Una destitución tan indispensable como tardía
La remoción del camarista Freiler por mal desempeño debió producirse mucho antes y debe ser el primer paso para una renovación de la Justicia
La tan acertada como demorada destitución del camarista federal Eduardo Freiler por mal desempeño de su cargo, resuelta ayer por el jury de enjuiciamiento, muestra que jamás debió ser juez y, si bien repara una gravísima situación en nuestro servicio de justicia, debería ser el primer paso para conjurar la grave crisis de credibilidad y honestidad que afecta al fuero federal penal de la capital Federal.
Por una amplia mayoría de seis votos en favor de la destitución y uno solo en contra, de la diputada kirchnerista Diana conti, el tribunal resolvió que el juez incurrió en mal desempeño por su abultado crecimiento patrimonial. “no honra el cargo de juez. Freiler no es un juez probo”, dijo el jurado de enjuiciamiento, pero el magistrado no lo escuchó pues optó por faltar a la audiencia.
Hace mucho tiempo que Freiler tenía que haber cesado en su cargo de juez de la Sala i de la cámara Federal porteña. Enrolado en el kirchnerismo, solía fallar descaradamente en sintonía con los intereses y las necesidades cada vez mayores del anterior gobierno. además de su manifiesta parcialidad, el otro factor altamente irritativo que tornaba insostenible su permanencia en el cargo fue un descarado enriquecimiento que superaba holgadamente sus ingresos y que él jamás pudo explicar. También incurrió en la evasión de impuestos y, según afirma la sentencia leída ayer, se ha acreditado que “consignó datos falsos y omitió incluir información en sus declaraciones juradas patrimoniales”. Fue una investigación de
la que reveló en 2015 que el juez había la nacion comprado una mansión frente a la quinta presidencial de Olivos.
“no soy un juez corrupto, soy un juez probo”, se había defendido cínicamente cuando se le concedió la oportunidad de pronunciar las últimas palabras en la penúltima audiencia ante el jurado. Sin lugar a dudas, dada la contundente prueba aportada en su contra, sus afirmaciones distaron de ser mínimamente convincentes. no se trataba sólo de palabras, sino de pruebas irrefutables que aportó la acusación a cargo de Miguel Piedecasas y Pablo Tonelli por conducta incompatible con el cargo y por enriquecimiento ilícito, esto último a partir de una denuncia del abogado Ricardo Monner Sans, basada en la investigación de este diario.
Sostiene el fallo que “la calidad de magistrado de la nación que detenta Freiler lo coloca en una situación distinta a la del resto de la ciudadanía. Hemos señalado con precisión las obligaciones que le caben y los requisitos inherentes a la formalización de sus declaraciones juradas patrimoniales y, frente a ello, las afirmaciones que efectúa el magistrado, a fin de brindar explicaciones sobre las evidentes incongruencias mencionadas, son contrarias al más mínimo sentido común y resultan casi una « burla » , como las califica la acusación”. con similares términos se pronunció el colegio de abogados de la ciudad de Buenos aires: “Quedó demostrado que no era probo ni honraba el cargo.”
Lejos estuvo Freiler de poder explicar cómo adquirió caballos de carrera, campos, una mansión en Olivos, un departamento en Pinamar, una flota de automóviles de colección y un yate, además del 50% de un balneario en necochea. Pero como destacamos con preocupación desde estas columnas, otro elemento grave fue, precisamente, la inconcebible actitud encubridora que adoptaron sus colegas de los tribunales de comodoro Py cuando tuvieron que tramitar la causa por enriquecimiento ilícito. Tramitar, repetimos, no investigar, porque precisamente se ocuparon de evitar que se concretara cualquier investigación. Quien actuó fue el fiscal Ramiro González, profesor en la propia cátedra de Freiler. Por simples razones de elemental decoro dada esta vinculación debió haberse excusado, pero no lo hizo, y sin solicitud de peritajes ni de medidas de prueba, la enorme fortuna de Freiler lejos estuvo de despertar sospechas hasta el punto de que el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi lo sobreseyó tomando por ciertos los dichos del propio juez imputado. También él estaba obligado a apartarse del caso pues su esposa, ana María Juan, era secretaria en la sala de la cámara Federal que integraba Freiler.
La vergonzosa trama es aún más oscura. En el juicio político a Freiler declaró la ex cuñada del juez ariel Lijo carla María Lago, y dijo que era socia de Freiler en una financiera, porque su ex marido alfredo Lijo la obligó a firmar unos documentos que ella no leyó. agregó también que su ex marido es socio de Freiler en el balneario Palmeras del Este de necochea, que Freiler tampoco declaró. cabe señalar que alfredo Lijo era considerado el principal gestor judicial del ex ministro Julio De Vido.
Hace pocos meses, cuando el kirchnerismo salvó a Freiler en una votación en el consejo de la Magistratura, afirmamos que no se trató de una mera pugna política, sino de algo más profundo. al protegerlo, el kirchnerismo se protegía a sí mismo y preservaba al sector menos transparente y más corporativo del fuero federal penal.
De ahí que su demorada destitución, la primera que logra el oficialismo, debe abrir el camino a procesos similares para depurar el fuero federal de la capital.