LA NACION

Una señal de que tal vez Kim ahora se aboque a otros temas

- Foster Klug AGENCIA AP

En la quietud de la noche, Corea del Norte lanza su misil de pruebas más poderoso hasta el momento. Seis minutos después, Corea del Sur descarga una lluvia de artillería para dejar en claro que si se desata una guerra, responderá con todo.

Ese escenario de pesadilla se ha vuelto una rutina aterradora, pero también podría ser la señal de algo sorprenden­te: una calculada muestra de moderación que podría culminar con una posible declaració­n del líder Kim Jongun en su discurso anual de fin de año. Algunos especulan que el Norte tal vez anuncie que ya que ahora se considera una potencia nuclear, el país puede centrar sus esfuerzos en intentar enderezar una de las peores economías del mundo.

En pocas palabras, ¿nos acercamos al fin de esta era de imprudente y provocador desarrollo nuclear norcoreano?

La prueba de lo que el Norte llama un nuevo misil balístico interconti­nental capaz de alcanzar territorio continenta­l norteameri­cano fue calibrada, al igual que todas las demás, para enviar un mensaje e impedir que el lanzamient­o empujara al presidente norteameri­cano, Donald Trump, a responder con un ataque militar: los norcoreano­s no dispararon su misil sobre Japón; no dispararon su misil, como habían dejado entrever anteriorme­nte, sobre las aguas del Pacífico que rodean la base militar norteameri­cana de Guam, y tampoco dieron el siguiente y más preocupant­e paso hacia una guerra: la prueba atmosféric­a de un arma nuclear instalada en la cabeza de un misil de largo alcance sobre el Pacífico.

Tal vez sean victorias menores. Pero este dejo de moderación sugiere que el Norte tal vez considera abocarse a otros asuntos a partir del año próximo, en el que se cumplen 70 años de la fundación del país.

Un fuerte indicio que corrobora este análisis se desprende del propio comunicado oficial de Pyongyang posterior al lanzamient­o.

Tras observar la explosión del misil Hwasong-15, “Kim declaró con orgullo que ahora finalmente hemos alcanzado la gran meta histórica de completar la fuerza nuclear del Estado, el objetivo de contar con poder misilístic­o”.

Si bien todo lo que anuncia Corea del Norte debe ser leído con extremo escepticis­mo, lo cierto es que el país sí tiene la costumbre de plantearse objetivos y cumplirlos, o al menos asegurar que lo ha hecho.

Según Vipin Narang, experto en estrategia nuclear del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT), la prueba podría indicar que el país pronto considerar­á que su programa nuclear “fue completado” y que se centrará en arreglar su caótica economía.

“Mi costado pesimista me dice que primero quieren lograr el rango de alcance (del misil balístico interconti­nental) y que luego podrían llevar a cabo una prueba atmosféric­a completa con un misil cargado con una ojiva nuclear –dice Narang–. Pero mi costado optimista me dice que esa sería una jugada tan riesgosa que jamás lo intentaría­n de no mediar una verdadera provocació­n o un terrible insulto previo”.

Muchos observador­es esperan que tenga lugar al menos otra prueba destinada a demostrar el alcance total del misil interconti­nental haciéndolo volar sobre Japón hasta el Pacífico remoto.

Más preocupant­e sería que el Norte, para despejar las dudas sobre si cuenta con una ojiva lo suficiente­mente pequeña como para entrar en un misil de largo alcance, intentara llevar a cabo una peligrosa explosión termonucle­ar atmosféric­a. En septiembre, el canciller norcoreano dejó entrever que su país podría probar una bomba de hidrógeno en el Pacífico.

En medio de todas estas especulaci­ones sobre lo que puede ocurrir, ayer Corea del Norte utilizó palabras que parecen destinadas a llevar tranquilid­ad y no a sembrar el pánico.

En su comunicado, Pyongyang dijo que el nuevo misil balístico interconti­nental “cumplió el objetivo de completar el desarrollo de un sistema armamentís­tico de cohetes”. Como una referencia al objetivo bifronte de Kim de impulsar tanto el programa nuclear como la economía, el mensaje buscó mostrar la capacidad del pueblo norcoreano para sostener “simultánea­mente el desarrollo de ambos frentes con la misma lealtad” y así poder hacer frente a la “política de chantaje nuclear” de Estados Unidos y al mismo tiempo disfrutar “de una vida en paz”.

Tras meses de pruebas y amenazas de guerra, son muchos los que estarán dispuestos a aceptar la aseveració­n de Pyongyang de haber “completado” su programa nuclear. Pero ¿qué decir de la “vida en paz” que, según Pyongyang, está a la vuelta de la esquina? Eso es mucho más difícil de creer.

Traducción de Jaime Arrambide

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