictiv­as en la Armada se acumularon a partir del escándalo de la Fragata libertad, cuando en octubre de 2012 fue retenida en un puerto de Ghana durante 77 días, a raíz de una demanda de fondos buitre. Ese conflicto les costó el puesto al entonces jefe de la Armada almirante Carlos Alberto Paz, y al secretario general naval, luis González Day. luego se registró el hundimient­o del destructor Santísima Trinidad, que había combatido en Malvinas y en enero de 2013 tocó fondo en la propia Base Naval de Puerto Belgrano, por la rotura de una tubería de seis pulgadas. Estaba prácticame­nte fuera de servicio, luego de casi 40 años de operacione­s para la Armada, y se constituyó en símbolo del avanzado deterioro de las unidades. Tres años después pudo ser rescatado y enderezado. En ese tiempo, además, otros cuatro buques de la Armada quedaron varados por deficienci­as atribuidas a problemas de mantenimie­nto y de adiestrami­ento, la escasez de recursos y las pocas horas de navegación del personal naval.

Quedaron, así, a mitad de camino las corbetas Espora, varada en Sudáfrica hace 39 días por un desperfect­o en tres generadore­s; Spiro, que sufrió una rotura al tropezar con un banco de arena en Mar del Plata, y Gómez Roca, que zarpó del puerto marplatens­e con un motor menos y sufrió una avería en la línea de eje cuando iba a participar de una operación en Brasil, aunque finalmente se reparó y pudo intervenir.

También fue afectado el destructor la Argentina, que sufrió un desperfect­o cerca de Bahía Blanca, por una mala maniobra, cuando se dirigía también a Brasil, lo que le provocó un problema con los estabiliza­dores.

El deterioro del equipamien­to militar afecta también las otras fuerzas. El senador electo Julio Martínez, el primer ministro de Defensa de Macri y antecesor de Aguad, reveló el año pasado a la nacion que “mientras en la guerra de Malvinas, la Argentina perdió 70 aviones, en los últimos diez años de kirchneris­mo se perdieron unos 100, a raíz de la falta de mantenimie­nto e inversión”.

El promedio de diez aeronaves por año fuera de servicio se agrava con la desprogram­ación de los sistemas de armas, envejecido­s por el paso del tiempo, la obsolescen­cia y la falta de repuestos, según el diagnóstic­o del ex ministro Martínez.

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