LA NACION

Leguizamón, el prófugo por un homicidio que nadie busca

Sospechan que el ex secretario de la Uocra de Lomas de Zamora no salió de Buenos Aires, pero la policía no lo encuentra

- Gustavo Carabajal

A Darío Ávalos lo mató una patota sindical de la seccional Lomas de Zamora de la Uocra. Por el homicidio, que tuvo el sello de la mafia sindical, fueron condenados a prisión perpetua el ex secretario general adjunto de dicha regional y otros dos integrante­s del grupo de choque de esa delegación. Durante los dos juicios orales que se realizaron quedó al descubiert­o que el instigador del ataque en el que fue asesinado Ávalos habría sido Walter Leguizamón, alias “Lobo”.

En el momento del homicidio, ocurrido el 11 de abril de 2014, Leguizamón se desempeñab­a como secretario general de la Uocra en Lomas de Zamora. Leguizamón está prófugo hace más de un año y medio, y nadie lo busca.

Una fiscalía de Lomas de Zamora solicitó la captura de Leguizamón, pero hasta el momento, la policía no logró detener al dirigente sindical, a pesar de que varios indicios apuntaban que se había refugiado en Villa Gesell, primero, y en Chascomús, después.

“Leguizamón logró mantenerse en la clandestin­idad durante tanto tiempo porque tiene complicida­d de un sector de la policía bonaerense y de una parte del sindicato de la Uocra. Se aportaron testimonio­s que indicaban que se había refugiado en Villa Gesell donde tiene una propiedad, se entregó informació­n de los teléfonos celulares con los que se comunicaba, pero la policía no hizo nada para buscarlo. En casi todo el tiempo que lleva prófugo, Leguizamón nunca abandonó el territorio bonaerense, aun así no lo encontraro­n”, expresó Claudia Ferrero, abogada de la Asociación de Profesiona­les en Lucha, que representa a la familia de Ávalos.

En la Uocra negaron haber protegido a Leguizamón. Afirmaron que el máximo responsabl­e de la regio- nal Lomas de Zamora fue expulsado del sindicato y que, tal como ocurrió con el caso de Juan Pablo “Pata” Medina en La Plata, se intervinie­ron ambas delegacion­es.

“Desde la intervenci­ón de la seccional Lomas de Zamora no hubo más hechos de violencia”, indicó un delegado de la Uocra, que solicitó mantener su nombre en reserva.

Ávalos fue asesinado el 11 de marzo de 2014. Junto con un grupo de compañeros fue a un obrador, en el Camino de la Rivera, a ocho cuadras del Puente de la Noria, para reclamar la reincorpor­ación. En ese momento, el grupo de Ávalos fue atacado adentro del predio por una patota que venía desde Puente la Noria.

La emboscada resultó mortal para Ávalos. Con fuego cruzado, al grupo en el que estaba Ávalos les dispararon más de cien balazos. El sangriento episodio quedó grabado en las cámaras de seguridad de la Municipali­dad de Lanús.

La secuencia del ataque se exten- dió durante casi once minutos. En las imágenes quedó registrado el momento en que los compañeros de Ávalos pararon un colectivo de la línea 31 para trasladar al obrero de la construcci­ón herido por los balazos de la patota sindical al hospital de Lanús.

Hace dos años, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de Lomas de Zamora condenó a prisión perpetua a Alberto Antonio Albornoz y Alejandro Jara como presuntos autores materiales del homicidio agravado de Ávalos, e impuso penas de entre cuatro y seis años de prisión a otros acusados por homicidio en riña.

Mientras que en julio último se realizó un segundo juicio que terminó con la condena a prisión perpetua a Héctor Cabrera, ex secretario adjunto de Leguizamón, y a los ex delegados del gremio, Jonathan Vega y Sergio Fernández.

Después de dos años de investigac­ión, la abogada Ferrero logró que la Justicia ordene la captura de Legui- zamón, quien el día del ataque le habría ordenado a Cabrera “que vayan y maten a todos esos mugrientos”.

En las imágenes de las cámaras de seguridad se habría acreditado la presencia del mencionado Cabrera, y de los tiradores Albornoz y Jara. Esa grabación puso al descubiert­o que los móviles policiales dejaron escapar a los integrante­s de la patota sindical y ayudaron a borrar pruebas, al permitir que uno de los agresores incendiara un Renault Clío en el que se habían llevado armas.

La Justicia sospecha que un sector de la policía bonaerense protege a Leguizamón y lo ayuda a mantenerse en la clandestin­idad. Desde la policía se originó el rumor que indicaba que el cuerpo de Leguizamón había sido hallado en la laguna de Chascomús. El cuerpo correspond­ía, en realidad, a un camionero asesinado por su pareja. La informació­n falsa tenía como objetivo que dejaran de buscar a Leguizamón.

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