LA NACION

La hermana de un suboficial, en huelga de hambre como muestra de fe

Los familiares mantienen una dura vigilia a pesar de la falta de novedades

- Darío Palavecino

MAR DEL PLATA.– Camiseta azul del selecciona­do argentino viste Luciano Montenegro. La clásica celeste y blanca llevan Francisco y Pedro, sus pequeños hijos. “Héroes, los esperamos. Gracias por cuidarnos”, escribiero­n en un cartel que trajeron desde Pinamar. “Viajamos 120 kilómetros solo para traer aliento a las familias y un reconocimi­ento para estos héroes que serán leyenda”, dice el papá mientras cuelga el mensaje junto a cientos de banderas y carteles que multiplica­n el apoyo a los tripulante­s del San Juan y a sus familiares, que aquí los siguen esperando.

Entre la esperanza y la contención, cada gesto suma. Como el de Adriana Carranza, que acarrea una enfermedad en la columna y como puede, un poco con andador y otro tanto sostenida por dos familiares, camina y llega hasta la Base Naval para entregar una imagen de Fátima traída desde el santuario portugués de Cova de Iría. “Lo quiero en manos de quienes ahora lo necesitan más”, dice, y se lo entrega a un hermano del suboficial tucumano Esteban García. “No aflojen”, le pide la mujer.

Es duro este día a día de la vigilia de más de medio centenar de familiares que coinciden cada día en la Base Naval, donde reciben los partes de boca del responsabl­e de la unidad, contraalmi­rante Gabriel González. Llegan pocas novedades determinan­tes. Ayer se abrió una ilusión más con el minisubmar­ino estadounid­ense.

Marta Vallejos, hermana del suboficial Celso Vallejos, sale y anticipa que ha iniciado un ayuno que promete mantener hasta que aparezcan todos los tripulante­s. “No es una queja, sino una expresión de fe, mi sacrificio para que los 44 vuelvan a casa”, explica a la nacion. Entiende que Dios, a veces, pone una prueba “para ver hasta dónde podemos llegar”. Por eso invita a otros familiares y la comunidad en general a que se sumen, aunque sea con un día de ayuno. “Unidos todos, con fe y esperanza, podemos alcanzar el milagro”, alienta.

Contención espiritual

A la asistencia del equipo de psicólogos y psiquiatra­s se suma la contención espiritual. Con ritmo casi diario, el obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, pasa, saluda, comparte un mate y reza, pero, por sobre todo, escucha a los familiares de la tripulació­n. Los ve conmovidos, en una etapa que crece en dramatismo. Aguja e hilo en mano, una joven despliega y fija al alambrado una remera blanca con la foto del cabo principal Daniel Alejandro Polo, su hermano, en pose de selfie con fondo del glaciar Perito Moreno. Delicada, prolija, cada puntada parece una caricia sobre esa prenda que tiene estampada la frase “¡Te esperamos!” y un escudo de la Armada a la altura del corazón. Cose y llora la muchacha mientras espera.

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