1 ª Jornada de los Pobres
Se celebrará mañana, por primera vez, la Jornada Mundial de los Pobres, que instauró el papa Francisco como fruto del año de la Misericordia. Esta jornada, evangélica, rescata la predilección de Jesús por los pobres. “no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras” es el lema evangélico que acuñó el Papa retomando el concepto de la comunión de bienes en la primera comunidad cristiana.
no sorprende tampoco a los argentinos conocedores del pensamiento y el estilo de quien fue cardenal de Buenos aires, que se dirija a los creyentes y a todos los hombres de buena voluntad de cualquier generación para animarnos a actuar en favor de los más necesitados, recordándonos la importancia de un corazón humilde para responder a la “vocación de seguir a Jesús pobre”.
El mensaje papal describe con crudeza las muchas caras de la pobreza y construye una lista que resulta “inacabable y cruel” cuando la consideramos ” como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada”. La pobreza, explica, es en realidad una actitud del corazón.
Se trata también de desactivar los prejuicios que muchos tenemos y alimentamos. aquellos que señalan que el pobre es pobre porque no se esfuerza lo suficiente, es ese que trae muchos hijos al mundo sin pensar en cómo los va a alimentar, que sólo busca cobrar un subsidio sin trabajar. Esa cómoda mirada inmisericorde nos excusa, nos evita el compromiso de acercarnos al corazón del que sufre necesidad, pone en el pobre la responsabilidad por todo aquello que le ocurre y nos exime de hacer algo concreto.
La avaricia y el despilfarro amenazan con anular la capacidad solidaria y la mirada justa que, como administradores de bienes, deberíamos promover hacia los que menos tienen. El llamado es a brindar una ayuda concreta, acercándonos, invitando, compartiendo. La Jornada Mundial de los Pobres convoca a reaccionar ante la cultura del descarte y del derroche, para instaurar la cultura del encuentro y del servicio.
El conmovedor llamado papal es tanto un desafío como una plegaria: “Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos; son manos que traen esperanza, son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios”.