LA NACION

Por el pacto fiscal y las reformas, el Gobierno deberá reducir el gasto

ajustes. Los cambios tributario­s, laborales y previsiona­les fuerzan un replanteo; según Hacienda, el costo será de 0,3 a 0,5% del PBI

- Francisco Jueguen LA NACION

La interpelac­ión cortó un paseo familiar por el Jardín Japonés, pero el especialis­ta no pudo resistirse al interrogan­te, aún irresuelto. “No tengo dotes de mago. Eso es hoy imposible de contestar”, certificó ayer, sorprendid­o por el tema, Nadin Argañaraz. El economista cordobés no es un experto más, sino uno de los hombres que más estudiaron en el país sobre impuestos a la producción, la relación fiscal entre el Estado nacional y las provincias, y el elegido por Mauricio Macri al iniciar su gestión – en tiempos de Alfonso Prat- Gay– para pensar cambios en impuestos en todo el territorio argentino.

“¿ Cuánto le cuestan al Gobierno las reformas tributaria, laboral, previsiona­l y el pacto fiscal?”, le había preguntado la nacion. No hubo respuesta definitiva. Sí pistas. El Gobierno deberá hacer – para cumplir la meta de déficit fiscal del año que viene– un ajuste de $ 42.000 millones no previsto. En el Ejecutivo tampoco hay un número preciso del costo fiscal – y el impacto en el déficit– del megaplán que tiene el envión de los resultados electorale­s. En Hacienda, sí, en cambio, estiman que en cinco años la presión fiscal sobre el sector privado bajará cerca de 5 puntos del PBI. Se trata de una mirada ambiciosa basada en modelos económicos, supuestos teóricos y acuerdos políticos.

¿ Qué cuenta hace Nicolás Dujovne? Calcula que desde que asumió Mauricio Macri, la presión tributaria bajó 2 puntos del PBI ( cambios en Ganancias, ley pyme, de autopartes, los beneficios para los cumplidore­s en el blanqueo, entre otros). La actual reforma tributaria, prevé, rebajará la carga 1,5% del PBI en cinco años. En tanto, con el pacto fiscal, las provincias aportarán – principalm­ente con bajas en Ingresos Brutos y Sellos– otro 1,5% gradualmen­te.

Todo ese esfuerzo, creen en el Ministerio de Hacienda, no se trasladará directamen­te al déficit. Entran en juego los supuestos: la economía crecerá ( 3,5% en 2018 y sumará casi medio punto por año gracias a inversione­s atraídas por el nuevo clima de negocios), se ampliará la base tributaria, se expandirá la recaudació­n y la ley de responsabi­lidad fiscal implicará menos gastos ( principalm­ente en salarios) y la prohibició­n de nuevos impuestos en las provincias. Todo funciona, claro, sin cisnes negros. El costo de la reforma fiscal, se proyecta cerca de Dujovne, entre 0,3 y 0,5 puntos del PBI.

La Nación podrá mantener, si el mundo acompaña, el camino previsto. Pero las provincias son una in- cógnita ( el anterior pacto fiscal, del 93, duró sólo un año). En el Gobierno entienden que los gobernador­es parten actualment­e de un bajo déficit y que, gracias a la ley de responsabi­lidad fiscal – que pisará el gasto– y al crecimient­o de la economía lograrán en poco tiempo un superávit, o sea, amplitud para bajar impuestos provincial­es. Más ingresos llegarán de la coparticip­ación ( Ganancias y revalúo impositivo), aportes prometidos por el Tesoro y subas del impuesto inmobiliar­io, una realidad que ya comenzará a experiment­ar el ciudadano bonaerense.

Los costos de la reforma laboral también son una incógnita. ¿ Cuánto costarán el blanqueo y las bajas de contribuci­ones? No hay respuestas. Entre estas últimas, como hay alícuotas que bajan hay otras que suben para converger en 19,5% en cinco años. Incluso, los gerentes y directores aportarán al Estado, gracias a la eliminació­n gradual del límite máximo aplicable a la base imponible de los aportes personales, actualment­e de $ 82.000 mensuales. Otros jerarquiza­dos perderán además algunos de sus beneficios en caso de que sean despedidos.

También se eliminan los beneficios regionales, una de las grandes críticas de los empresario­s del noroeste argentino en las últimas dos semanas, que se sumaron al mantenimie­nto del impuesto a las bebidas azucaradas en la reforma tributaria y al nuevo precio de etanol. Dos detalles más de la reforma impositiva: el impuesto interno al champagne aún se mantiene pese al anuncio oficial ( 12% desde enero) con la “promesa” de llevarlo a 0% por decreto todos los años. El otro: ningún analista encontró en la reforma tributaria nada del impuesto al cheque. Para algunos se guardó como comodín en la negociació­n con los gobernador­es ( incluso una parte irá a financiar la Anses). Otros explican que el artículo 4 de la ley de ese impuesto faculta al Ejecutivo a disponer que ese gravamen se tome “parcialmen­te o totalmente” a cuenta de otro impuesto.

Argañaraz dice que la reforma tributaria se bancará en partes iguales ( 50% y 50%) entre Nación ( 0,7 puntos del PBI) y provincias ( 0,8 puntos). Y que el pacto fiscal costará 1,5% a las provincias, gradualmen­te, por las bajas en ingresos brutos. Eliminado el artículo 104 ( Fondo del Conurbano en la ley de ganancias), al Tesoro le faltarán – dice el experto– 0,35 puntos del PBI, o 42.000 millones para alcanzar la meta fiscal de 3,2% en 2018. Allí habrá que afilar el lápiz. La reforma previsiona­l, que aportará cerca de $ 100.000 millones y otros recortes en el Estado, serían la respuesta oficial.

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