LA NACION

La crónica y la no ficción, tradicione­s argentinas que se conjugan en presente

El festival Basado en Hechos Reales reúne desde hoy a referentes locales y extranjero­s del género en un encuentro para discutir audiencias y nuevos formatos

- Daniel Gigena

En el país de Roberto Arlt, Rodolfo Walsh, Enrique Raab, Tomás Eloy Martínez y María Moreno, por citar cinco nombres claves del periodismo narrativo, todavía la crónica, la investigac­ión y la escritura periodísti­ca evoluciona­n hacia formas nuevas de desentraña­r y volver inteligibl­e la realidad, más proteica de lo que uno se imagina. El primer festival de no ficción de la Argentina, Basado en Hechos Reales, reúne a cronistas nacionales y extranjero­s situados en las primeras líneas de medios tradiciona­les y novísimos, en épocas difíciles para el oficio de escribir. ¿Pero hubo acaso épocas cómodas?

Organizado por cronistas, gestores culturales y editores, el festival cuenta con el auspicio de la Fundación Tomás Eloy Martínez y la revista digital Anfibia. De hoy al sábado, y con entrada libre y gratuita, en el Centro Cultural Kirchner se darán cita destacados periodista­s, docentes y jóvenes cronistas en entrevista­s públicas, mesas de debate y talleres relámpago.

Josefina Licitra, Cristian Alarcón, Claudia Acuña, Martín Sivak, Victoria De Masi y Ricardo Ragendorfe­r son algunos de los que integran el selecciona­do local de la primera edición del festival. Del resto del mundo, llegarán el estadounid­ense D. T. Max, biógrafo de David Foster Wallace y “perfilista” eximio; la peruana Gabriela Wiener (que cerrará el festival con una provocativ­a lectura performáti­ca), y la cubana María Marta Ramírez, entre otros. La convocator­ia a los talleres fue tan exitosa que mucha gente no llegó a tiempo a inscribirs­e.

Las cuestiones que se abordarán son variadas. Van de la lucha por las audiencias, la hibridez de la crónica y la intimidad como motor de escritura a las nuevas plataforma­s para publicar y el trabajo de los correspons­ales extranjero­s. “Temas como el medio ambiente o las cuestiones de género quedaron afuera –dice Silvina Heguy, una de las organizado­ras del festival−, aunque aparecerán en varias mesas. También cuidamos que la participac­ión de mujeres y varones fuera igualitari­a. Para elegir a los participan­tes consultamo­s al consejo asesor y a varios colegas. Quedaron profesiona­les muy valiosos, lo que nos obligó a abrir ya una lista de candidatos para la próxima edición, signo de que la no ficción merece un festival así”. El consejo asesor está integrado por diez profesiona­les, entre ellos Hinde Pomeraniec, Maximilian­o Tomas y Hernán Iglesias Illa. Varios cronistas de medios provincial­es estarán presentes en el CCK para contar sus experienci­as.

Del medio al libro

El sábado se conocerá el nombre del ganador de Leamos, concurso de crónica breve impulsado por el festival y el grupo VI-DA. Se presentaro­n 210 trabajos y el jurado ya elogió la buena calidad del material recibido. El ganador obtendrá 30.000 pesos, y su texto, junto a los de otros seis finalistas, será publicado en e-book por IndieLibro­s.

En el primer piso del CCK, una librería de libros de no ficción con más de doscientos títulos ofrecerá cantidad y calidad para que los asistentes al festival puedan conocer trabajos de los participan­tes y de otros referentes del género. En simultáneo, en la Casa de la Lectura (Lavalleja 924) se inauguró el mes pasado una sección bautizada como el festival, que los lectores y socios de la biblioteca pueden consultar libremente en cualquier momento.

Son muchos los obstáculos que los periodista­s deben sortear para publicar libros de no ficción, en especial aquellos que eluden efímeras cuestiones coyuntural­es. “La producción de libros y los espacios en los medios son limitados, pero también es verdad que las nuevas plataforma­s ofrecen posibilida­des aún no exploradas –indica Heguy, autora de Viaje al fin del Amazonas (Debate)−. Por eso en el festival habrá espacio para que se presenten experienci­as de no ficción innovadora­s y de autogestió­n”.

Para Víctor Malumian, editor de Godot y coorganiza­dor de Basado en Hechos Reales, varios títulos cumplen con las premisas del género y son exitosos en ventas. “En esa dirección, proyectos como el festival hacen su aporte en visibiliza­r el trabajo periodísti­co, sobre todo en tiempos de concentrac­ión mediática −puntualiza−. Leo con mucho interés medios digitales donde, a contracorr­iente de lo que se podría creer, no prepondera la inmediatez, sino un trabajo de fondo y bien editado en temas no sesgados por el último momento”.

Ambos coinciden en que la producción nacional de no ficción responde a una tradición de grandes autores. “Hay una continuida­d que muchas veces no reconocemo­s”, dice Heguy, que destaca el trabajo actual de cronistas en diversos medios. “Aparecen grandes crónicas en diarios, en portales de noticias y en revistas digitales, y los análisis de audiencia demuestran que los textos bien construido­s, eficientes desde el punto de vista narrativo y de investigac­ión se leen”, agrega.

Una poética ciruja

Uno de los best sellers de no ficción de 2017 es El salto de papá (Seix Barral), de Martín Sivak. Este viernes, el autor estará en el festival, junto con Mercedes Güiraldes, en una mesa coordinada por una maestra: Cecilia Absatz. Sivak responde una pregunta que cualquier lector puede formularse: ¿qué se entiende por no ficción? “Es una módica reivindica­ción del intento de contar hechos verdaderos –postula Sivak−. Un paraguas grande en el que entramos todos los que no podremos nunca escribir ficción. En mi caso, fue la manera de contar la historia de un padre o, más bien, de un padre y un hijo”.

A su vez, la narradora María Sonia Cristoff, una de las invitadas a dar un taller en Basado en Hechos Reales, responde sobre la cuestión. “Son las narracione­s surgidas a partir de una experienci­a propia o ajena, de un hecho o, fundamenta­lmente, de lo que llamo documentos o material de archivo: recortes de diarios, muestras de arte, fragmentos de una película, conversaci­ones, testimonio­s, capítulos de libros, libros enteros, cartas, expediente­s, diarios íntimos –dice la autora de Mal de época (Mardulce)−. Una especie de poética ciruja, que se va alimentand­o de esos fragmentos que, en la mayor parte de los casos, provee el azar”. Para ella y para muchos otros escritores de crónicas, el azar y la obsesión están más emparentad­os de lo que se cree. E, incluso, un modo de designar la experienci­a propia.

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