LA NACION

El desahogo contenido de las madres de Srebrenica: “¡Gracias a Dios, en nombre de nuestros hijos!”

En esa localidad, las fuerzas serbias de Mladic asesinaron a más de 8000 personas en 1995

- Katarina Subasic y Rachel O’Brien

SREBRENICA, Bosnia-Herzegovin­a.– Las madres de Srebrenica aplaudiero­n, lloraron y se abrazaron cuando el juez de La Haya anunció la condena de Ratko Mladic a cárcel perpetua por genocidio. “¡Le doy gracias a Dios en nombre de nuestros hijos!”, exclamó Nedziba Salhovic, una de las mujeres congregada­s delante de una pantalla instalada en el memorial de Potocari.

Si en La Haya responsabl­es de distintas asociacion­es dijeron que estaban “parcialmen­te satisfecha­s”, las que se quedaron en Srebrenica expresaron su desahogo. Es en ese lugar donde se instalaron miles de estelas en homenaje a sus hijos, hermanos y maridos. Fueron más de 8000 asesinados por las fuerzas serbias de Mladic en varios días de julio de 1995, mientras intentaban escapar del enclave musulmán.

Un acto de genocidio, repitió ayer la justicia internacio­nal. El único cometido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Mladic, de 74 años, fue hallado culpable, así como en 2016 Radovan Karadzic (72).

“¡Mladic morirá en La Haya! Estoy feliz por esta justicia”, dijo Nedziba Salhovic.

Desde el inicio de la lectura del veredicto cayeron las primera lágrimas. Y se oían gritos de rabia cuando Mladic se enojaba. “¡No eres un hombre, eres basura!”, gritó una de las mujeres, con velo.

Cuando el imputado pidió una interrupci­ón de la lectura para ir

al baño, exclamaron con desprecio: “¡El chetnik se hizo encima!”, en referencia a los miembros de la organizaci­ón guerriller­a nacionalis­ta serbia.

Estas mujeres no esperaban menos que cadena perpetua. “Mis fotos son pruebas irrefutabl­es”, señaló una, al mostrar las imágenes.

Todas fueron para escuchar que “el carnicero de los Balcanes” finalmente morirá en la cárcel. “Pero no se haría justicia ni que viviera mil veces y fuera condenado a perpetuida­d otras tantas”, se lamentó Ajsa Umirovic (65), que perdió a 42 miembros de su familia.

En Sarajevo, otra ciudad mártir, Safet Kolic, vendedor de ropa, consideró que este fallo “llega demasiado tarde”. Para él, Mladic “destruyó un pueblo por hacerle cometer un genocidio y otro que tuvo que padecer el genocidio”.

En la capital bosnia todavía se pueden ver en muchas fachadas los impactos de obuses, restos de un asedio de 44 meses, uno de los más largos de la historia.

Más de 10.000 habitantes, entre ellos 1500 chicos, murieron allí víctimas de los francotira­dores y de la artillería que se disparaba desde las colinas controlada­s por las tropas de Mladic alrededor de la localidad.

En el mercado de Markale, todo funcionó como siempre ayer. Fue allí donde se produjeron dos masacres: una que dejó 68 muertos, en febrero de 1994, y otra 37, en agosto de 1995. Los nombres de las víctimas están escritos en una pared roja. “Si dependiera de mí, lo habría ahorcado, porque sufrí mucho como persona”, dijo una verdulera, que prefirió no dar su nombre.

Los serbios de Bosnia, que son poco más de un tercio de los 3,5 millones de bosnios, no se hacían ninguna ilusión respecto del veredicto. Pero eso no quiere decir que se arrepienta­n.

A cinco kilómetros del memorial de Srebrenica se veían imágenes de Mladic en uniforme en las calles de la ciudad serbia de Bratunac. “¡Eres nuestro héroe!”, decía uno.

En Sokolac, militantes de la asociación Honor a la Patria, algunos de ellos vestidos con remeras con la imagen de Mladic, escucharon el veredicto en silencio.

“La historia demostrará quizás un día que la verdad es la que nosotros creemos”, dice Zeljko Dacic (51), un ex combatient­e.

Anteayer, su jefe político, Milorad Dodik, líder de la República Srpska, la entidad serbia en Bosnia, ya lo dejó claro: “Ratko Mladic sigue siendo una leyenda del pueblo serbio”.

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Amel emric/ap

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