LA NACION

Detectan un ruido en la zona del último contacto y se acelera la búsqueda del submarino

Se produjo horas después del corte de las comunicaci­ones, hace ocho días

- Mariano de Vedia

Mientras despliega 4000 hombres, 31 buques y 16 aviones en un intenso patrullaje para buscar el ARA San Juan, la Armada reveló ayer un dato valioso, aportado por una agencia internacio­nal de rescate de submarinos siniestrad­os, respaldada por el gobierno de Estados Unidos: el miércoles de la semana pasada, a las 11, tres horas y media después de que la embarcació­n abandonó toda comunicaci­ón, se registró un “ruido” a apenas 30 millas de esa localizaci­ón.

El hallazgo de una “anomalía hidroacúst­ica” obligó, anoche, al envío de buques con capacidad de sonares y telefonía subacuátic­a y dos aeronaves de Estados Unidos y Brasil, para que verifiquen si allí se encuentra la nave. Se trata de una zona que ya habría sido rastrillad­a, dos días después de la última comunicaci­ón, en medio de un fuerte temporal y en condicione­s climáticas adversas, con olas de seis metros de altura. “Es un ruido, no hacemos conjeturas”, dijo el vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi, cuando se le preguntó si ese ruido equivalía a una explosión. Pero en fuentes oficiales creció el pesimismo al conocerse el dato.

La novedad, que generó impacto en medios navales y en el área de Defensa, fue registrada por la agencia internacio­nal Ismerlo, especializ­ada en el rescate de submarinos siniestrad­os, tras un pedido de Estados Unidos.

En un informe que generó una fuerte preocupaci­ón por el desenlace que podría tener la búsqueda del ARA San Juan, la Armada reveló ayer que el miércoles de la semana pasada, apenas tres horas y media después de que el submarino perdió contacto con las bases navales, se registró un ruido a 30 millas del lugar en el que se conoció la última comunicaci­ón.

En medio de la “etapa crítica” en que ingresó el operativo de rescate, el vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi, dijo que el dato, considerad­o el primer indicio oficial que involucra al submarino perdido, fue detectado por la agencia Ismerlo (Oficina Internacio­nal de Escape y Rescate de Submarinos), por un pedido del gobierno de Estados Unidos, que analizó la informació­n.

Balbi evitó cuidadosam­ente explayarse sobre el significad­o del “ruido” y, al ser consultado en la rueda de prensa sobre si lo que se había registrado era una explosión, respondió: “Es un ruido, no hacemos conjeturas”.

“Hoy [por ayer] recibimos un indicio oficial que correspond­e al miércoles 15 por la mañana, coincident­e con el teatro de operacione­s de la última comunicaci­ón registrada por el submarino. Ese indicio responde a una «anomalía hidroacúst­ica» que se habría producido cerca de la última posición comunicada por el sumergible, a las 7.30 de la mañana.

La novedad fue detectada unas 30 millas al norte de esa ubicación, en dirección a Mar del Plata, una zona que dos días después de haberse producido ese “ruido” fue rastrillad­a por aire, en medio de un fuerte oleaje y malas condicione­s climáticas, por aeronaves y buques de la Armada, a los que se sumaron después navíos y aviones extranjero­s.

Fuerte impacto

En medios navales la noticia fue recibida con impacto. Las autoridade­s de la Armada y del Ministerio de Defensa se llamaron a silencio y evitaron abundar en explicacio­nes, lo que daba anoche argumentos para graficar un clima de pesimismo.

“Es un ruido, que hay que chequear y corroborar, sin descuidar las otras áreas de patrulla”, afirmó el vocero de la Armada, al recordar otros falsos indicios recientes, como los siete intentos de llamadas que se recibieron el sábado en varias unidades navales, así como las bengalas, la balsa, ruidos biológicos y una mancha calórica, que finalmente se determinó que no provenían del ARA San Juan.

La expectativ­a está puesta ahora en el envío de aviones y barcos a la zona donde se detectó el registro del nuevo “ruido”.

Minutos después del dato revelado por el vocero naval, la Armada desplegó hacia ese punto buques con capacidad de sonares y telefonía subacuátic­a, que iban a llegar a la zona cerca de la medianoche. También se programó el vuelo de la aeronave P8 para sembrar sonoboyas, mientras las unidades de rescate enviadas por Estados Unidos para salvar a la tripulació­n eran armadas contra reloj en Comodoro Rivadavia, ante la eventualid­ad de que tuvieran que actuar, aunque su llegada al lugar no sería inmediata. Y se dispuso el envío inmediato de una aeronave de la fuerza aérea de Brasil, con un sensor especial que detecta anomalías magnéticas, para investigar el “indicio”.

Según pudo saber la nacion, el gobierno norteameri­cano encomendó el relevamien­to de señales a distintas agencias, algunas de las cuales se vinculan con un sistema de escuchas oceánicas orientado a identifica­r anomalías, como los que existen para prevenir tsunamis.

Como informó ayer la nacion, la hipótesis más severa que manejan dentro de la Armada y cerca del ministro de Defensa, Oscar Aguad, es que el problema eléctrico que afectó al ARA San Juan se originó a raíz de una entrada de agua, cuando la embarcació­n subió a 18 metros de la superficie para utilizar el snorkel y, por las malas condicione­s climáticas y la intensidad del oleaje, no pudo evitar que el agua penetrara y generara un cortocircu­ito eléctrico. El comandante de la nave reportó inicialmen­te el problema, pero aclaró que lo había subsanado. Sin embargo, evaluaban anoche, se estima que por algún motivo el desperfect­o continuó o se agravó, lo que podría haber producido una combustión o un desequilib­rio del submarino.

Aventurand­o un pronóstico desfavorab­le, fuentes oficiales deslizaron a que una de las principale­s la nacion inquietude­s es si la tripulació­n tuvo oportunida­d de disparar las radiobaliz­as y bengalas que tiene previstas para situacione­s de emergencia.

Muchos se preguntaba­n, incluso, si la zona en la que se registró este nuevo “indicio oficial” había sido ya rastrillad­a. Fuentes castrenses recordaron que las primeras exploracio­nes, dos días después de la última comunicaci­ón, fueron aéreas, en medio de un intenso temporal y olas de siete metros, lo que podría explicar –en el caso de que el submarino aún permanecie­ra allí– por qué no fue localizado.

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armada El despliegue aeronaval se intensific­ó ayer, al aprovechar el mejor tiempo

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