Como nunca, una revista en tiempos de postransgresión
Desde la cultura gay, Mirabelli y Torchia parodian el tradicional género porteño
Quizá muchos de los que hacen vereda con cerveza en la poblada esquina de Gurruchaga y Costa rica crucen luego a continuar la amigable y cálida nochecita de miércoles. Pero más probable es que ni siquiera estén informados de que transitan por “la cuadra gay de buenos Aires” o, al menos, la que tiene pretensiones de serlo: de un lado, el Peuteo, y del otro, el Work, dos bares con atracciones y puertas discretísimas, mismos socios, mucho turismo y público pansexual. Por estos días, hasta mediados de diciembre (y ya confirmado regreso para el 10 de enero) es en el Work donde salen al escenario Franco Torchia y Juan Pablo mirabelli para presentar Como nunca, la primera revista porteña lésbica, gay, travesti, transexual, bisexual, intersexual y queer (Lgttbiq).
“¿sabías que Juampi mirabelli era la pareja de Fernando Peña?”, comenta Jorgelina, mendocina y columnista especializada en chongos en el programa No se puede vivir del amor (radio La once diez), que conduce Torchia desde 2013. es una de las invitadas y espera que llegue su ídola, moria Casán: “Puede que venga porque es amiga de Juampi. Con él y con Peña trabajó sofía Gala”, dice con razón pero pocas precisiones. También la Castiglione actuó en Gotas que caen sobre rocas calientes, de Fassbinder, junto con mirabelli y la dirección de arte de dino balanzino, el mismo que ahora dirige Como nunca, con textos de Liliana viola, la editora del suplemento soy, de Página/12.
La todopoderosa moria no llega, pero sí se llenan las mesas y la barra de gente muy bien aspectada, en especial de treintañeros con barba cool y jeans de calce perfecto; mujeres, sí, también, pero menos. Por igual, todos les dan a la pizza y al porrón incluidos en la entrada, mientras de a ratos miran los videos de Alaska, ricardo Fort o Freddie mercury en la gran pantalla.
Alrededor de las diez, aparecen ellos, la vedette y el capocómico, mirabelli y Torchia, el actor con experiencia (su último trabajo en tele fue Fanny la fan) y el periodista, panelista, conductor, ex Cupido y actual autoridad en el casting de
Pasión de sábado (América). uno le propuso al otro y el otro aceptó jugar al juego de mirarse a sí mismos con el humor que tritura el sentido común. si la revista porteña tradicional, tan nuestra como el dulce de leche, fue (porque ya no es) la picaresca del macho, Como nunca propone en formato café concert la parodia de aquel brillo impotente con una sucesión de sketches montados en la cultura gay.
“el espectáculo tiene un formato que tiñe al espectador de reminiscencias de personajes que fueron muy importantes para la cultura, desde la televisión y también la revista como género porteño. desde chico admiré las realidades que creaban artistas como Gasalla y Almodóvar, sin importar el género, teatralidad pura de un mundo a construir”, dice el director balanzino, quien casi siempre elige actores varones para papeles femeninos en sus obras. sin drag queens ni ningún elemento del under ochentoso –aunque, por supuesto, ese recorrido está presente–, este espectáculo es posible después del matrimonio igualitario y toda la movida de apertura LGTb. solo así, desde ese lugar funciona: es hora de reírnos de nosotros y es hora, también, de cuidar y avanzar ante cualquier atisbo de retroceso: el humor, el de Jorge Corona o el guión de Liliana viola, nunca va por fuera de lo político sino entretejido en sus cuerdas vitales. el reclamo por la ley de cupo laboral trans (que no existe a nivel nacional y en la provincia bonaerense, donde se aprobó en 2015, todavía no se reglamentó), mencionado casi al pasar por Torchia, pertenece a ese contexto.
“veo marica a granel”, dice mirabelli para abrir el show en el que interpreta al primer vedette hombre no travestido. no hay siliconas, pero sí plumas y conchero y mucha lentejuela para cantar “estoy hasta las bolas de buscar novios por internet”. después entra Torchia, con alitas del angelito del flechazo, para caminar entre las mesas de “exponentes de la gaycidad”, preguntar por “relaciones sexoafectivas” y buscar a participantes para armar un segmento Cupido en el que las mujeres están excluidas.
Como en cualquier revista, aquí hay mención de nombres conocidos y guiños varios que el que quiera oír, pague la entrada y, si desea, se quede al final a bailotear con la dJ nat Kat. Como nunca es una hora de diversión muy bien pensada, más cerca de Gasalla que de Tortonese, pero en tiempos de la postransgresión: cuando el asombro termina, habrá que demoler lo visible.