LA NACION

Un niño “adoptó” a un abuelo

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Adoptar a alguien y decidir integrarlo a la propia familia, en concordanc­ia con cualquier regulación o norma es, por definición, un acto de amor. causó asombro y entusiasmo la noticia llegada desde Paraná, Entre Ríos, según la cual Tiziano, un chico de 4 años, había invitado a vivir a su casa a “Tano”, un ex albañil de 60, que vive en la calle.

En una mañana helada, camino al jardín de infantes, Florencia llevaba a su hijo Tiziano cuando vieron a “Tano” sentado en un umbral. El niño exclamó: “Mamá, vamos a comprarle algo porque tiene frío”. Fue así como le acercaron un sándwich y un kilo de pan caliente, y él les pidió unas zapatillas, pues las que tenía le lastimaban un pie. Luego de ese día, no lo volvieron a ver.

con preocupaci­ón y curiosidad, Tiziano se preguntaba dónde estaría “Tano”. Su papá encaró con éxito una búsqueda en las redes sociales. alguien lo había visto y le pidieron a esa persona si podía acompañarl­o hasta el jardín de Tiziano para que pudieran verse. El reencuentr­o llenó de alegría al niño y la mamá invitó a “Tano” a su casa.

Bañado, afeitado, con el pelo corto, bien comido y luego de una reconforta­nte siesta, “Tano” compartió con ellos su historia, su vida y sus golpes, y jugó con Tiziano. inmediatam­ente, lo invitaron a quedarse dos semanas, hasta que encontrara un lugar.

La felicidad del niño fue indescript­ible: toma el desayuno con “Tano”, juegan juntos con las perras de la casa y el niño se alegra de que ya no pase más frío. Tiziano adoptó a “Tano” como abuelo. Lo llevarán al médico para que lo revise y todo parece indicar que “Tano” se quedará con ellos.

Una historia conmovedor­a y ejemplar que nos muestra cómo la mirada pura de un niño es capaz de saltar las barreras de las diferencia­s y atravesar los prejuicios y los miedos, cuando sólo ve a un hombre que tiene frío.

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