LA NACION

núñez da pelea, en la vida como en el golf

La enfermedad de su hija le cambió el sentido a la carrera del tucumano, que está a dos golpes de la punta en el Abierto

- Gastón Saiz LA NACION

A veces la incertidum­bre y el dolor tumban cualquier objetivo deportivo. No importa cuál sea el envión alcanzado hasta ese momento: cuando aparecen los problemas en serio – no la falta de resultados–, la carrera por ser el mejor se paraliza y la persecució­n de esa zanahoria en el alto rendimient­o queda de lado. A mediados de este año, Augusto Núñez hizo desaparece­r el golf de su vida, como si nunca hubiese tocado un palo. El tucumano, que marcha escolta en el 112° Visa Open de la Argentina, con un total de 134 (- 6) y a dos del norteameri­cano Tyson Alexander, bajó la palanca de este deporte el 13 de julio pasado y todavía hoy entabla una lucha dentro de la intimidad de su familia.

“Aquel día prendí el celular y era mi mujer, que me avisaba del nacimiento prematuro de mi hija. Dejé todo y me volví para la Argentina; estuve un mes sin agarrar un hierro. A partir de ahí cambió mi vida”, cuenta Núñez, que al exacto momento de la noticia estaba entusiasma­do con una primera vuelta de 67 (- 4) en un torneo en Utah, por el Web. Com, la antesala del PGA Tour. “El parto tuvo que forzarse porque la nena llevaba dos meses sin alimentars­e en la panza”, detalla, en referencia a la situación que atravesaba Luján Martina, que además presentaba una malformaci­ón en el corazón. El nombre de la beba está inspirado en la devoción de los padres por la Virgen de Luján.

Una vez que supo de su paternidad, Núñez inició su tortuoso camino a casa. Un viaje demorado de Utah a Dallas provocó que perdiera la conexión desde esa ciudad a Buenos Aires. Corriendo con las valijas y la bolsa de palos en el aeropuerto, encontró un vuelo directo a Santiago de Chile. Luego de un retraso de cinco horas en la capital chilena, partió rumbo a Buenos Aires y desde allí un vuelo a Termas de Río Hondo, por el cierre del aeropuerto de Tucumán debido a refaccione­s. Faltaba un esfuerzo más: el traslado de cuatro horas en ómnibus hacia San Miguel de Tucumán. Y el equipaje tardaría una semana más en llegar…

Cuando se reencontró con su esposa Dina en un centro asistencia­l de Tucumán, ella lo miró y lloró. Augusto no aguantó y también rompió en un llanto. Se abrazaron y prometiero­n luchar juntos. “Fue triste porque hubo que internar a la beba. Le dije que saldríamos adelante y que iba a apoyar a las dos como fuera”. Así, Núñez empezaba a vivir una situación diametralm­ente opuesta al plano deportivo. Entonces se ubicaba en el puesto 23 º en el listado de ganancias del Web. Com y el golf argentino tomaba nota de que el jugador de 25 años tenía grandes chances de desembarca­r en el PGA Tour si repetía buenas actuacione­s.

Un mes y una semana después de Utah, cuando el panorama se aclaró un poco, el tucumano de Yerba Buena regresó al circuito – se perdió seis torneos-, pero su mente y su cuerpo estaban en otro lado. “Me entrené como pude”, reconoce. Y la consecuenc­ia fue tres cortes consecutiv­os no superados y un mal desempeño en las finales del Web. Com para tentar el último salto. La sólida campaña que había enhebrado rumbo a la máxima gira se desintegró y, cerca de fin de año, encontró una vía alternativ­a para mantenerse competitiv­o: el PGA Tour Latinoamér­ica. Más allá de que en 2018 mantendrá status full en el Web, ahora se abrió un crédito en este Abierto del Jockey Club para pelear el domingo por el pasaje al Open Británico. Una ventana soñada al tercer major del año, pero él se repite: “Hay que tener paciencia”.

Mientras tanto, Dina y Luján acompañan en San Isidro a este jugador de driver poderoso y que todavía debe controlar su temperamen­to dentro de la cancha. Pupilo de Sebastián Fernández, Augusto es una de las últimas promesas actuales que surgieron como caddies; su pasado cargando palos en el Jockey Club de Tucumán le dio naturalida­d y un buen juego alrededor del green. Es menos calmo que su coterráneo Andrés Romero, pero mucho más disciplina­do en cuanto a la confección de su agenda deportiva y la contracció­n al trabajo: puede pasarse tres horas en el putting green practicand­o bajo un sol abrasador.

Sin embargo, más allá de cualquier sueño para pegar el salto en 2018, le espera próximamen­te la operación de corazón que se le practicará a su hija en el Hospital Garrahan. Así, cada birdie será un guiño para ella. Y la eventualid­ad del título del Abierto, una alegría mayúscula en medio de una etapa delicada.

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Villarpres­s Por ahora, el objetivo de entrar en el Pga tour pasó a segundo plano para augusto

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