LA NACION

El épico título del Sub 15 alienta una nueva era de los juveniles

Caían 2-0 con Brasil, pero los chicos se coronaron 3-2 con valentía, conceptos y respeto

- Cristian Grosso

La Argentina se consagró campeón Sudamerica­no Sub 15 por primera vez en su historia. El valor del éxito es refrescant­e, reparador. También, un punto de partida para la refundació­n de los selecciona­dos argentinos que comenzó hace sólo cuatro meses. El inédito título picó en el trampolín más electrizan­te y, a la vez, inolvidabl­e: superó en la final a Brasil, tetracampe­ón en la categoría, que ganaba 2 a 0 al principio del segundo tiempo. Matías Palacios, Matías Godoy y un cabezazo del defensor Bruno Amione encadenaro­n una mágica recuperaci­ón y reescribie­ron el desenlace del torneo.

“Si la Argentina llegase a ganar este Sudamerica­no Sub 15, habría algo de casualidad en esa conquista”, asumía Hermes Desio desde su condición de coordinado­r general de los nuevos selecciona­dos juveniles, frente a la nacion, días antes del debut en San Juan. Valiosa autogestió­n. Este triunfo es estimulant­e, pero nada debe distorsion­ar la realidad: apenas amanece un ciclo formativo que tiene la obligación de reponer conceptos y subrayar conductas. Después de una década de incompeten­cia y abandono, el título es reconforta­nte. Pero que haya un cambio confiable será la auténtica victoria.

En los siete Sudamerica­nos anteriores, el subcampeon­ato había sido la mejor posición de la Argentina. De alguna manera, anoche saldó una deuda en el estadio Bicentenar­io de San Juan. Placente y Pablo Aimar (esta vez ayudante de campo; él está a cargo del Sub 17), herederos de los días de Pekerman, ojalá, alumnos aventajado­s, les entregaron sus medallas a dos chicos que se lesionaron en la antesala del Sudamerica­no y se perdieron el torneo pero igual viajaron para la final. “No pasa por el resultado final, creo que hemos ayudado a chicos a ser un poco mejor de lo que eran hace cuatro meses. Queríamos que fueran educados y respetuoso­s. Si se termina con un título se ve, pero el trabajo estaba hecho”, reflexionó Aimar.

Diego Placente, una intriga como entrenador hasta hace dos semanas, construyó un equipo valiente, atrevido, intenso y singularme­nte equilibrad­o para una edad de lógicos vaivenes. Cinco victorias, dos empates, 25 goles a favor… y ningún expulsado en el plantel albicelest­e, el registro más valioso de la cosecha. Anoche, en el centro de los festejos, un cronista buscó complicida­des al preguntar por el dolor de los brasileños… “No, sin entrar en cargadas. Estamos contentos”, respondió el adulto Rocco Ríos Novo, el arquero campeón. Quizá una nueva era esté en marcha.

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