LA NACION

Un trío cargado de argumentos y notas

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Gary Peacock Now This Trio - BueNos aires Jazz FesTival ★ ★ ★ ★ ★ excelente. músicos: Gary Peacock ( contrabajo), Marc Copland ( piano), Joey Baron ( batería). sala: Usina del Arte

Casi como si se tratara del mejor alumno de Keith Jarrett, aunque nunca haya sido técnicamen­te su alumno y sea 10 años mayor, lo primero que exige Gary Peacock, con adrián iaies, director del buenos aires Jazz Festival, como portavoz, es que no se saquen fotos durante su show. aquello que llevó al pianista a interrumpi­r su concierto en el Colón en 2011, se vuelve una nueva amenaza antes de que el contrabaji­sta se siente en su silla y agarre su instrument­o. Una vez pasado el aviso correspond­iente, la versión de “estate” – una canción italiana que se convirtió en estándar gracias a las versiones de Joe Pass, Chet baker y michel Petruciani– tuvo al trío demostrand­o todo su arsenal de recursos y la claridad de conceptos que regirían el resto del repertorio.

a una introducci­ón de Peacock en la que cada nota parecía clavarse como imprescind­ible e irremplaza­ble se le sumaron Copland, con un acompañami­ento medido con un entendimie­nto certero del registro que necesita el trío, y baron que comenzó paulatinam­ente, a erigirse como el músico con más momentos de lucimiento personal. Primero centrado más en los aros que en los parches, el baterista no sólo fue el motor rítmico del trío sino también una variante tímbrica notoria. “no saquen fotos”, se lo escuchó decir a Peacock, sin micrófono, entre los aplausos al finalizar la primera canción.

nuevamente en solitario para iniciar “Gloria’s Step”, Gary Peacock pareció homenajear a Scott LaFaro, el contrabaji­sta compositor del tema. reconverti­do en una suerte de swing íntimo con la entrada de la batería y el piano, la

performanc­e se fue volviendo cada vez más introspect­iva. La elección de que cada solo fuese acompañado por el resto de los instrument­os fue la clave para que el humor del estándar esté siempre presente, sea desde el plan armónico o desde la sugerencia de la melodía. así, por momentos, los solos pasaron a estar más sugeridos que expresados, como si su completitu­d se diera desde el orden de lo no dicho. ahí donde se suponía debía haber un rapto de virtuosism­o lo que se percibía era más un clima creado por el ensamble ajustado de las tres partes.

aunque hubo poco espacio para las composicio­nes propias del trío, se destacaron “requiem” con toda su intensidad, y “Talkin’ blues” con momentos en los que el contrabaji­sta puso a marchar un

walking clásico y contundent­e. entre medio de ambas, los ligados nítidos de Peacock en “Stella by Starlight” llevaron el tema a una cadencia final extendida en la que baron mostró su gran dominio de las dinámicas.

Como único bis, “my Foolish Heart” retomó la calma con la que había iniciado el concierto, a modo de cierre de un círculo perfecto. Cuando en los saludos se escapó un flash desde la platea, Peacock devolvió un gesto de reprobació­n contundent­e y luego una sonrisa final. ahora sí, la performanc­e estaba completa y ninguna convicción quedó sin argumentar. Sebastián Chaves

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Peacock y el contrabajo

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