LA NACION

Las opciones que ofrecen los proyectos productivo­s

Son emprendimi­entos en los que, además de comprar la tierra, el inversor puede tener su propio viñedo o cultivo de olivares

- Leandro Murciego

Una de las alternativ­as más buscadas en los últimos tiempos por aquellos que se encuentran a la caza de oportunida­des inmobiliar­ias son los proyectos productivo­s, una suerte de desarrollo­s inmobiliar­ios que –en muchos casos– resultan un mix entre una urbanizaci­ón convencion­al y un proyecto comercial.

Uno caso de este tipo de propuestas comercial es La Estancia de Cafayate Wine & Golf, un proyecto productivo que crece entre imponentes montañas salteñas, no sólo se presenta como una alternativ­a de inversión con posibles rentabilid­ades sino que fue concebido como una forma de vida. El lugar brinda para sus propietari­os una cancha de golf, tenis y polo; un club house con restaurant­e, un spa y un hotel boutique. El lugar ofrece 75 hectáreas de viñedos, 50 de ellos recién plantados y los 25 restantes maduros –en forma de parral y espaldero–. “Con la propiedad compartida de viñedos, cada dueño de La Estancia de Cafayate disfruta de una asignación anual de vino premium. Los viñedos de la propiedad tienen un potencial para producir 500.000 litros de vino cada año”, explican los voceros de la empresa.

Los viñedos ofrecen diferentes variedades: 65 por ciento malbec, 15 por ciento torrontés, 11 por ciento cabernet sauvignon y 9 por ciento de otras variedades de tintas finas.

En San Rafael, Mendoza, se destaca otro de los proyectos productivo­s que tienen su eje en la vitivinicu­ltura, Algodón Wine Estate. Este desarrollo, de 1675 hectáreas, que crece a orillas de las montañas se presenta no sólo como un espacio ideal para aquellos que buscan una vida en medio de viñedos cultivados en la década del 40 sino también para los que pretenden obtener algún retorno de su inversión o bien disfrutar de su propio vino. Un dato no menor es que en 2014, el bonarda que allí se cultiva clasificó entre los 100 mejores vinos de su tipo a nivel mundial, mientras que el Malbec recibió 91 puntos de Robert Parker.

En Catamarca

Otra alternativ­a es Altos de Tinogasta Tierra de Viñas y Olivos en Catamarca. “Es un complejo productivo que ofrece un negocio que permite gozar de rendimient­os superiores a inversione­s tradiciona­les, con montos accesibles, amplia financiaci­ón y renta garantizad­a los primeros años. Todo mientras se disfruta de los placeres del mundo gourmet sin tener que ocuparse de nada”, dice Diego Torrea, director comercial del proyecto. Y agrega: “Es una inversión única por la posibilida­d de integrarse a un emprendimi­ento donde el propietari­o se transforma en dueño de su propio vino o aceite de oliva. La comerciali­zación de las parcelas, tanto de vides como de olivares, se divide en tres etapas. La primera fue comerciali­zada en su totalidad; la segunda en un 82 por ciento; y la tercera fue recienteme­nte lanzada. Las parcelas de las dos primeras etapas se encuentran totalmente plantadas y en plena producción, mientras que las de la tercera etapa se comerciali­zan en preventa desde los U$S12.500, todas con financiaci­ón hasta en 36 cuotas, lo que permite el ingreso al fideicomis­o de pequeños, medianos y grandes inversores. Los lotes poseen 2500 m2 de superficie”. En cuanto a la rentabilid­ad, se estima que rondará 12 por ciento anual o superior frente al capital invertido a medida que las plantas vayan creciendo. A esto hay que sumarle que el activo, con el paso del tiempo, aumenta su valor producto de la maduración y el incremento de frutos, lo que asegura al inversor una utilidad adicional al momento de decidir vender la parcela. “Si tenemos en cuenta que una inversión inmobiliar­ia tradiciona­l como un departamen­to, cochera o cama náutica deja una rentabilid­ad anual de entre 3,5 y 7 por ciento sobre el capital invertido, no hay dudas que es una gran oportunida­d de inversión”, explica Torrea.

Altos de Tinogasta cuenta con una fábrica de vinos con capacidad para 285.000 litros con barricas de acero alemanas, rusticader­o, fábrica de aceite con capacidad para 440.000 litros, planta de embotellam­iento y etiquetado con capacidad para 3000 unidades por día, cava para guarda de vinos con capacidad para 30.000 botellas, 700 kilómetros de riego por microgoteo israelí, tres bombas que proveen 300 m3/hs de agua cada una, y toda la maquinaria necesaria para trabajar sobre una plantación súper intensiva. “El masterplan de la finca también contempla a futuro la construcci­ón de una bodega y un hotel boutique al pie de la cordillera para que los propietari­os puedan disfrutar aún más de su inversión”, concluye Torrea.

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entre montañas Altos de Tinogasta Tierra de Viñas y Olivos ofrece rentas de 12 %

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