LA NACION

En el Lava Jato argentino sólo pagan los intermedia­rios

- Francisco Olivera

Dicen quienes conocían a Jorge Delhon, el abogado que se mató el martes bajo las vías del ferrocarri­l Roca luego de haber sido señalado por Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos, como uno de los receptores de coimas en Fútbol para Todos, que ya otra vez había entrado en un pozo depresivo por una situación similar. En aquella oportunida­d, luego de leer su nombre en los diarios por la misma acusación, estuvo días sin ir a trabajar.

Delhon no era un político. Había ocupado en 2003 el cargo de vicepresid­ente del Ente Regulador del Agua, después pasó a conducir el Registro Nacional de Infractore­s a la ley del deporte y desde allí, dado su amistad con Pablo Paladino, otro de los delatados por Burzaco, saltó a Fútbol para Todos. “Yo estoy metido en la política, soy un tipo del proyecto nacional y popular, pero él no lo pudo soportar”, explicó Paladino a Infobae al día siguiente de la muerte de su amigo.

Burzaco hizo esta declaració­n en los tribunales de Brooklyn. Así, desde el extranjero, le mostró al establishm­ent argentino las consecuenc­ias de un mecanismo que en Brasil funciona desde hace tiempo y con justicia local: acorralado por una condena inminente y ante la posibilida­d de reducirla, el acusado da pistas sobre la trama de la corrupción y facilita el trabajo de los jueces. El testimonio de Alejandro Vandenbroe­le, que decidió esta semana adherirse a la figura del arrepentid­o en el caso Ciccone, podría ser la primera experienci­a relevante en Comodoro Py.

Pero son hasta ahora ensayos aislados. La Argentina todavía parece lejos de una depuración estructura­l. Mientras la acumulació­n de declaracio­nes y 160 prisiones preventiva­s hicieron en Brasil implosiona­r el sistema político y económico, con unas 60 condenas que van desde dueños de empresas hasta líderes de los partidos principale­s, el Lava Jato argentino no supera el nivel de los intermedia­rios. Desde el martes, día de la muerte de Delhon, en las empresas da vueltas una pregunta obvia: ¿ él y Paladino pudieron ser tan osados como para quedarse con un soborno de cuatro millones de dólares sin avisar a los responsabl­es del programa?

El testimonio de Burzaco no contesta esa inquietud, pero crea al menos cierta expectativ­a: si eso fue lo que estaba dispuesto a decir en una causa en la que sólo declara como testigo, ¿ podría dar más nombres en la otra, que lo tiene como imputado? Según contó en este diario Rafael Mathus Ruiz, único periodista argentino que estuvo en la audiencia, cuando el fiscal Samuel Nitze le preguntó si sabía cuál era el máximo de sentencia que le podría correspond­er, el ex directivo de Torneos dijo “60 años”. Y consultado sobre qué sentencia esperaba contestó: “Espero no ir a la cárcel”.

La prisión es el alma de las grandes limpiezas institucio­nales. Sérgio Moro, juez emblemátic­o del Lava Jato, la justificab­a ya en 2004, diez años antes de esa investi- gación, en un artículo de siete páginas publicado en la revista jurídica SEJ. Ahí, Moro analiza la Italia de los 90. “Las prisiones, las confesione­s y la publicidad conferida a las informacio­nes obtenidas generaron un círculo virtuoso, consistien­do en la única explicació­n posible de la magnitud de los resultados obtenidos por la operación Mani Pulite”, dice. Una curiosidad: el Mani Pulite provocó diez suicidios en Italia.

No haber tenido una implosión en su sistema político a la brasileña le ahorró a la Argentina una crisis. Pero le resta al mismo tiempo, y a diferencia de su socio del Mercosur, credibilid­ad a algunas condenas. En Brasil ya nadie discute, ni siquiera los voceros de las empresas, la culpabilid­ad de pesos pesados de la construcci­ón como Marcelo Odebrecht, Otávio Azevedo ( Andrade Gutiérrez), Ildefonso Colares Filho o Dalton dos Santos Avanci- ni ( Camargo Correa). Se trata, por el contrario, de un desenlace asumido como lógico gracias a la autoridad que tienen allí el Ministerio Público y la Policía Federal, y al carácter abarcador del proceso: tocó a todos, sin excepción.

Pero Comodoro Py tiene desde hace rato el prestigio dañado. Y así, cada detenido aspira a la categoría de preso político. El miércoles Vandenbroe­le citó a Jorge Brito en su declaració­n, ¿ cómo separar ese hecho jurídico de una suspicacia: la mala relación que en los últimos años tienen el banquero y Mauricio Macri? En el verano de 2016, luego del respaldo que acababa de darle a Sergio Massa en la campaña, Brito recibió un mensaje sutil del círculo macrista: lo más convenient­e era que bajara el perfil. “Ni Brito ni el Banco Macro tienen ningún vínculo con Ciccone”, dicen en el banco, donde de todos modos tendrán que explicar haberle cedido créditos y giros en descubiert­o y hasta un gerente, Máximo Lanusse, a la ex imprenta.

Si avanza, una investigac­ión sobre el establishm­ent argentino pondrá al Gobierno frente a varias encrucijad­as. La más visible incluye la situación judicial de Cristóbal López, con quien Macri arrastra desencuent­ros ajenos a la política y los negocios. El dueño de Oil ( Grupo Indalo) suele quejarse en privado de que esa falta de empatía acaba de contaminar incluso el mejor vínculo que tenía con Pro, que era Horacio Rodríguez Larreta. La Casa Rosada intentará mostrarse distante de ese conflicto que debe resolver la AFIP. Pero Alberto Abad, jefe del organismo, está al tanto de que al Presidente le caería muy mal que, como acreedor, aprobara la propuesta de López para salir del concurso preventivo. El Gobierno lo explica con dos argumentos: 1) la petrolera no entró en concurso por razones naturales, sino que se quedó con $ 10.000 millones del impuesto a los combustibl­es que debía trasladarl­e al fisco; 2) intentó incluso alterar el proceso radicando domicilio en Chubut, maniobra que la Corte Suprema acaba de considerar “fraudulent­a”.

Estas son las razones que sobrevuela­n cada vez que un gerente de Indalo intenta cobrar en cualquier dependenci­a los 1200 millones de pesos que el Estado le adeuda a la empresa por demoras en el pago de certificad­os de obra pública, venta de fueloil a Cammesa y gasoil al Ministerio de Transporte, y pauta oficial. El miércoles, Indalo le hizo al juez una propuesta que incluye venderle sus acciones al fondo OP Investment­s e incorporar como socia a la petrolera rusa Lukoil. En el documento insiste en que la aprobación de ese plan y el pago de los 1200 millones son vitales para preservar 4000 empleos.

¿ Se expondrá el Gobierno a dejarlos en la calle, aun avalando la salida del concurso como si no hubiera habido delito? ¿ O, por el contrario, esperará a que aparezca un comprador después de la quiebra? ¿ Y si este fuera afín a la Casa Rosada? Son dilemas con los que Macri deberá convivir. Su condición de empresario lo dejará siempre en posiciones incómodas. Es probable que muchas veces tenga que sobreactua­r para demostrar que en la Argentina se terminó el capitalism­o de amigos, ese elenco estable en el que cada tanto, a lo sumo, paga un intermedia­rio.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina