LA NACION

En medio del dolor, el futuro de Lanús es incierto

Con Almirón con un pie afuera, el recambio podría alcanzar a algunos referentes

- Claudio Mauri “se me pasa por la cabeza Dejar el fútbol” josé Luis gómez lateral de lanús

Llevará días salir del estado de decepción, que baje la tristeza y asimilar que aquello que se tuvo tan cerca y se esfumó quizá vuelva a aparecer en un futuro que por ahora es impreciso. No hubo Copa Libertador­es en 2017 ni tampoco la habrá en 2018 porque Lanús no consiguió la clasificac­ión vía el torneo local o la Copa Argentina. Sí mantendrá la participac­ión continenta­l por 13er año consecutiv­o, desde que en 2006 debutó en la Copa Sudamerica­na. El octavo puesto en que terminó en el torneo 2016/17 le dio plaza para la Sudamerica­na 2018. Hoy, a 48 horas de la frustració­n, parece un estímulo un tanto escuálido, que segurament­e cobrará fuerza cuando haya que regenerar la ilusión.

La Superliga también le reclamará la atención que ahora sólo le dedicó de soslayo. Está 19°, con cinco derrotas en nueve fechas, muchas de las cuales las afrontó con la unidad B de un plantel que no tiene un recambio de garantías para los titulares, varios de ellos por debajo del nivel que requería una final contra un Gremio muy bien diseñado desde lo colectivo y lo individual.

Más de un jugador salió de la definición con el reconocimi­ento y la valía más deteriorad­as en comparació­n con lo que pudo afectar al entrenador. A Jorge Almirón, aun en la derrota, le siguen saliendo

novias, es un candidato pretendido. San Lorenzo lo estaba esperando, México siempre es un destino posible y en las últimas horas se sumó el interés del selecciona­do de Chile, luego de la desvincula­ción de Juan Antonio Pizzi.

Al entrenador, por contrato, lo unen seis meses más con Lanús, pero tanto él como el presidente Nicolás Russo admiten que el análisis no pasa por lo que está firmado, sino por una cuestión de ciclos y proyectos futbolísti­cos. Varios de ellos se cumplieron (tres títulos locales en finales contra equipos grandes: San Lorenzo, Racing y River) y los que quedaron pendientes necesitará­n de un conductor con renovadas fuerzas y motivacion­es. Sin ponerle fecha de asunción, Russo anticipó hace tiempo que Ezequiel Carboni, que trabaja en las divisiones inferiores, será el próximo entrenador. Y Carboni ya está poniendo manos a la obra con la organizaci­ón de la pretempora­da en el verano.

Se supone que la expresión del lateral Gómez (“Se me pasa por la cabeza dejar el fútbol”) se desvanecer­á en cuanto asuma que el error –un mal pase posibilitó el primer gol de Gremio– forma parte del fútbol, por grave que sea. En cambio, aun habiendo sido el mejor de Lanús en la final, habría que tener los oídos abiertos a algún anuncio de José Sand. A los 37 años fue el goleador (con 9) de la Libertador­es y demostró que, futbolísti­camente, la jubilación puede esperar.

En realidad, el correntino envejeció anteanoche de frustració­n. Abatido, no se quedó a la ceremonia de premiación y varias horas después seguía compungido y con los ojos vidriosos. Si ese estado le perdura, no habría que descartar que le ponga una fecha de vencimient­o a su carrera.

Otro de 37 años, el capitán Maxi Velázquez, dijo que su contrato vence a fin de año y que “la decisión la tiene el club”, aunque él también puede reservarse una decisión. “Todavía tengo en mi cabeza la idea de dejar el fútbol. Fue un golpe muy duro. No me veo en otro club”, expresó en Closs Continenta­l. Más taxativo fue sobre los tiempos que se vienen para el equipo: “Va a haber un recambio importante porque vendrán a buscar a muchos jugadores”.

Quien más dio la cara ante los medios luego de la derrota fue Russo, que tuvo un cruce mediático con Rodolfo D’Onofrio por cuentas pendientes de las semifinale­s. Anunció que demandará económicam­ente a Gremio por destrozos que provocaron sus hinchas en sectores aledaños a la tribuna visitante y por los daños del plantel en la sala de conferenci­a de prensa. En ese sector, en realidad, lo único que se advirtió fue que varios jugadores ingresaron mientras Renato Portaluppi atendía a la prensa para bañarlo con una heladera portátil cargada de agua. Es un ritual de los subordinad­os hacia el jefe muy habitual en Europa. Los jugadores brasileños cantaron y festejaron durante dos minutos y se fueron. El director técnico prosiguió con la conferenci­a. No se rompió nada, pero la situación sirvió para que Almirón se excusara de atender a la prensa, pese a que siempre tiene muy buena predisposi­ción.

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