El épico título del Sub 15 alienta una nueva era de los juveniles
Caían 2-0 con Brasil, pero los chicos se coronaron 3-2 con valentía, conceptos y respeto
La Argentina se consagró campeón Sudamericano Sub 15 por primera vez en su historia. El valor del éxito es refrescante, reparador. También, un punto de partida para la refundación de los seleccionados argentinos que comenzó hace sólo cuatro meses. El inédito título picó en el trampolín más electrizante y, a la vez, inolvidable: superó en la final a Brasil, tetracampeón en la categoría, que ganaba 2 a 0 al principio del segundo tiempo. Matías Palacios, Matías Godoy y un cabezazo del defensor Bruno Amione encadenaron una mágica recuperación y reescribieron el desenlace del torneo.
“Si la Argentina llegase a ganar este Sudamericano Sub 15, habría algo de casualidad en esa conquista”, asumía Hermes Desio desde su condición de coordinador general de los nuevos seleccionados juveniles, frente a la nacion, días antes del debut en San Juan. Valiosa autogestión. Este triunfo es estimulante, pero nada debe distorsionar la realidad: apenas amanece un ciclo formativo que tiene la obligación de reponer conceptos y subrayar conductas. Después de una década de incompetencia y abandono, el título es reconfortante. Pero que haya un cambio confiable será la auténtica victoria.
En los siete Sudamericanos anteriores, el subcampeonato había sido la mejor posición de la Argentina. De alguna manera, anoche saldó una deuda en el estadio Bicentenario de San Juan. Placente y Pablo Aimar (esta vez ayudante de campo; él está a cargo del Sub 17), herederos de los días de Pekerman, ojalá, alumnos aventajados, les entregaron sus medallas a dos chicos que se lesionaron en la antesala del Sudamericano y se perdieron el torneo pero igual viajaron para la final. “No pasa por el resultado final, creo que hemos ayudado a chicos a ser un poco mejor de lo que eran hace cuatro meses. Queríamos que fueran educados y respetuosos. Si se termina con un título se ve, pero el trabajo estaba hecho”, reflexionó Aimar.
Diego Placente, una intriga como entrenador hasta hace dos semanas, construyó un equipo valiente, atrevido, intenso y singularmente equilibrado para una edad de lógicos vaivenes. Cinco victorias, dos empates, 25 goles a favor… y ningún expulsado en el plantel albiceleste, el registro más valioso de la cosecha. Anoche, en el centro de los festejos, un cronista buscó complicidades al preguntar por el dolor de los brasileños… “No, sin entrar en cargadas. Estamos contentos”, respondió el adulto Rocco Ríos Novo, el arquero campeón. Quizá una nueva era esté en marcha.