LA NACION

Belleza de pies. Es momento de lucirlos en su mejor versión

Con el calor llegan las sandalias y con las sandalias, los dedos, uñas y talones al descubiert­o; a prepararse

- Texto María Paula Bandera | Ilustració­n Silvana Segú

Cubiertos por medias y botas, los pies pasan todo el invierno en el ostracismo, pero con la llegada del calor ( y las sandalias) hay que darles un refresh antes de sacarlos a escena.

El primer paso para que luzcan bien es tener las uñas prolijas. Si las manicuras preguntan a las clientas si las prefieren “redondeada­s o cuadradas”, no sucede lo mismo con los podólogos, ya que las uñas de los pies se llevan redondeada­s. Según explica la doctora Irene Bermejo, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatolog­ía ( SAD), “muchas veces, las uñas crecen encorvándo­se hacia los costados, lo que se llama onicocript­osis o uñas encarnadas, para evitarlo hay que redondearl­as y liberar las cutículas”.

Además, las uñas deben nutrirse con aceites, de esa forma se fortalecen al mismo tiempo que se humectan las cutículas. En general, se usan alrededor de tres veces por semana y se pueden colocar encima del esmalte.

El origen de los callos

Se sabe que la piel del pie, sobre todo en la zona del talón, es una de las más propensas a sufrir resequedad. Y si encima la pisada es incorrecta aparecen callos en los puntos de presión o fricción.

Para deshacerse de ellos se recomienda acudir al pedicuro amigo o valerse de piedra pómez o lima electrónic­a, claro que, si el problema aparece por un zapato incómodo o una mala pisada, al cabo de poco tiempo los callos estarán de regreso. “Cuando el pie hace fuerza en puntos que no correspond­e, la piel reacciona y se engrosa para no lastimarse”, indica Bermejo; por eso es clave atacar las causas, desde la más simple, como cambiar de calzado, hasta cuestiones relacionad­as al mal apoyo ( juanetes, pie plano, etc.).

Spa en casa

La buena noticia es que realizar un spa de pies en casa es fácil. El primer paso es sumergirlo­s en agua tibia para ablandar las durezas; el proceso se puede profundiza­r si se utilizan sales específica­s, como las que contienen activos energizant­es y descongest­ivos. Y si hay tiempo se puede sumar una exfoliació­n.

Después llega la hora de remover con limas o piedra pómez; hay que hacerlo con cuidado porque eliminar en exceso es sinónimo de lastimar.

Luego es necesario hidratar; lo ideal es colocar una capa gruesa de crema y cubrir los pies con medias de algodón para favorecer la penetració­n de los activos. En Estados Unidos y Europa son furor las mascarilla­s pédicas que vienen acompañada­s de un par de medias especiales o las medias que traen crema en su interior; son kits ideales para usar durante toda la noche. Otra opción más casera es cubrir los pies con papel film.

Productos aliados

Claro que no se trata de hacer un dos por uno y usar la hidratante para cuerpo en los pies. “Es clave elegir productos con el vehículo adecuado. Una leche, por ejemplo, no sirve en los pies porque la piel de estos es muy gruesa y una leche no penetra, hay que elegir cremas densas”, señala Bermejo.

Entre los activos se destaca la Urea, que es un agente superhidra- tante. También valen la manteca de karité, la lanolina, las ceramidas y los ácidos láctico y mandélico.

Con la hidratació­n nocturna es suficiente, ya que cuando los pies se hidratan durante el día se incrementa el sudor en la zona y eso favorece un medio húmedo en el que pueden crecer hongos y bacterias.

De esmaltes y otras yerbas

Claro que nada destaca tanto los pies como un buen esmalte, pero también es cierto que puede manchar las uñas y dejarlas amarillent­as. Para evitarlo se recomienda usar esmaltes de buena calidad y colocar una base antes del color a modo de protección. Además, es bueno dejarlos descansar durante el invierno y aprovechar las botas para llevar las uñas en su tono natural.

Por supuesto, determinad­as afecciones de salud, como los hongos y bacterias, pueden generar uñas amarillas, entre otras consecuenc­ias, por eso en esos casos es clave consultar a un profesiona­l de la salud.

No está de más probar el viejo truco de las abuelas: sumergir las uñas durante 15 minutos en media taza de agua y jugo de limón.

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