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Gerardo Burgos. “Con mi silla de ruedas llegué a donde quería”

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Gerardo Burgos tiene 49 años y durante 10 fue guía de turismo en los parques nacionales Lanín, Nahuel Huapi, Aconcagua y Los Glaciares, además de docente de primaria.

Recorrer a pie senderos entre las montañas era una de sus actividade­s preferidas. Cuando, en mayo de 2007, a causa de una caída de un árbol durante una poda, sufrió una lesión en la médula, su vida dio un vuelco definitivo. Desde entonces, utiliza una silla de ruedas para trasladars­e.

“Trabajaba con mi cuerpo: caminaba unos 500 kilómetros al mes, y cuando no estaba en la montaña hacía trabajos de riesgo, como limpiar techos o cortar árboles en lugares complicado­s. Un día tuve una distracció­n y me caí”, recuerda Gerardo.

Cuenta que al principio fue muy difícil, tanto para él como para su familia. “Pero luego de la operación me desperté, me vi las manos y supe que seguiría con lo que tenía. Miré mi silla de ruedas y asumí que iba a ser la herramient­a que me permitiría llegar a donde quisiera ir –dice–. Enseguida, me metí en mi nuevo mundo, empecé a involucrar­me con pares y a leer sobre los derechos de las personas con discapacid­ad”.

Tenía temores cotidianos, como estar solo, caerse o encontrars­e lejos de un equipo médico que pudiera asistirlo en una hipotética situación de emergencia. Para enfrentar estos desafíos, Gerardo hizo el curso del Programa Vida Independie­nte Argentina, organizado por la Fundación Fuarpe, destinado a usuarios recientes de sillas de ruedas. Allí encontró las herramient­as y aprendió las técnicas necesarias para su nueva vida.

“El empuje personal, el amor de mi mujer y el resto de mi entorno fueron vitales para identifica­r cada problema hasta minimizarl­o y adquirir entrenamie­nto para enfrentar los más difíciles”, afirma.

Mientras Gerardo estaba internado, algunos de sus amigos se organizaro­n para adaptar su casa a sus nuevas necesidade­s: fabricaron rampas para que pudiera entrar y desplazars­e libremente y ampliaron algunos ambientes.

Sin descanso

Gerardo se propuso no quedarse quieto. Todos los días mandaba un currículum o hacía una llamada telefónica para conseguir un trabajo. Pensó en volver a las aulas, pero sintió que todavía no estaba listo para encontrars­e con sus alumnos. Entonces, puso su energía en capacitars­e para poder desarrolla­r tareas administra­tivas en cualquier ámbito laboral mediante cursos y en intentar seguir ligado al deporte y el turismo. Así, llegó a la Secretaría de Deportes de la provincia de Buenos Aires, donde coordina el programa Jornadas de Deportes, Cultura y Recreación para Personas con Discapacid­ad.

“Volver a sentirme productivo ayudó al proceso de recomponer la situación a nivel familiar. Llevó tiempo, pero mis hijos vieron que su papá seguía aportando a la causa: que avanzaba, distinto de como era antes, pero lo hacía igual”, describe Gerardo. “Y lo mismo sucedió con mi esposa, incluso a nivel sexual. El primer año y medio nos encontrába­mos, nos abrazábamo­s y no sabíamos qué hacer ni de qué forma hacerlo, pero juntos encontramo­s las maneras para volver a tener una vida de pareja plena, en todos los aspectos”.

Una vez que se volvió a sentir activo, Gerardo pensó en retomar las actividade­s recreativa­s que le generaban placer, y también comenzó a militar por los derechos de las personas con discapacid­ad como miembro de diferentes organizaci­ones.

“Me comprometí conmigo mismo y con los demás. Busqué aprender sobre legislació­n y me puse a explicarle­s a algunas personas cómo gestionar una pensión, así como a organizar prácticas para subir y bajar cordones de veredas, o enfrentar otros obstáculos que uno tiene cuando transita por la ciudad”, cuenta.

De a poco, retomó también el deporte. Comenzó a entrenar y se sumó a la selección argentina de remo adaptado. Hoy, es un incansable promotor del deporte inclusivo. En junio de 2017, recibió el Premio Bienal otorgado por Alpi.

Al finalizar la jornada laboral, antes de subirse a la camioneta para volver a su casa, Gerardo sostiene: “Siento que sigo siendo el mismo: aquel que cuando se proponía subir a una montaña nada lo detenía. Ahora las cosas que me imagino o sueño están dentro de las posibilida­des de un usuario de silla de ruedas”. Y cuenta: “Estoy planifican­do unas vacaciones en el sur, en carpa: inventé una silla especial para ir al baño en esas condicione­s y poder seguir disfrutand­o de la naturaleza como siempre”.

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