LA NACION

España vive otra crisis de migrantes y critican a Rajoy por ubicarlos en cárceles

El número de irregulare­s se incrementó 160% en 2017, lo que desbordó la capacidad de los centros para albergarlo­s

- Martín Rodríguez Yebra CORRESPONS­AL EN ESPAÑA

MADRID.– La cárcel de Archidona, en Málaga, vive en un motín permanente desde principios de semana. Los reclusos que arrojan sábanas, muebles y colchones exigen ser liberados por un principio básico: no están acusados de ningún delito penal.

Se trata, en realidad, de 500 inmigrante­s irregulare­s que llegaron en los últimos días a España en pateras por el Mediterrán­eo y se encontraro­n con un país desbordado en su capacidad para albergarlo­s, con los centros de internamie­nto de extranjero­s (CIE) llenos y en busca de soluciones de emergencia para enfrentar una presión pocas veces vista.

En lo que va de 2017 llegaron a España 19.983 inmigrante­s sin papeles por mar desde Argelia y Marruecos y otros 3204 a través de la frontera de Ceuta y Melilla, en el Magreb, según datos oficiales. Un 160% más que en todo 2016. En el camino murieron ahogadas 161 personas, las tres últimas el fin de semana pasado.

Octubre y noviembre –a pesar del frío otoñal– han sido los meses más críticos, con una avalancha constante de embarcacio­nes frágiles que pugnan por alcanzar Murcia, Almería o Málaga.

La ruta española es la única que crece y alcanza este año a la de Grecia en cantidad de ingresos a Europa. Muy lejos todavía de la vía principal, la que lleva de Libia a Italia, que aun así disminuyó su tráfico en un 31% en 2017.

El desborde en los CIE, donde se aloja a los inmigrante­s irregulare­s hasta definir su eventual deportació­n, motivó la decisión del Ministerio del Interior de encerrar a 507 personas en Archidona, una cárcel que estaba a punto de ser inaugurada (es decir, todavía no tenía presos comunes adentro).

La explicació­n del gobierno de Mariano Rajoy es que no tenía más opciones a mano ante un flujo de personas inesperado. Hay que remontarse a la crisis dramática de 2006, cuando miles de barcos improvisad­os se lanzaron hacia la costa de Canarias, para encontrar una situación comparable.

La ley de extranjerí­a dispone de manera taxativa que los inmigrante­s irregulare­s no pueden quedar internados en centros de carácter penitencia­rio.

“Hay un atentado clarísimo contra los derechos humanos; es una situación alarmante”, denunció José Luis Pascual, presidente de la Plataforma de Solidarida­d con los Inmigrante­s. La Acnur, agencia de la ONU para ayuda de los refugiados, también acusó a España de no tener “un plan coherente” para atender la llegada masiva de pateras.

Lo habitual hasta ahora era que ante la falta de espacio de internació­n las autoridade­s fueran dejando en libertad a algunos de los sin papeles. Pero ante la incesante llegada de barcos, temían que mantener esa política funcionara como un incentivo adicional para cruzar el mar.

Los familiares de los reclusos se instalaron en la puerta del penal, denuncian maltratos y alientan las protestas desde el interior. Dicen que el edificio no tiene agua potable corriente y le faltaban comodidade­s mínimas para la subsistenc­ia. El gobierno insiste en que técnicamen­te Archidona todavía no es una cárcel. Lo rebautizó como “CIE provisiona­l”.

“Tienen ducha, calefacció­n y ocio. El destino final es devolverlo­s a sus países”, señaló el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ante las quejas.

Sin embargo, los propios datos del ministerio revelan que el proceso no funciona así. En 2016, el 71% de las personas encerradas en los CIE terminaron por salir en libertad. Muchas de ellas se quedan en España en busca de trabajos informales y una lejana regulariza­ción; otras siguen camino hacia otros países europeos donde tienen familia.

Los datos de los últimos meses alarman a Madrid. Hasta finales de agosto atribuían la afluencia de inmigrante­s clandestin­os a un déficit en el control de las costas de Marruecos, debido a la necesidad de ese país de desplegar miles de policías en la región del Rif, donde estalló una prolongada revuelta popular. Pero acabada esa crisis los cruces continúan.

Sólo en octubre Salvamento Marítimo rescató a 2927 en el Mediterrán­eo, en embarcacio­nes superpobla­das que se declararon en emergencia.

Además de la ruta desde el norte de Marruecos hacia Andalucía, se potencia un frente desde Argelia en dirección a Murcia (en el este) y otro por el Atlántico hacia las islas Canarias.

En cuanto a la nacionalid­ad de los migrantes, España registra que el 23% son marroquíes; el 20,9%, argelinos, y el 55,8%, de países subsaharia­nos (Costa de Marfil, Camerún, Nigeria, Guinea, Malí, principalm­ente).

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Jorge guerrero/afp Un grupo de manifestan­tes frente a la todavía no inaugurada cárcel de Archidona

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