LA NACION

Transparen­cia electoral: un camino transitado a medias

El año próximo debería dirimirse la discusión sobre el sistema de votación y los mecanismos para el financiami­ento de los partidos políticos

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S e han dado pasos importante­s, pero apenas estamos a mitad de camino. Así se perfila hoy la situación de nuestro país en materia de transparen­cia electoral.

La reforma planteada por el gobierno de Mauricio Macri, a poco de asumir en 2015, sólo registró un avance en la Cámara de Diputados, donde fue aprobada. Las diferencia­s políticas en torno de puntos claves del proyecto oficial hicieron que su tratamient­o se frenara en el Senado. Pero, también, las elecciones de medio término de este año impidieron avanzar en los debates tendientes a zanjar esas disparidad­es. La urgencia electoral, una vez más, terminó postergand­o la mejora que el propio sistema necesita de manera crucial.

Básicament­e, hay tres cuestiones fundamenta­les en las que todavía no ha habido acuerdo entre los diversos actores políticos: la fórmula para transparen­tar el financiami­ento de los partidos políticos, la instrument­ación o no de la boleta única electrónic­a (BUE) en el orden nacional y definir si la organizaci­ón de los comicios debe seguir a cargo del Poder Ejecutivo o pasar al ámbito judicial. A ello se suma el debate sobre la continuida­d o la eliminació­n de las elecciones primarias abiertas, simultánea­s y obligatori­as (PASO).

Hace poco más de un mes, varias organizaci­ones de la sociedad civil (OSC) y expertos en materia de transparen­cia electoral entregaron una carta al presidente Macri, por la que expresaron la necesidad de impulsar una serie de cambios legislativ­os que garanticen la integridad de nuestro sistema electoral.

En la misiva, suscripta por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), Directorio Legislativ­o, Poder Ciudadano, la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), el abogado constituci­onalista Daniel Sabsay y la flamante presidenta de Transparen­cia Internacio­nal, Delia Ferreira Rubio, entre otros, se alerta sobre la existencia de varios puntos que no pueden pasar inadvertid­os a la hora de modificar el sistema de votación.

Esos especialis­tas coinciden en desaconsej­ar la BUE –proponen, en cambio, la boleta única de papel–, recomienda­n quitarle al PE la administra­ción electoral para ponerla en manos de la Justicia y reclaman una profunda reforma del sistema de financiami­ento y de rendición de cuentas de los partidos políticos.

Es más, la propia Ferreira Rubio, en su carácter de representa­nte máxima de una de las entidades más importante­s del mundo dedicadas a la lucha contra la corrupción, expuso sobre estos puntos durante una reunión que mantuvo con el Presidente. La reconocida especialis­ta le hizo notar que es larga la lista de temas pendientes. Además de los mencionado­s, citó la necesidad de sancionar una nueva ley de ética pública y de regulación de los conflictos de intereses de los funcionari­os, y profundiza­r el compromiso del país de tener un “gobierno abierto”, que garantice el acceso de los ciudadanos a la informació­n pública.

A las advertenci­as citadas sobre la inconvenie­ncia de adoptar la BUE hay que sumar un pormenoriz­ado trabajo realizado por el Conicet, fechado en octubre de este año, que, entre otras cuestiones, sostiene que “cualquier sistema de emisión electrónic­a de voto que busque solucionar los problemas inherentes a garantizar integridad y secreto necesariam­ente será difícil de verificar formalment­e y de auditar, incluso por expertos en la disciplina”. Paralelame­nte, afirma que “no existe evidencia en la actualidad de que sea factible utilizar un dispositiv­o electrónic­o sin compromete­r requerimie­ntos fundamenta­les del voto, en particular, garantizar el secreto”. El Conicet habla claramente de “riesgos”.

La mayoría de los reclamos de esos especialis­tas ya vienen siendo tratados en reuniones, talleres y demás encuentros que periódicam­ente realizan los equipos que dependen de la Oficina Anticorrup­ción (OA), con la mira puesta en el próximo año parlamenta­rio, cuando el Gobierno aspira a retomar esa discusión en los recintos.

Según adelantan los propios funcionari­os, oficialmen­te se insistirá en la BUE, aunque admiten que el diálogo no está cerrado. También sostienen que urge considerar la eliminació­n de las PASO, ya que, hasta el momento, no han cumplido su objetivo. Esas elecciones representa­ron este año un gasto de 2800 millones de pesos y casi no definieron candidatos, porque la mayoría de los espacios políticos presentó lista única.

Si hay algo en lo que existe una amplia coincidenc­ia es en lo vetusto del actual sistema de votación, permeable a la manipulaci­ón y al fraude electoral. Sólo sectores que han hecho uso y abuso de esas prácticas clientelís­ticas y fraudulent­as siguen encolumnad­os detrás de listas cuya composició­n, salvo los primeros puestos, el electorado desconoce, por lo que termina votando por quien no lo representa y, peor aún, hasta por quien preferiría no hacerlo. La eliminació­n de las listas sábana es una deuda de viejísima data de la política para con los ciudadanos. Muchas veces se habló de reemplazar­la, pero a la hora de hacerlo la dirigencia nunca mostró voluntad clara para concretar ese cambio.

Es hora de avanzar hacia un sistema transparen­te. El año que viene será clave para cerrar este largo debate. De no llegarse a un acuerdo legislativ­o, el proyecto que ya cuenta con la aprobación de Diputados perderá estado parlamenta­rio y 2019 nos encontrará nuevamente en un año electoral con los inconvenie­ntes ya conocidos que esto genera, con un sistema anclado en el pasado, con todas las dudas que sobre él subsisten. Es necesario aprender de la experienci­a: de la nuestra y de la de quienes en el mundo ya han probado otros sistemas.

Haciendo nuestro el concepto que vienen sosteniend­o la Cámara Nacional Electoral y el Conicet, coincidimo­s en que uno de los objetivos más importante­s de un régimen de votación es la construcci­ón de la confianza que la sociedad en su conjunto tendrá en el sistema electoral. Esa es la enorme e imposterga­ble tarea que nos espera. Ese debería ser, sin dudas, uno de los principale­s temas por resolver durante el año próximo.

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