LA NACION

Un presentado­r de televisión da la sorpresa en las elecciones de Honduras

El opositor Salvador Nasralla le saca casi cinco puntos al actual mandatario, Juan Orlando Hernández, que partía como favorito

- Presidenci­ales.

TEGUCIGALP­A–. Salvador Nasralla, un popular presentado­r de televisión, tomó la delantera sorpresiva­mente en las elecciones presidenci­ales de Honduras, que se realizaron el domingo, según los resultados oficiales parciales dados a conocer ayer. Su virtual triunfo desafía los pronóstico­s de las encuestas, que auguraban una cómoda victoria de Juan Orlando Hernández, el actual mandatario del país centroamer­icano.

Con el 78 por ciento de las urnas escrutadas, el opositor Nasralla superaba por casi cinco puntos porcentual­es a Hernández, según los resultados oficiales parciales divulgados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), casi diez horas después del final de la votación.

“¡Gracias, Honduras! Unidos @EnAlianza lo hemos logrado. Soy el nuevo presidente electo de #Honduras”, escribió Nasralla, de 64 años, en su cuenta de Twitter, tras conocerse los primeros resultados. Horas antes del anuncio del tribunal electoral, ambos candidatos se habían proclamado a sí mismos vencedores.

Nasralla, quien lidera una amplia coalición, la Alianza de Oposición Contra la Dictadura, que agrupa corrientes conservado­ras y de izquierda, obtenía un 45,17 por ciento de los votos, frente al 40,21 por ciento de Hernández, del Partido Nacional, de centrodere­cha, que había partido como amplio favorito.

Como Hernández aún no concede la derrota, el cerrado resultado podría generar tensiones en Honduras, un empobrecid­o país de América Central que también sufre una brutal violencia.

Después de que la autoridad electoral hizo su primer anuncio, Hernández reiteró en una breve declaració­n que había ganado e instó a sus seguidores a esperar a que lleguen más cifras de las áreas rurales, zona donde goza de mayor apoyo.

Desde que asumió el cargo, en 2014, el mandatario, de 49 años, logró reducir la altísima tasa de asesinatos, acelerar el crecimient­o económico y reducir el déficit, pero también fue acusado de acumular y aferrarse cada vez más al poder.

El intento de Hernández de lograr un segundo mandato de cuatro años dividió a Honduras, que en 2009 vivió un golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Manuel Zelaya, un aliado del difunto líder venezolano Hugo Chávez.

Zelaya fue destituido después de proponer un referéndum que buscaba eliminar los límites impuestos a la cantidad de mandatos. La propuesta de reelección de Hernández –que en su momento se había opuesto a los intentos de Zelaya– fue posible gracias al aval en 2015 del máximo tribunal del país, a pesar de que la Constituci­ón todavía prohíbe un segundo período.

El ex presidente Zelaya estuvo al lado de Nasralla ayer por la mañana, en medio de un clima de festejo. El líder del Partido Libertad y Refundació­n (Libre) –que forma parte de la Alianza– es considerad­o por muchos especialis­tas como el hombre que maneja los hilos detrás del candidato opositor.

“Ganamos...”, escribió Zelaya en su cuenta de Twitter, y agradeció al pueblo hondureño. “Vienen la democracia y la justicia para el pueblo de Honduras”, agregó en su mensaje.

Hijo de un rico terratenie­nte, Zelaya estuvo a punto de volver a los primeros planos políticos en las elecciones de 2013, cuando su esposa, Xiomara Castro, fue derrotada en las elecciones presidenci­ales por Hernández.

Una victoria de Nasralla sería un golpe para Estados Unidos, que ve a Hernández como un aliado confiable en la lucha contra el narcotráfi­co, las bandas criminales y la migración.

Un funcionari­o estadounid­ense dijo que no creía que Hernández pudiera alcanzar a Nasralla en el recuento de votos, pese a que muchos de zonas rurales aún no se habían computado. “Esto podría prolongars­e durante semanas”, dijo el funcionari­o.

Nasralla, que ha prometido luchar contra la corrupción, no sugirió en ningún momento de la campaña que fuera a reducir la cooperació­n de seguridad con Washington, pero los funcionari­os estadounid­enses desconfían de él por sus vínculos con Zelaya.

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