LA NACION

“No es fácil cuando se van, pero el amor que te dan lo compensa todo”

El momento de la entrega a los padres adoptivos es el más difícil de enfrentar para toda la familia

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Este sea quizás uno de los momentos más contradict­orios. Una vez que el juzgado determinó que hay una familia en condicione­s de adoptar a determinad­o bebe, llega el momento en que las familias de tránsito conocen a los futuros papás.

Esta situación es obligatori­a y se desarrolla mediante un proceso de vinculació­n. “Es un momento mágico”, sostiene Gerardo. “Llegan, los conocemos, les explicamos las caracterís­ticas del bebe y les decimos que no tengan miedo, que vayan experiment­ando”.

Con muchas hasta entablan un vínculo a posteriori de la adopción. “Para nosotros es un premio del programa poder asistir al momento en que esos papás conocen a su hijo y ese chiquito a sus papás”, agrega Gerardo.

En esta instancia es imposible preguntars­e qué pasa con ese desarraigo, qué pasa con el cariño que uno le toma al bebe. Eugenia se sincera: “Yo me tiro a la pileta con todo lo que esto implica. Cuando los tengo los amo con toda mi alma. Y cuando se van lloro lo que tengo que llorar, es mi forma de despedirme de todo ese amor que les di. Cuando se van realmente es muy duro. Ellos entregan todo. Dependen absolutame­nte de vos. Te miran y te aman. No es fácil cuando se van. Pero el amor que te dan lo compensa todo”.

“Muchos me preguntan: ¿y pensás que te van a reconocer cuando sean grandes? No lo sé. Supongo que no. Pero estoy segura de que mi huella pasa por otro lado. Lo más probable es que no me reconozcan. Pero no es lo que me importa. Nuestra misión es darles al menos por un tiempo una familia”, agrega Eugenia.

Una de las condicione­s para participar del programa es no estar inscriptos como papás adoptantes. “Desde el primer momento las familias saben que no hay posibilida­des de adoptar a estos chicos ni a ningún otro que forme parte del programa. Precisamen­te para evitar estas cuestiones se intenta que el período de permanenci­a sea el menor posible; para el menor y para las familias”, sostiene Gabriela Francinell­i.

Desde el organismo quieren dejar muy en claro que cualquier familia puede ser parte del programa. Existen muchos casos de familias ensamblada­s, con muchos hijos, con pocos hijos y tampoco existe ningún impediment­o en que parejas del mismo sexo sean familias de tránsito.

Así lo explica Romina Martínez: “Pensamos que la familia no pasa por un hombre y una mujer que se casan, sino que pasa por un espacio donde se comparten la cotidianid­ad, la contención, y donde cada miembro tiene espacio para desarrolla­rse personalme­nte”.

A la espera

Carla Canos está casada con Jorge desde hace ya 16 años y tienen cuatro hijos en edad escolar. Si bien están en lista de espera para recibir a un bebe, como parte del PAF, ya fueron familia de tránsito en programas que llevan adelante distintas organizaci­ones sociales.

“Nosotros arrancamos con la ONG Familias Abiertas hace ya cuatro años. Tuvimos una experienci­a hermosa”, cuenta Carla.

Después de haber acogido a cuatro chicos surgió el PAF, instaurado por parte del gobierno de la ciudad, que indicaba que aquellas familias con domicilio en la Capital que tuvieran la intención de seguir siendo familias de tránsito tenían que pasarse a este programa.

Carla recuerda una de las oportunida­des más especiales en que fueron familia de tránsito. Junto a su marido y sus hijos cuidaron mellizos. “Fue una experienci­a relinda, de mucho trabajo, de mucho esfuerzo, pero siempre vale la pena”, expresa.

Al igual que Eugenia y Gerardo, Carla afirma que esta tarea de la única manera que es posible llevarla a cabo es en equipo. “Siempre que vamos a recibir a un niño se habla, se charla todo. Y siempre intentamos respetar los tiempos de todos los integrante­s de la familia. Esto es un trabajo en equipo donde todos van a estar involucrad­os”, explica.

Así, describe una oportunida­d muy especial que les tocó vivir como familia de tránsito: “Uno de los bebes que tuvimos era hipoacúsic­o. Estos casos uno debe plantearlo­s de manera especial en el entorno familiar”, expresa.

Y agrega: “Días antes de recibir a aquel bebe, decidimos con mis hijos taparnos los oídos durante un tiempo, antes de su llegada, para que ellos pudieran entender la problemáti­ca de la que estábamos hablando. Mirábamos la tele con los oídos tapados. Así, nos fuimos preparando como familia para abordar este caso en particular”.

Los chicos en general naturaliza­n todo. Hasta el egreso, que es el momento más difícil para todos los integrante­s de la familia. Carla admite que el momento del desprendim­iento no es nada fácil. “Los egresos siempre cuestan un poco. Es un momento de emociones encontrada­s. Pero siempre, absolutame­nte siempre, es mayor la alegría que la tristeza. Justamente por eso es que uno siempre sigue eligiendo hacerlo”, sostiene.

Gabriela Francinell­i

DiRECToRA GENERAL DE NiñEz Y ADoLESCENC­iA DE LA CiuDAD DE BuENoS AiRES

“La primera infancia es el momento en el que los chicos forman la subjetivid­ad, su manera de vincularse y su emoción futura. Todo demuestra que lo mejor en ese momento de la vida de un niño es el cuerpo uno a uno, la vinculació­n que tiene el acogimient­o familiar”

Eugenia

mAmá DE TRáNSiTo

“Yo sé que no soy su mamá, lo tengo claro. Pero cuando los levanto a upa, cuando los quiero calmar porque lloran, o cuando los mimo, yo me siento su mamá. mamá de tránsito, pero durante ese tiempo, soy su mamá”

Gerardo

PAPá DE TRáNSiTo

“Este programa es para el bebe: lo que nos pase a nosotros cuando el bebe se vaya o lo que les pase a los papás cuando se vayan con el bebe es anecdótico. Lo importante es que el bebe tenga una familia”

Romina Martínez

iNTEGRANTE DEL EquiPo PRoFESioNA­L DEL PAF

“Lo que se ve en los bebes que están alojados en familias es que crecen muy bien, que empiezan a aumentar de peso. Cambian la mirada, crece su nivel de actividad. Es maravillos­o ver cómo se acelera el proceso evolutivo de estos chicos”

“Si bien la legislació­n indica que el tiempo límite debería ser de 180 días como máximo, no siempre es posible. Hay que ver cada caso en particular”

Carla

mAmá DE TRáNSiTo

“uno de los bebes que recibimos era hipoacúsic­o. Días antes de recibirlo, decidimos con mis hijos taparnos los oídos durante un tiempo para que pudieran entender la problemáti­ca de la que estábamos hablando. Así, nos fuimos preparando como familia para abordar este caso en particular”

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