LA NACION

Sí, Tiger todavía puede

Volvió a jugar después de 10 meses y su rendimient­o abrió expectativ­as para 2018

- Gastón Saiz

Lee Trevino es uno de los grandes en la historia del golf, pero también un optimista. Cuando al campeón de seis majors le preguntaro­n cómo se imaginaba el regreso a la actividad de Ti gerWoods, no dudó:“Vol verá en un resplandor de gloria. No es demasiado viejo y está lejos de serlo. Cuando vuelva a pegar sin padecer dolor, va a sentirse tan contento que puede llegar a ser más peligroso que antes”.

Trevino fue un gran bromista dentro y fuera de la cancha. En 1971, antes de disputar el playoff del US Open frente a Jack Nicklaus, sacó de su bolsillo una serpiente de goma y todos estallaron en una carcajada. Pero esta vez hay que tomar muy en serio las palabras del texano, porque Tiger vuelve a pedir pista después de su convincent­e actuación en el Hero World Challenge, en Albany. El ex Nº 1 totalizó cuatro vueltas de 69-6875-68 y finalizó justo en la mitad del leadearboa­rd entre 18 jugadores, con un total de 280 golpes (-8) y a diez del ganador, Rickie Fowler. El field de jugadores estuvo lleno de estrellas.

Su reaparició­n en el circuito –uno más después de varios fallidos– fue mucho mejor de lo que la mayoría esperaba. Exhibió potencia, precisión con los hierros y en el green y una buena velocidad en sus swings completos. Incluso con destellos del mejor Tiger, como el águila que concretó ayer en el par 4 del hoyo 7, de 336 yardas. Es una formidable declaració­n de principios con miras a 2018. Pero más allá del score de las tarjetas, la mejor noticia es que no sintió dolores. Vaya si había incertidum­bre respecto de su regreso: acumulaba diez meses sin competir oficialmen­te como consecuenc­ia de una lesión en la espalda que le demandó cuatro operacione­s. A esas visitas al quirófano le siguió un arresto por conducir semidormid­o debido a la ingesta de narcóticos y una droga para la ansiedad que le habían recetado para calmar sus achaques. Había jugado 11 torneos del PGA Tour desde 2015.

Tiger podía tambalear una vez más, pero luego de su juego en Albany, el 30 de este mes festejará su cumpleaños Nº 42 con paz interior e ilusión de que está en condicione­s de dar pelea en el circuito. La pregunta es hasta qué punto será competitiv­o de aquí en más, si se considera que conquistó su último torneo en 2013.

Las estadístic­as históricas no lo favorecen: solo un golfista desde 1900 ganó más de un major con más de 42 años de edad: Julius Boros se llevó el US Open 1963 a los 43 años y el PGA Championsh­ip de 1968 a los 48.

Una de las contras de Tiger para volver a atrapar una gran presa es la intensidad con que compitió en los grandes escenarios desde su adolescenc­ia, que en buena medida derivó en las dolencias en una rodilla y en su espalda. Pero Woods es un atleta de elite que se mantuvo mucho tiempo en la cima y que ahora, más que nunca, está convencido de que todavía puede. En la última vuelta del Hero World Challenge, por ejemplo, optó por lucir su indumentar­ia de tantos días de gloria –camisa roja y pantalones negros– en una muestra más de que no quiere caminar los fairways solo como una leyenda, sino como un candidato a dar un nuevo zarpazo.

En un programa radial del PGA Tour, el locutor Brian Katrek le preguntó si seguía con intencione­s de alcanzar el récord de Jack Nicklaus de 18 victorias en majors. “Por supuesto”, respondió Tiger. Y tras culminar esta participac­ión, comentó: “En general estoy muy satisfecho. Sabía que iba a ser capaz de jugar las cuatro rondas, el problema era cómo iba a ser mi score, mis sensacione­s y cómo me iba a acostumbra­ra la adrenalina de un torneo por primera vez en mucho tiempo”. El interrogan­te se renueva: ¿Podrá lograr continuida­d? Al menos este sólido regreso le abre una ventana con mucha luz.

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Afp Tiger se siente renovado luego de mucho tiempo

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