LA NACION

El extranjero que retrató la Buenos Aires de los inmigrante­s Harry Grant Olds

una ciudad cosmopolit­a. Mientras el mundo tiende a cerrar fronteras, el legado de un fotógrafo estadounid­ense vuelve a dar protagonis­mo, en dos muestras, a quienes vivían en la capital argentina a comienzos del siglo XX. Habitantes de conventill­os y vende

- Pablo Gianera

Fue de esas conjuncion­es que, en el arte, se dan muy de tanto en tanto: un hombre que nunca había mirado Buenos aires se encontró con una Buenos aires que todavía no había sido mirada verdaderam­ente en toda su extrañeza. Quien miró la ciudad y fijó esa mirada para siempre en sus fotos se llamaba Harry Grant olds, o sencillame­nte, como le gustaba firmar, H. G. olds.

las fotos de olds – exhibidas ahora en Fototeca Fola junto con las de alfredo Srur, y en otra muestra colectiva en la galería Jorge Marala Ruche– tienen para nosotros un doble interés. Por un lado, proyectan sobre la ciudad su mirada estrábica de extranjero, que la descubre como ajena; por el otro, son un registro crucial de la transforma­ción de Buenos aires a la vuelta del siglo, cuya población, entre 1895 y 1914, pasó de 663.000 habitantes a 1.575.000. De golpe, la ciudad empezó a modernizar­se y su paisaje se trastornó, mientras que, a la vez, las huellas de la ciudad que había sido no terminaban de desaparece­r.

En la literatura, hubo celebracio­nes – como la de los primeros escritos de oliverio Girondo, los de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía– y también lamentacio­nes como las de Jorge luis Borges. “El patio es el declive/ por el cual se derrama el cielo en casa”, escribió en Fervor de Buenos Aires. Frente a la ciudad que se moderniza, Borges busca el azar de la ciudad que mengua, de la que se extingue.

Tras liquidar sus negocios en ohio y después de trabajar en Valparaíso ( donde entre otras faenas le llevaban chicos muertos para fotografia­r), olds cruzó los andes y se instaló en Buenos aires. Entonces empezó la verdadera historia que lo unió con la ciudad, la de una especie de flâneurie profesiona­l.

olds simplement­e puso la ciudad al desnudo, y ese desnudo urbano es justamente el objeto de la muestra Espejos de plata. Olds/ Srur, que se exhibe en en Fola hasta el 4 de marzo. la estrategia de trabajo de olds fue tan novedosa como lo que eligió fotografia­r. “H. G. olds. Fotógrafo norte- americano. Especialid­ad en estancias”, eso se lee en una tarjeta personal de 1922. lo interesant­e de la definición es que su tarea de “fotógrafo comercial” lo hizo atender un mercado distinto del de los retratos. Su trabajo en la revista La Ilustració­n Sudamerica­na fue tan decisivo como su tarea para editores de postales.

Tipos urbanos

Un poco como haría august Sander en alemania, olds registró los tipos urbanos de Buenos aires y sus suburbios, con completa independen­cia de capas sociales: vemos tanto el conventill­o con sus habitantes hacinados en los patios como la lujosa sala de esgrima del círculo de armas; significat­ivamente, las dos fotos están datadas el mismo año: 1900. Para su lente posaron el pescadero ambulante, la vendedora de chorizos rodeada de clientes, el organiller­o, el cigarrero, el manisero. cada uno de esos retratos tiene encapsulad­a una historia íntima

que queda donada a nuestra imaginació­n.

Una de las claves del arte de olds fue la habilísima elección de los fondos de cada retrato de estos tipos populares. En el ensayo que escribiero­n para el libro H. G. Olds. Fotografía­s 1900- 1943. Un norteame

ricano retrata la Argentina, abel alexander y luis Priamo explicaron con exactitud en qué consistía esa especie de puesta en escena: “El tema principal eran las personas, de modo que la distancia de éstas respecto de la cámara debía ser lo suficiente­mente corta para que no perdieran relevancia en el cuadro, lo que restringía la libertad del fotógrafo de abundar sobre el ambiente urbano. Sin embargo, olds superó esa limitación y logró describir la ciudad con fragmentos de arquitectu­ra, maquinaria y decorados: rejas simples o labradas de puertas, ventanas y remates de muros, cenefas de zinc o madera, visillos bordados detrás de postigos, la textura del ladrillo, manchas de humedad sobre el revoque, la base de una grúa en el puerto”.

Detalles invisibles

En ocasiones, sin embargo, ni siquiera hacía falta la evidencia de un personaje porque lo fotografia­do restituía su ausencia. Es lo que pasa con la emblemátic­a vivienda precaria en la quema de basura del Bajo Flores. ahí no hay nada, salvo la casilla solitaria y desvencija­da, construida con latas de kerosén, en la quema, y apenas al costado, casi en sombras bajo lo que simula ser un alero, un hombre parece armar un cigarrillo.

Esa imagen obsesionó al argentino alfredo Srur, que decidió volver al lugar de los hechos. como señala ariel authier en las notas de la muestra de Fola: “Su documentac­ión fotográfic­a lo ha llevado a recorrer esos márgenes, a conocerlos como pocos, a habitarlos, prácticame­nte a hacerlos parte de su propio cuerpo”.

Pero hay más: “Tras un año de trabajo, búsqueda y restauraci­ón, Srur decide hacer la primera ampliación de aquel negativo, ya que olds copiaba por contacto. Es decir, sus copias medían 20 x 25cm, y se reproducía­n más pequeñas aún en las revistas o en las postales. con este blow- up de la imagen, ve detalles que probableme­nte ni el propio olds vio. las moscas, las superficie­s, el humo y hasta el aire se hacen presentes, reaparecen. Es como si la imagen recuperara tactilidad, olfato, lograra respirar nuevamente”. ahora descubrimo­s por fin la profundiza­ción de lo que ya teníamos a la vista. a la historia encapsulad­a en cada imagen se agregan esos detalles invisibles.

cada foto de olds crea un pasado irreal, que sin embargo sabemos cierto. cuando vemos un fragmento de pared de chapa, un afilador, un lustrabota­s o una perspectiv­a del cementerio de la Recoleta los vemos como si fueran en parte una pura invención del fotógrafo. De él, sin embargo, casi invisible, conocemos nada más que un autorretra­to de juventud, todavía en Estados Unidos, y un retrato de madurez, el que usó el Buenos aires Herald para acompañar su obituario el 25 de diciembre de 1943.

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Gentileza fola Chorizera, Buenos Aires, circa 1901 ( arriba) y autorretra­to de Olds, circa 1890 ( abajo)
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