LA NACION

Maradona y su moño amarillo causaron gran revuelo en Moscú

En apenas 48 horas en la capital rusa, el ex capitán argentino dejó su huella; pasó del enojo por el ensayo y la ausencia al evento de prensa, al duro mensaje a Sampaoli y las fotos con Putin y Pelé

- Javier Saúl ENVIADO ESPECIAL

MOSCÚ.– Parece no sentirse cómodo ni en su zona de confort. Era una ceremonia que giraba alrededor de él. La FIFA –la nueva FIFA– está a sus pies. Pero la bronca fue tan grande, e indisimula­ble, que no pudo contener su verborragi­a ni en la alfombra roja. A minutos del sorteo ya se pudo escuchar un “dejá, no vengo más”. Diego Maradona, admirado y respetado por Gianni Infantino, fue una de las ocho leyendas mundialist­as que estuvieron al mando de las bolas y los copones, y ahora se desconoce si lo que pasó ayer en el Palacio del Kremlin fue un hola y adiós.

Sucede que en sólo 48 horas movilizó Moscú: llegó en la madrugada del jueves, descansó, se presentó en un ensayo, se molestó porque querían repetirlo, fue el único ausente en el evento de atención a la prensa, sacudió las redes sociales en la mañana de ayer, se tomó fotos con el presidente ruso Vladimir Putin y el brasileño Pelé, se divirtió en su faceta de showman sobre el escenario y la dio un cimbronazo a la aparente tranquilid­ad de la delegación argentina con un duro mensaje contra Jorge Sampaoli en el último minuto del sorteo. “Es un grupo accesible, pero el equipo no puede jugar tan mal”, disparó, con el entrenador sentado a escasos metros. No dio respiro.

“No sé quién inventó que hay que hacer el repaso de las bolas del Mundial. Lo hicimos una vez y las rodillas me explotaban. Para hacer esto, dejá. No vengo más. Me parece que se le escapó la tortuga a alguno”, dijo en la previa, en una entrevista con TyC Sports, con la idea de desactivar cualquier conjetura sobre su faltazo. La FIFA había informado que la ausencia con aviso fue por una molestia en el hombro izquierdo, algo que encendió las alarmas de cara a la ceremonia de ayer.

Pero Maradona se mostró activo desde la primera hora: publicó una foto tomando las manos del ex arquero inglés Gordon Banks, apareció abrazado a Gary Lineker –el mismo que le sacó una sonrisa cuando le dijo que “jugaba bien con las manos” y que al final le hizo la pregunta sobre cómo veía a la selección argentina– y se divirtió en una distendida charla con Putin.

Su estadía en suelo moscovita causó revuelo. Fiel a su estilo, dejó su huella. De traje negro y moño amarillo, Maradona aprovechó el sorteo para repartir mensajes con destinatar­ios bien claros. Y hasta llevó sus diferencia­s con el entrenador argentino al prime time de un evento que paralizó a gran parte del mundo.

“Messi es el mejor de la historia”, le respondió Sampaoli. El club de la pelea en pleno sorteo de un Mundial. A siete meses del inicio de la Copa del Mundo, el huracán Maradona pasó por Rusia. El tendal que dejó en el camino resulta fácil de identifica­r. El futuro de su relación con la FIFA es una incógnita.

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dirk waem / dpa Maradona, 31 años después de “la mano de Dios”, volvió a estar en el camino de Inglaterra

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