Ferro + Ramil. Dos pesos pesados de la canción se cruzan de este lado de la frontera
Los cantautores Gabo Ferro, de la Argentina, y Vitor Ramil, de Brasil, presentarán un concierto compartido para inaugurar el festival Música de la Tierra en el Teatro San Martín “La antropogeografía se saca de encima los límites políticos y funda países d
el brasileño Vitor ramil y el argentino Gabo Ferro se juntan en un estudio de grabación para ensayar lo que comenzaron a pergeñar por mail. el recuerdo que cruza por la cabeza del cronista apenas entra al estudio es el de una tarde de domingo en Porto Alegre, 15 años atrás, cuando estaba sentado en un parque de esa ciudad, viendo un picadito de fútbol mientras algunas familias tomaban mate alrededor de esa cancha improvisada. esa imagen coincide con la de cualquier tarde de domingo soleada en un parque de buenos Aires. Aunque acá no hay mate ni pelota de fútbol de por medio, hay muchos códigos comunes y estos dos muchachitos de cincuenta y pico se ponen de acuerdo con facilidad para establecer un repertorio y encontrar el camino para interpretarlo.
“La antropogeografía se saca de encima las fronteras y los límites políticos y funda países definidos por comunidades afines en costumbres, usos y tradiciones”, dice Gabo para darle un marco a esta posibilidad de juntarse. Para Vitor, reunirse con músicos argentinos es una costumbre de más de dos décadas y si a esto le sumamos ese espíritu sulista y la premisa de una “estética del frío” que tan bien plasmó en uno de sus discos, hace una década y media, todo este concepto adquiere mayor solidez.
“sí, hay una gran legitimidad en estos encuentros. no es la historia de un tipo que grabó un tema en una telenovela que acá se hizo famosa y ahora él viene a cantar al Gran rex”, explica Vitor, en su perfecto castellano.
“Lo más interesante es el testimonio que te da el otro. Por ejemplo, nuestras milongas, en brasil, son más definidas melódicamente porque, claro, escuchamos a Jobim toda la vida –“É pau, é pedra, é o fim
do camino”; Vitor tararea “Aguas de março”–, pero Gabo me cuenta que aquí es más libre, más interpretada. recuerdo también que la primera vez que grabé con Pedro Aznar le mostré un tema y él me dijo: “es muy brasileño”. Y le contesté: “Yo pensaba que era muy argentino” –se ríe–. Para mí, que soy un brasileño criado a una hora de la frontera con Uruguay, montevideo y buenos Aires siempre fueron dos ciudades de referencia de metrópolis, más que río [de Janeiro] o san Pablo. Ayer caminaba con mi mujer por buenos Aires y me daba cuenta de lo natural que es para mí estar aquí”. ramil tiene una obra de gran refinamiento y calidad, que incluye al menos cuatro libros y casi una decena de discos (casi el treinta por ciento de esos registros los hizo en estudios porteños, con músicos locales).
–Esa reflexión que cada uno le pone a su trabajo ¿qué tanto tiene que ver con que son dos artistas nacidos en la década del sesenta? Vitor:
–Yo creo que es casualidad. A mí simplemente me gusta pensar en las cosas. recuerdo que cuando era chiquito le dije a mi mamá: “Qué complejo es hacer una tapita de gaseosa”. Y ella me contestó: “no, se enciende una máquina y salen un montón”. Pero yo no iba a eso, sino a imaginar la tapita y hacer la máquina que la fabrica. Lo que me interesa son los procesos de las cosas. Y por eso necesito reflexionar sobre lo que hago. no soy un compositor de río [de Janeiro] o de bahía, donde la mesa está puesta para que te sirvas. Yo soy de una región que está al margen, que no es centro. Pero al mismo tiempo no vivo al margen del centro, sino en el centro de otra historia. Porque el lugar donde vivo lo siento como centro. Para hacer
una milonga que no tenga el peso del folklore gaúcho hay que pensar y argumentar. –Tu disco Ramilonga - A Estética
do Frio interpreta al “ser” gaúcho, pero de una manera muy personal. ¿Sentiste que debías escapara del estereotipo? Vitor: –claro que sí. Yo quiero hablar del sur del brasil, pero con una música urbana, sin necesidad de lo folklórico.
Gabo: –Probablemente, las revoluciones más atacadas son aquellas en las que la periferia se pretende centro. en ese gesto tuyo de algo periférico nombrado como centro hay algo que atenta contra muchas cosas. incluso el brasil for export. –Gabo, ¿cuál es tu centro? Gabo: –mi centro también fue la periferia. nací en mataderos, un barrio que es frontera, no límite. Porque es la capital, pero tiene cosas del conurbano y un color propio. –Verde y negro, los colores del Club Chicago.
Gabo: –entonces sabés de lo que hablo [se ríe]. el ejemplo paradigmático es del otro día: los chicos en la esquina escuchando reggaetón y en frente, en una lucha de volúmenes, alguien en su auto escuchando
The Wall. dos maneras de pararse frente a la música y la estética. mi pretensión o mis herramientas no son solo del rock ni de la canción de autor, sino de la historiografía misma o de la música contemporánea. cage, berio, stravinsky, operas
que estuve haciendo en estos años. Ahora la pretensión es ponerme por delante de la guitarra y poner la voz como el síntoma de un cuerpo. Que lo natural empuje a lo cultural. –En tu nuevo disco, El agua del
espejo, se escuchan tu voz y el piano de Juan Carlos Tolosa. ¿En qué lugar ubicás la voz?
Gabo: –Ahí la idea fue desarmar el material y rearmarlo junto a alguien que, además de director de orquesta, es compositor de música contemporánea. en ese caso fue el placer de sacarme de encima el instrumento, que es cultura. Aunque sé que mi voz también es cultura, porque tengo un idioma. Pero la pretensión de base del disco es lanzar la voz hacia lo que la voz quiera. el disco se grabó en vivo, sin público, casi todo en primeras tomas. –Vitor: Campos neutrais, tu nuevo CD, es un concepto fácilmente relacionable con este festival. Porque supongo que han tenido que buscar un campo neutral para un concierto como el de hoy. Vitor: –Totalmente. el disco reúne gente de muchos lados y poemas brasileños, norteamericanos y gallegos. mis referencias para este disco no fueron canciones. Al arreglador de los metales [vientos], Wagner cunha, a veces le pedía silencios y otras le decía: “Acá poneme a stravinsky”. este encuentro en el festival es así. el lugar es interesante para todos nosotros. Y creo que este disco
aparece en el lugar y el momento adecuados. –¿Lo global atenta contra la identificación que puede haber entre los músicos de esta región?
Vitor: – cuando lo invité a caetano a cantar al disco Délibáb, le contaba que yo había aprendido del tropicalismo eso de ser lenguaje síntesis de muchos géneros. siempre busco que la canción que hago sea hija de un lenguaje síntesis. no sé si también estoy hablando por vos, Gabo.
Gabo: –creo que la síntesis de la historia de uno es inevitable. después está en uno dejar que eso hable más o hable menos. A mí me gusta ser una síntesis. Una vez, una figura de la música popular argentina me dijo: “Gabito, si podés cantar tan bien, ¿por qué cantás así?”. Y esa crítica de buena intención se refería a por qué rompía la voz si cuando cantaba bajito y afinado podría llegar a ser lo que era él. Lo que yo pensé es que para eso ya estaba él. Lo que a mí me gusta y lo que hago es poner en riesgo el canon clásico de belleza. creo que a muchas de las cosas de la canción todavía no les ha llegado ni el siglo XX. están todavía con rudimentos decimonónicos para entender la belleza. Les falta Oriente. romper el ritmo, la melodía, dejar silencios que no estén agarrados a un metrónomo. en general, cuando uno lo hace, eso es entendido como error. no piensan que querés hacerlo, piensan que te equivocaste.