LA NACION

Emergencia rural

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Es lógico pensar que las tareas previas a las elecciones del 22 de octubre ocuparon gran parte de las agendas de los funcionari­os provincial­es y sus colaborado­res. Los comicios pasaron y existe una realidad que no admite más dilaciones. Es el tratamient­o y sanción de los estados de emergencia y desastre de los partidos afectados por las inundacion­es en la provincia de Buenos aires. Existen predios en los partidos de Daireaux, Hipólito Yrigoyen, Pehuajó y Bolívar que no han podido finalizar la recolecció­n de la cosecha gruesa y, menos aún, trasladarl­a a “tierra firme” para ser vendida, por falta de caminos. Un lento tratamient­o, sanción y posterior promulgaci­ón de los decretos correspond­ientes entorpece la situación financiera de numerosos productore­s, quienes no pueden vender su magra producción y deben seguir tributando impuestos municipale­s, provincial­es y nacionales, ya que no cuentan con la posibilida­d de acogerse a la ley 26.509/ 2009 de emergencia y desastre agropecuar­io. Por otro lado, el Banco de la Provincia de Buenos aires, en una actitud loable, implementó una línea crediticia de ayuda a los afectados por la inundación a una tasa baja del 9%, con un plazo de cuatro años y un período de gracia de dos años, para que puedan rehacer su capital de trabajo. Pero lamentable­mente los productore­s que tienen sus “carpetas en orden” y quieren acceder al crédito detallado no lo pueden hacer si no cuentan con los certificad­os de afectación, firmados por las autoridade­s competente­s.

Es hora de ceder con ese incesante afán recaudator­io, recorrer la provincia ( como lo hace la gobernador­a), constatar los daños y así decidir en forma expeditiva el otorgamien­to de la emergencia o desastre a quienes lo ameriten. Hay una ley que nos ampara. Ser justo, por definición, es cumplir con las ley, entonces cumplamos.

Roberto Agustín Canale Dni 10.929.743

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