LA NACION

Adaptarse es el secreto

La receta de La Dolfina para reinventar­se y mantener su hegemonía en el polo

- Xavier Prieto Astigarrag­a

Adolfo Cambiaso es, o más bien fue, ahijado deportivo de G onza lo Pi eres. El “Maradona del Polo” de los ochentas construyó el último tercio de la escalera del ignoto muchacho de Cañuelas hacia la cúspide. Compartier­onsiete temporadas argentinas y muchos éxitos, y una vez retirado su padrino polístico, Adolfito iba a ser el líder de Ellerstina, el equipo de la familia Pieres. Gonzalo le pidió que jugara con su hijo de 17 años, Gonza, la Triple Corona de 2000, y hasta hubo una presentaci­ón ante la prensa.

Meses después, en Palm Beach, a Cambiaso no lo convenció el nivel del adolescent­e. Le pidió a Pieres cambiar la formación, mientras el chico ganaba un año de maduración. El “no” de Gonzalo fue terminante y su ahijado abrió la grieta: se marchó de Ellerstina. Era cantado que algún día el crack jugaría por su propio club, con su nombre y su camiseta. Pero a los 25 años, decidió desplegar las alas en ese momento, con pocos caballos propios y un conjunto armado de apuro.

Así de voraz es Adolfo Cambiaso. No tolera años de transición: donde él juega, hay que ganar. Es cierto que por mucho tiempo, hasta 2012, se permitió un respiro en Tortugas y Hurlingham –Palermo era innegociab­le–, pero no en el exterior. Desde 2013, ese margen no existe. Con Milo Fernández Araujo como director técnico y tres genios del polo, Juan Martín Nero, Pablo Mac Donough y David Stirling, como compañeros, La Dolfina va por todo. Y se adueña de casi todo.

No siempre fue así. Cambiaso salió de Ellerstina junto a Bartolomé Castagnola y Sebastián Merlos; Juan ignacio Merlos era la pieza que encajaba en el hueco de Gonzalito Pieres. El equipo usaba el Abierto de Tortugas como preparació­n, se encendía en Hurlingham (tres conquistas) y sufría las finales de Palermo: siempre favorito, ganó una sobre cuatro. Tenía talento y era anfibio (se manejaba bien en polo abierto y en polo cerrado), pero la caballada no era suprema, los éxitos fueron menos que los esperados y el dream team de tres amigos y un hermano terminó, paradójica­mente, sufriendo con la sintonía humana. “Faltó un Abierto más”, piensan hoy sobre ese ciclo.

Cambiaso barrió el tablero para 2004. Emigraron los Merlos y se incorporar­on un protegido de él, Santiago Chavanne, y un experiment­ado con quien se había triplecoro­nado en 1994, el mexicano Carlos Gracida. El experiment­o salió mal: La Dolfina no llegó ni a una de las tres finales, en la única temporada en que no alcanzó la de Palermo en sus 18 años.

Para 2005, otra vez borrón y cuenta nueva. Cambiaso eligió a otro viejo conocido exitoso, Mariano Aguer re, y Castagn ola, aun muchacho en ascenso,Lucas Monte verde. Menos ta que o y lujo, más oficio y marca. La fórmula funcionó donde querían Adolfito y Lolo, Libertador y Dorrego. Ahí La Dolfina se potenciaba, con un estilo que le daba rédito en los momentos calientes de los partidos cruciales: Cambiaso con la bocha, zigzaguean­do por la cancha, y el resto abriéndole camino. Los otros torneos eran, en general, más de disgusto quede placer. Y así, luego de un duro 13-19 a manosde Ellers tina enHurlingh­am en el primer choque oficial de 80 goles en la historia, la situación interna se tensó. Terminó bien en Palermo, donde Aguerre hizo el gol de oro con que cerró sus cinco años en La Dolfina, una época muy prolífica para él, pero de incomodida­d familiar por tener a sus cuñados Pieres en el archirriva­l.

Entonces llegó el uruguayo David Stirling, una debilidad de Cambiaso. No fue bueno ese 2010, que además incluyó la Triple Corona para Ellerstina. Pero el ingreso de Nicolás Pieres al equipo familiar para 2011 cambió la historia del clásico. Para que entrara el menor de los tres hermanos, debió irse Juan Martín Nero. Enterado del cambio, Cambiaso, tan veloz como en la cancha, convocó al tren que la uqu en se.PabloMac Don ough no quiso seguir en Ellerstina y pronto recibió desde Cañuelas una propuesta. Y así, con tres ex hombres de La Z, se constituyó este La Dolfina avasallant­e.

A Adolfito le resultó difícil y amargo distanciar­se de Castagnola, su compañero de siempre y hasta cuñado. Pero tras años de asumir la presión del liderazgo y de recibir los golpes y raspones que conlleva ser el dueño de la bocha, descansó en sus nuevos compañeros y se dedicó a ser uno más en el juego. Uno más de cuatro superdotad­os, claro. Y cuando apareció Fernández Araujo,

sobrevino el clic mental: La Dolfina, de nuevo un dream team, era demasiado equipo como para exigirse a fondo sólo en Palermo.

Y apareciero­n los 40 goles de handicap, las tres Triple Corona consecutiv­as, los cinco Argentino Abierto en fila, la enorme ventaja en el historial del clásico (27-13). ¿Se quedó Ellerstina? No es el de 2010, está claro, pero más bien subió La Dolfina. Hasta las nubes.

Tiene talento en cantidad. Si hasta Pelón Stirling, el que se suponía más limitado, es hoy un hábil taqueador, que sería un astro en cualquier otro cuarteto. Onda sobra: los cuatro se llevan muy bien, por personalid­ades y por tarea de Milo, el único mérito que se arroga el DT de perfil bajo. No hay estrellato­s entre ellos; en cada partido hay una figura distinta. La ambición tiene consecuenc­ias: se hace todo con profesiona­lismo y se invierte en cría, compra y clonación. Y los clones, con Cambiaso como pionero, funcionan. Tener replicadas varias veces a Cuartetera y a Lapa no puede ser sino una ventaja.

Con todo eso, Cambiaso, Stirling, Mac Donough y Nero dominan el polo desde que se unieron. Se tutean con la historia. No muestran signos de desgaste personal, algo que facilitan los triunfos. Sí hay algún indicio de mucha presión (“cada vez cuesta mucho más conseguir todo esto”, admitió Mac Donough), y vale recordar que el gran Juan Carlos Harriott (h.) se retiró casi en plenitud por pasar a tener más por perder que por ganar. Por lo pronto, La Dolfina se prometió a fines de 2016 jugar tres temporadas más, así que quedan al menos dos. A los 42, Cambiaso mostró que tiene físico para rato, porque en los últimos tiempos lo ha cuidado más entre buenos hábitos fuera de la cancha (más preparació­n y tratamient­os) y menor desgaste en ella. No podrá repetir muchas veces lo de la final de anteayer –recibió varios tacazos y caballazos–, pero sí rendir sus 10 goles, que dentro de unos días mantendrá por 23er año seguido.

Así las cosas, los demás deberán subir más, porque La Dolfina no parece perfilarse por ahora hacia una pérdida de poderío. La máquina de ganar amenaza con seguir produciend­o victorias. E historia.

“Es un equipo extraordin­ario, un selecciona­do del mundo. Es comparable con el mejor equipo de cada época. Y Cambiaso es un jugador superior”. ALBERTO P. HEGUY 17 títulos dE PalErmo Por CoroNEl suÁrEZ “El que juega más clásico es la dolfina, y eso es lo que más hace la diferencia. Ganar cinco veces seguidas el abierto no es fácil. Y los 14 de Cambiaso son una linda cifra”. ALFREDO HARRIOTT 13 títulos, CNEl. suÁrEZ “tenemos la suerte de presenciar al mejor equipo de la historia junto a Coronel suárez. Ellerstina es impresiona­nte, pero le toca un rival arrollador”. EDUARDO HEGUY 4 títulos “de los últimos 30 años, seguro es el mejor equipo. Y Cambiaso es quizás el mejor de todos los tiempos”. EDUARDO NOVILLO ASTRADA (H.) PtE. dE aaP, 1 título “domina la historia del polo mundial. Ésta es la mejor formación de todas. No hay con qué darle”. LOLO CASTAGNOLA 7 títulos

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Soledad aznárez cuatro fenómenos del polo, juntos desde 2011 y poco menos que invencible­s: cambiaso, Stirling, mac Donough y nero

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