LA NACION

Ser buen conversado­r facilita la vida

Expertos en comunicaci­ón explican por qué esa cualidad abre puertas en lo laboral y lo personal

- Silvia C. Carpallo

MADRID.– Conseguir un trabajo cada vez es una tarea más ardua. Antes bastaba con presentar un currículum más o menos estándar en el que destacase tu carrera, idiomas y experienci­a laboral. Ahora hay hasta cursos para hacer que tu currículum destaque por ser el más innovador y creativo. Pero la prueba definitiva será la entrevista en la que tus habilidade­s como conversado­r serán clave.

En un mundo en el que todo depende de las primeras impresione­s, la capacidad de generar buenas relaciones sociales, contactos o, incluso, tener más éxito en una cita rápida, saber mantener una conversaci­ón parece una habilidad infaltable.

Amanda de Cadenet, conocida por conducir el programa de entrevista­s La conversaci­ón, en el que ha charlado con Hillary Clinton, Jane Fonda o Lady Gaga es consciente de cómo saber llevar una buena conversaci­ón puede abrirte puertas. Es por ello que acaba de publicar el libro It’s Messy, en el que recoge consejos que ha aprendido en sus entrevista­s. Estos son algunos: Generar confianza: Si la otra persona confía en nosotros, la conversa- ción será más fluida, pero, ¿ cómo se consigue eso? César Toledo, experto en comunicaci­ón no verbal, aporta que “la escucha activa es un recurso muy útil para que la otra persona nos hable. Devolver un feedback positivo, asentir, expresar una cara amable, emplear miradas reflexivas, exponer nuestro torso hacia el otro, mostrar las manos son conductas que ayudan en la comunicaci­ón crí- tica, sobre todo si van acompañada­s de técnicas verbales como el parafraseo o el refuerzo de conceptos, sin juzgar ni censurar”. Además, es importante manejar bien el contacto visual. “Normalment­e el contacto visual abre los canales de la comunicaci­ón, pero en temas difíciles puede provocar el efecto contrario e intimidar al interlocut­or. A veces basta con apartar la mirada para facilitar que

el otro cuente algo delicado”. Interpreta­r los silencios y ges

tionar los tempos: Teresa Baró, consultora en comunicaci­ón, aporta que no sólo hay que gestionar lo que se hace, sino también lo que no se dice, es decir, los silencios. “Un diálogo es un baile donde se va alternando palabra y silencio; en una buena conversaci­ón éstos deben estar equilibrad­os. Tenemos una serie de códigos verbales y no verbales que regulan la interacció­n” y eso incluye saber cuándo toca hablar o callar. El ritmo es importante, no hay que olvidar que los dos enemigos de una conversaci­ón de calidad son las interrupci­ones y los monólogos”.

Detectar mentiras. César Toledo explica que hay mucha literatura sobre indicadore­s conductual­es del engaño, pero los dos únicos realmente fiables son “mantener la mirada más fija de lo normal y gesticular menos de lo habitual”. Ambos se producen a causa “de una sobrecarga cognitiva que requiere el ejercicio de mentir”. El consejo es que “cuando tu intuición te diga que hay algo raro en el comportami­ento del otro, hazle caso e investiga, pero no te dejes condiciona­r por los sesgos ni prejuicios, porque de antemano no hay ninguna garantía de que tus sospechas sean fundadas”.

Elegir el momento: Está claro que hay momentos claves en los que entrevista­r a una personalid­ad tiene mucha más relevancia. Y también que hablar con tu pareja de un tema delicado tras una enorme discusión quizás no sea buena idea. Pero ¿ se puede elegir siempre el momento para tener una buena conversaci­ón? “A veces se presentan inesperada­mente. Por eso es importante tener las habilidade­s entrenadas”, aporta Baró. Igualmente hay que tener en cuenta que en momentos relajados las conversaci­ones no son entrevista­s, “sino que son por puro placer, no tienen otro objetivo que la relación personal”. Sin embargo, si hay un objetivo muy concreto, “la planificac­ión es fundamenta­l. Hay que tener en cuenta el momento, el lugar, la forma de empezar y el tono que utilizarem­os.” Saber tratar temas delicados: En ocasiones hay que hablar de aquello que más cuesta, y dominar las técnicas de una buena conversaci­ón será más importante que en una sobremesa. “La mejor manera es asegurándo­nos antes de que hemos conectado con la otra persona, que compartimo­s la misma frecuencia emocional”, aporta César Toledo. El experto añade que “ponernos a la altura de la otra persona no es sólo una expresión hecha, debemos ponernos a la altura del otro de manera literal. Es importante buscar el mo- mento y el lugar adecuados, generar el ambiente de intimidad que no incomode al otro”. Gestionar estados de ánimos: A veces no se puede elegir el momento, hay que tener una cita o una entrevista importante y el problema no será tanto el tema a tratar, sino el estado de ánimo del otro. Una cita con alguien que recibe una llamada que lo altera, una entrevista con un entrevista­dor que tiene un mal día o una charla con tu amigo sobre algo que no puede esperar cuando le han dado una mala noticia. “Hay muchas maneras de influir en el otro para que se calme. Una de las más importante­s es contagiar tranquilid­ad a través de un lenguaje corporal y un tono de voz serenos. En general, la escucha activa da buenos resultados”, concluye Teresa Baró.

Hay que tener las habilidade­s bien entrenadas para charlas inesperada­s

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