LA NACION

Un triunfo femenino en el Congreso

- Carolina Arenes —LA NACION—

No hay cupo femenino en Brasil. La Cámara de Diputados tiene 513 bancas: 51 mujeres y 462 varones. Dame una explicació­n que no empiece con mach y termine con ismo”. Entre los cientos de opiniones (eufóricas, indignadas, socarronas, críticas, emocionada­s) que se cruzaron en la tuitósfera tras la aprobación de la ley de paridad de género en el Congreso, la intervenci­ón del periodista Bruno Bimbi tuvo la virtud de volver la discusión a su cauce. De esto es de lo que estamos hablando. No hay manera de explicar esos números –esos niveles de discrimina­ción– si se desestima el caldo de cultivo del que surgen.

Pero como el caldo de cultivo, es decir, el entramado social y cultural, es lo que más tarda en modificars­e, estas leyes, estas “medidas de acción afirmativa­s”, como las define la ONU, tienen una acción doble: por un lado, actúan sobre una situación concreta y ayudan a corregirla –en este caso, la subreprese­ntación femenina en el Congreso–, y por el otro, crean conciencia, vuelven visible lo invisible.

En Brasil, donde las mujeres representa­n el 51% de la población, apenas llegan al 10% en el Congreso. En la Argentina, hoy se alcanza el 34%, pero en 1991, cuando las mujeres ya superaban el 50% de la población, sólo ocupaban el 4,3% de las bancas en Diputados.

La ley de cupo femenino sancionada ese año abrió el camino, pero todavía es mucho lo que falta. Algunos ejemplos: el 50% de los empleados del Poder Ejecutivo son mujeres, pero en el nivel jerárquico esa participac­ión baja al 30%; de 21 posiciones dentro del gabinete nacional sólo tres están ocupadas por mujeres; en el Poder Judicial, donde hay mayoría de mujeres (56%), la representa­ción también baja a medida que se sube en jerarquía: en el Consejo de la Magistratu­ra, 23%; en cargos de camarista, 25%; la Corte Suprema de Justicia, que llegó a tener dos integrante­s mujeres, hoy está integrada sólo por hombres; en el Congreso, desde el retorno de la democracia, nunca una mujer presidió la Cámara y las comisiones más estratégic­as, donde se corta el bacalao –Presupuest­o y Hacienda, Legislació­n General y Asuntos Constituci­onales– no son presididas por hombres.

El ritmo de los cambios sociales es tan lento que, de no intervenir la ley, las injusticia­s se perpetúan escandalos­amente. Eso se consignó también en el último informe del Foro Económico Mundial: al ritmo actual, la brecha de género global tardaría por lo menos un siglo en emparejars­e. Un siglo para que hombres y mujeres tengan la misma participac­ión política, y el mismo acceso a la educación y a la salud. En cuanto al ámbito laboral, se admitió que así como vienen las cosas la paridad de remuneraci­ón tardaría cerca de 180 años.

No se trata solamente de una cultura política modelada históricam­ente por criterios masculinos, según las necesidade­s de los hombres. Se trata además de roles sociales todavía vigentes –la distribuci­ón de responsabi­lidades familiares– que coartan las posibilida­des laborales y de capacitaci­ón de la mujer.

La emocionant­e jornada del viernes, en la que Victoria Donda lideró una estrategia parlamenta­ria de gran picardía política, mostró los logros de un proceso de aprendizaj­e del que antes las mujeres estaban excluidas y que muchas veces determina el éxito o el fracaso en la arena política. Adquisició­n de destrezas, experienci­a, horas de vuelo, acumulació­n de capital político.

La identifica­ción de un horizonte común –la igualdad de género, el acceso de las mujeres al lugar donde se deciden las políticas públicas que afectanlav­idadetodos–desbordólo­s alineamien­tos partidario­s y culminó en un triunfo y una foto que tuvo gran circulació­n en las redes: diputadas de todos los partidos –oficialism­o y oposición–celebrando­emocionada­s una conquista histórica.

El machismo no se va a abolir por ley, es evidente, pero las leyes y las políticas públicas ayudan a ampliar el límite de lo posible.

Los cambios sociales son tan lentos que si no interviene la ley las injusticia­s se perpetúan

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