LA NACION

canapino, el coleccioni­sta; un desahogo para Werner

Después de protagoniz­ar un toque con Altuna, el arrecifeño sumó su séptima corona; el paranaense logró el título en una temporada en la que hasta amenazó con desertar

- Alberto Cantore

Una polémica renovada ofreció el desenlace del campeonato de Top Race V6 en Paraná. Un resultado ajustado, aunque sin maniobras controvert­idas entre los candidatos al título, enseñó la Clase 3 del Turismo Nacional en Rosario. Un campeón repetido, Agustín Canapino (Mercedes), grabó por séptima vez su nombre en el TRV6; Mariano Werner (Fiat Linea), la contracara: logró el primer trofeo en las categorías grandes del automovili­smo, al consagrars­e en el TN.

Canapino, el siete coronas

Otra vez, mano a mano. Como en 2016, Canapino y Mariano Altuna (Chevrolet) arribaron a la última carrera del calendario para definir el título. En Paraná se reavivó la polémica de hace un año en Salta, cuando una

sanción de los comisarios deportivos despojó a Altuna del triunfo –desestabil­izó con su Chevrolet al Mercedes de Canapino al ingreso de la recta–; aquella victoria le ofrecía el título, pero tras la medida el trofeo terminó en las manos del rival. Ahora, y a diferencia del año pasado, Altuna llevaba la delantera en el campeonato, aunque los cinco puntos que los separaban al momento de la final –el arrecifeño obtuvo la pole y así recortó una unidad– eran escasos en un duelo ajustado.

La tensión de la carrera fue en aumento y en el giro 13 se produjo el golpe de escena: Altuna dejó sin pista a Canapino, una acción defensiva que ya había ensayado una par de vuelta antes, los autos se tocaron, y mientras el Mercedes partió hacia el pasto –luego de hacer un trompo– el Chevrolet del de piloto de Lobería cruzó la pista y se detuvo contra el muro. Fue abandono para Altuna y la titánica tarea de

remontar mínimament­e hasta el 7mo puesto para Canapino, posición que le permitía retener el título. La voracidad del campeón lo hizo escalar hasta el último escalón del podio, por detrás del ganador Franco Girolami (Mitsubishi) y Josito Di Palma (Mercedes). No fue sencilla la trepada: Humberto Krujoski (Chevrolet), compañero de equipo de Altuna en el SDE Competicio­n, le presentó batalla; las desercione­s de Matias Rodríguez, Diego Azar y Gustavo Tadei, todos por falta de combustibl­e, le allanó el resto de la tarea.

“El momento en que hago el trompo fue tremendo, pensé que iba a quedar cruzado en el medio de la pista, con los autos de atrás viniendo a fondo... Salí de casualidad y, de milagro, pudimos seguir. Una pena lo de Mariano [Altuna], porque ya van dos definicion­es en que hace lo mismo. En la vida se gana y se pierde, por eso hay que saber ganar y perder”, relató Canapino.

La defensa de Altuna (“salgo de la curva como lo hice en todas las vueltas anteriores, simplement­e que capaz que Agustín haya salido mejor y sin dudas que viniendo por el pasto a más velocidad quiso porfiar por ahí, pero me golpea por atrás”) no convenció y finalizada la carrera fue excluido. La decisión de las autoridade­s llegó con demora: un apercibimi­ento a Altuna cuando ensayó la primera maniobra defensiva, posiblemen­te hubiera atemperado el espíritu y estirado la definición hasta la bandera de cuadros. Más tarde, pidió disculpas y felicitó a Canapino.

Werner, el que nunca se rindió

El título fue un desahogo en un año complejo. La corona le devolvió la sonrisa a Werner, que después de protagoniz­ar un choque contra Matías Rossi, en la última curva del circuito de La Plata, en el Gran Premio Coronación de Turismo Carretera, en 2016, tomó el nuevo calendario con ambiciones recortadas: la sanción aplicada por la ACTC le impedía tan siquiera aspirar a clasificar­se para la Copa de Oro; el Super TC 2000 lo tiene, en la escuadra Peugeot, como candidato a pintar el N°1, aunque la ventaja es de Facundo Ardusso. El certamen de Turismo Nacional era una incógnita: el Fiat Linea no asomaba como un auto competitiv­o, pero la capacidad conductiva del paranaense y el trabajo del equipo FP Racing lo impulsaron a la cima. Aprendió la lección Werner: no se enredó, administró la ventaja en los números y soportó los intentos de superación de Emanuel Moriatis (Focus), que pretendió conservar el N°1.

Si las series le dieron mayor aire, la grilla de largada lo ponía como favorito. De los tres candidatos en pie, Leonel Larrauri (Honda) largaba 9no, un puesto delante de Werner; Moriatis –a 5,5 puntos de diferencia– lo hacía desde el 17mo cajón. La deserción temprana de Larrauri, que debía ganar o como peor resultado ser 2do, generó un mano a mano con Moriatis, que siempre estuvo limitado en atacar: los 70 kilos de lastre –los mismos que cargaba Werner– condiciona­ban al campeón defensor, que jugó la heroica, pero no fue más allá de los límites,.

Werner corrió con las conviccion­es firmes y a la caza de su primer título en autos de turismo: sus únicas coronas eran en Fórmula Renault (2006 y 2007). El séptimo puesto fue suficiente para gritar campeón, una campaña que tuvo como hito la carrera que ganó en Posadas, la que lo habilitó a la consagraci­ón, donde largó desde los boxes, y como momento de incertidum­bre la amenaza de dejar el TN, cuando el Fiat Linea sufría constantes roturas que limitaban sus aspiracion­es.

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canapino y su mercedes, con el que sumó el 7° título en TRv6; el Fiat linea de Werner: la marca italiana no salía campeona en Tn desde 1984
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