LA NACION

Con una sorpresiva visita del jefe del ejército, el Papa inició su delicado viaje a Myanmar

Pese a que no tenía agenda oficial, los generales hicieron una “visita de cortesía” horas después de su llegada; hay tensión por la situación de la minoría étnica rohingya

- Elisabetta Piqué ENViAdA ESPECiAL

RANGÚN.– Aunque en su primer día en Myanmar, tierra nunca antes pisada por un papa, no se preveían actividade­s, ayer Francisco tuvo un encuentro sorpresivo. Pese a un viaje de más de 10 horas, del jet lag y del abrupto cambio de temperatur­a –del frío invernal de Roma al calor del sudeste asiático–, el Papa entró de cabeza en la complejísi­ma realidad de Myanmar, país acusado por organismos de derechos humanos de haber puesto en marcha una atroz “limpieza étnica” contra la minoría islámica rohingya.

Antes de reunirse hoy con la líder del país, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, Francisco recibió una “visita de cortesía” del general Min Aung Hlaing, comandante en jefe del ejército de Myanmar. Esta cita estaba prevista para pasado mañana y había sido agregada en la agenda a último momento, luego de una recomendac­ión del cardenal Charles Bo, arzobispo de esta ciudad. ¿Por qué? Porque en su delicado viaje a este país aún en camino hacia la democracia, el Papa no podía no reunirse con quien detenta verdaderam­ente el poder.

“Se habló de la gran responsabi­lidad de las autoridade­s del país en este momento de transición”, dijo el vocero del Papa, Greg Burke, que se refirió de manera muy escueta al encuentro con el poderoso general. La reunión duró 15 minutos y tuvo lugar en el arzobispad­o, donde se aloja Francisco, ya que aún no hay nunciatura porque el Vaticano y Myanmar establecie­ron relaciones diplomátic­as en mayo pasado. En el encuentro también participar­on otros tres generales y un coronel, y hubo intercambi­o de regalos, según informó el Vaticano.

El encuentro del Papa y los generales, que detentan el poder real pese a que hubo elecciones en 2015, que ganó con el 86% el partido de Suu Kyi, generó suspicacia­s. ¿Quisieron adelantar el encuentro para demostrar quién manda?

Más allá de la pregunta, quedó claro que, al convertirs­e ayer en el primer papa que pisa Myanmar, tierra famosa por su exuberanci­a, sus pagodas doradas y con apenas 700.000 católicos, Francisco llegó a un campo minado. Con 52 millones de habitantes y 135 grupos étnicos, Myanmar –con un territorio equivalent­e a dos veces la provincia de Buenos Aires– es un explosivo mosaico étnico-religioso, aún marcado a fuego por 60 años de dictadura.

Los militares controlan la economía, las fronteras, la seguridad y el 25% de las bancas del Parlamento en este país mayoritari­amente budista. El gobierno, liderado por la Nobel de la Paz y “consejera de Estado” Suu Kyi, ha sido severament­e criticado en los últimos meses por una brutal represión, de parte del ejército, de la minoría musulmana rohingya. En el marco de lo que la ONU y varios organismos internacio­nales denunciaro­n como una “limpieza étnica”, más de 600.000 rohingyas se fugaron al vecino Bangladesh, país de 160 millones de habitantes en un territorio mucho más pequeño (equivalent­e a la provincia de Mendoza), lo que creó gran tensión. Sin embargo, la semana pasada Bangladesh, país de mayoría musulmana, y Myanmar sellaron un acuerdo que prevé el retorno de centenares de refugiados, algo que debería aliviar la situación, aunque de difícil implementa­ción.

“El encuentro del Papa con los militares fue importante porque ellos detentan el poder. Además ¿quién puede detener las guerras y los conflictos? Los generales. Suu Kyi no pude detener eso. Esperemos que las palabras del Papa suavicen su mano dura”, dijo a la

Paul T., sacerdote católico de nacion Mandalay, ciudad 366 kilómetros al norte de Rangún, que prefirió no dar su apellido.

“Estoy contento de que el Papa haya podido darles su mensaje a los militares porque la opresión la sufrimos todos, también los grupos étnicos cristianos, no sólo los rohingyas. Los militares están ciegamente en contra del proceso democrátic­o y han creado el conflicto étnico y religioso para desestabil­izar el país y para deshacerse de «la señora» [Suu Kyi]”, agregó.

“El gobierno civil es como alguien que vive en alquiler a punto de ser echado”, graficó este sacerdote, que llegó a Rangún para la misa que mañana celebrará el Papa. En este marco, recordó que la Constituci­ón impuesta en 2008 por los militares incluye la posibilida­d de que puedan volver al poder en situación de emergencia.

Francisco tuvo ayer una cálida bienvenida, con una pequeña comunidad católica de fiesta y el resto de la población, indiferent­e. Hoy se trasladará en avión hasta Naypyido, la capital del país desde 2006. Allí tendrá una ceremonia de bienvenida con todos los honores en el palacio presidenci­al y luego se reunirá con el presidente Htin Kyaw y con Suu Kyi. Luego, ante autoridade­s y el cuerpo diplomátic­o, pronunciar­á su primer discurso, que será mirado con lupa.

Se descuenta que el Papa, advertido de la sensibilid­ad que la palabra rohingya despierta en esta tierra y en el gobierno –que no lo reconoce como grupo étnico e insiste en que se trata de inmigrante­s ilegales de Bangladesh–, no la pronunciar­á. Pero sí segurament­e aludirá a la necesidad de reconcilia­ción, perdón y respeto de los derechos humanos de todos las minorías que componen el explosivo mosaico birmano.

 ?? Vincenzo pinto/afp ?? Francisco fue recibido ayer por chicos con ropas tradiciona­les de Myanmar en el aeropuerto de Rangún
Vincenzo pinto/afp Francisco fue recibido ayer por chicos con ropas tradiciona­les de Myanmar en el aeropuerto de Rangún

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina