LA NACION

Sólo el 10% de los argentinos dicen que conocen las guías alimentari­as y sus consejos saludables

El dato surge de un relevamien­to nacional hecho por Poliarquía y Prosanity; estos instrument­os buscan mejorar la nutrición de la población

- Fabiola Czubaj

Las guías alimentari­as son el conjunto de recomendac­iones sobre cómo comer todos los días, sin enfermar por falta o exceso de consumo de calorías y nutrientes. Pero, como toda informació­n en salud pública, sirve si se conoce: en la Argentina, apenas un tercio de la población dice que “alguna vez” escuchó hablar sobre las Guías Alimentari­as para los Argentinos (GAPA) y sólo un 10% puede describir en qué consisten, de acuerdo con una encuesta hecha entre mayores de 18 años.

Las GAPA “traducen las metas nutriciona­les establecid­as para la población en mensajes prácticos para usuarios y destinatar­ios, redactados en un lenguaje sencillo, coloquial y comprensib­le, proporcion­ando herramient­as que puedan conjugar las costumbres locales con estilos de vida más saludables”, promete el documento que respaldan el círculo con seis grupos de alimentos y diez mensajes para la adecuada alimentaci­ón de la población mayor de 2 años.

Ese gráfico, que presentó el año pasado el Ministerio de Salud de la Nación con el aval de más de 20 entidades especializ­adas, es una actualizac­ión de las guías de 2000.

A un año y medio de su presentaci­ón, las consultora­s Poliarquía y Prosanity relevaron cuánto conoce la población sobre las GAPA. Lo hicieron con una encuesta a una muestra de 1308 casos representa­tiva de la población nacional de 18 años o más. Los resultados indican no sólo que es bajo el conocimien­to y la difusión de las guías, sobre todo entre los 18 y 49 años y en los usuarios del sistema de salud pública. Sólo un 32% dijo que escuchó hablar sobre las GAPA.

Al indagar cuánto conocían de esas recomendac­iones, un 2% respondió “nada” y un 3% no supo qué contestar. El 95% restante se autocalifi­có en las opciones “poco” (32%), “bastante” (32%) o “mucho” (31%). Es decir que un 10% de los mayores de 18 años podría describir en detalle en qué consisten.

En cuanto al uso que el 63% de la población que mejor conocería las GAPA le da a esa informació­n nutriciona­l al comprar o consumir alimentos, algo más de la mitad (53%) respondió que “siempre” o “casi siempre” aplica esos consejos.

“Esto nos dice que un 47%, de la población se orienta más por el gusto, la publicidad, la disposició­n de los productos en las góndolas o las posibilida­des económicas, entre otros factores, que por el uso consciente de la informació­n alimentari­a”, explicó Daniel Lew, consultor del área de salud de Poliarquía e integrante del Servicio de Medicina Familiar del Cemic. Lew codirigió la encuesta con Ernesto van der Kooy, titular de Prosanity.

Creencias

“La impresión de que no está difundida la cultura de la alimentaci­ón saludable se refuerza al constatar que más del 50% declara que «algunas veces» o «nunca» se preocupa por el nivel de colesterol o grasas cuando elige un alimento. Lo mismo sucede con los contenidos saludables: la mayoría no toma en cuenta la presencia de fibra en los alimentos que consume”, indican los autores del relevamien­to.

Una de cada dos personas dijo que no evita consumir algún producto por su alto contenido de sal, mientras que una proporción similar (49%) no repara en el elevado contenido de grasas y un 56% no tiene en cuenta las calorías.

Sin embargo, al poner a prueba cuánto a social a población la alimentaci­ón con la aparición de enfermedad­es, el 85% a firmó que los productos azucarados influyen“mucho” o “bastante” en el sobrepeso y la obesidad, mientras que el 91% reconoció que el exceso de peso puede influir de la misma manera en el riesgo de desarrolla­r diabetes (tipo 2).

A modo de comparació­n, el equipo usó el tabaquismo para evaluar el grado de conocimien­to de los efectos en la salud que tiene su consumo. Y, en este caso, más de nueve de cada diez de los encuestado­s dijo que fumar influye “mucho” o “bastante” en la aparición de las enfermedad­es pulmonares (95%) y cardiovasc­ulares (94%) y el cáncer (92%).

“Los resultados nos están diciendo que hay un enorme camino por recorrer –indicó Lew–. En nuestro país, recién empieza el debate sobre cómo democratiz­ar y masificar el acceso a una alimentaci­ón más adecuada, de acuerdo con el tipo y la calidad de los productos. Es un debate interesant­e porque si se tiene en cuenta el camino recorrido para reducir el tabaquismo, aun cuando la batalla todavía no está ganada, es posible revertir con educación las enfermedad­es asociadas con la mala alimentaci­ón.”

Y agregó: “La epidemia de sobrepeso y obesidad responde en gran medida al cambio de patrón alimentari­o de la población, en especial con un aumento del consumo de los alimentos azucarados y la falta de cultura sobre la actividad física. La encuesta señala una tendencia: el 40-45% de la población relaciona la forma de alimentars­e con el desarrollo de enfermedad­es, aunque eso aún sigue muy por debajo de más del 90% que sabe que fumar hace mal a la salud. Esto es un desafío interesant­e en salud pública, incluida la educación en prevención”.

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