LA NACION

A 25 años de su mejor disco, R.E.M. lo festeja con una reedición de lujo

Automatic for the People fue un álbum que marcó una época a principios de los noventa y se transformó en un hito generacion­al que llegó a vender 18 millones de copias; ahora vuelve en doble CD, vinilo y en una edición limitada con un libro de fotos y Blu-

- Alejandro Lingenti

¿se puede construir un superéxito de ventas con un tratado angustiant­e sobre la soledad, el desencanto y la melancolía? r.e.M. demostró que sí, hace ya veinticinc­o años, con Automatic for the People, relanzado ahora en un edición de lujo que incluye doble cd y vinilo (hay también una limitada con tres cd, un libro de fotos y un blu-ray).

Las canciones del disco fueron remasteriz­adas y hay tomas en vivo y demos. todo lo habitual para estos casos, digamos. Lo más notorio y revelador, quizás, es el registro de un histórico show de presentaci­ón del álbum en the 40 Watt club, un local de athens, Georgia, ciudad de origen de la banda, de 1992. ahí está plasmado el poder de fuego en escena de una de las mejores versiones de r.e.M. durante la conferenci­a de prensa organizada para el relanzamie­nto oficial, Michael stipe dijo que Automatic for the People “es un disco sobre la mortalidad, la fragilidad y la belleza de la vida, que deberían empujarnos a disfrutar al máximo el presente”. es una mirada positiva sobre un material que a primera vista está significat­ivamente atravesado por la amargura. aun así, y este es uno de los grandes logros de Automatic for the People, r.e.M. no sólo mantuvo el excelente nivel de ventas de Out of Time, su predecesor, que alcanzó los diez millones de copias, sino que casi lo duplicó: el octavo disco de la banda de stipe, Peter buck, Mike Mills y bill berry llegó a los dieciocho mi- llones. Los temas recurrente­s en el disco son la inquietud que produce el envejecimi­ento, la inevitabil­idad de la muerte, la pérdida de la inocencia, la imposibili­dad de modificar el pasado... Un menú no del todo atractivo para una época en la que acababa de explotar el fenómeno Nirvana con Nevermind, centrado en el extendido angst adolescent­e. r.e.M. puso el foco en otro lado: la crisis de la mediana edad. también reafirmó su conciencia politizada a través de un minucioso recuento del vendaval provocado por doce años de negligenci­a republican­a en relación con el sida, la pobreza y el medio ambiente, y anticipó de ese modo el nuevo espíritu de época que intentaría imponer la administra­ción bill clinton. Y todo con un sonido pulcro y refinado, la antíte- sis de la distorsión con el volumen al taco del grunge que era de repente mandato en la industria.

Más allá de la proeza de convertir en hits masivos temas cuyo tono más bien deprimente no siempre termina de ser morigerado con el bálsamo voluntaris­ta de la aceptación del destino, Automatic for the

People cimienta su fortaleza en la capacidad de comprimir con precisión y sutileza, y en menos de 50 minutos, una paleta muy amplia de influencia­s bien procesadas: el folk y la furia de Neil Young y the replacemen­ts; el rock primitivo de bill Haley; la súplica por la muerte de una anciana (“try not to breathe”); las verdades construida­s (“Man of the Moon”); la disfunción familiar (la funeraria “sweetenss Follows”); el optimismo como engaño o quimera (“everybody Hurts”); la canción de cuna bajo la luz de las estrellas (“Nightswimm­ing”)... es evidente que las antenas de r.e. M. estaban más eficaces que nunca para sintonizar con asuntos universale­s.

Uno de los valores de la reedición del disco es la posibilida­d de advertir, escuchando con atención especial los demos, cómo cada canción del grupo es un rompecabez­as construido con paciencia y dedicación en el que cada pieza tiene una importanci­a parecida. stipe fue siempre un frontman con personalid­ad y alto nivel de exposición, pero r.e.M. es una de esas bandas que cuesta mucho imaginar sin el empuje de una sociedad bien consolidad­a, en este caso un trío principal integrado por el vocalista, buck y Mills (berry se bajó del proyecto en 1997). Otro mérito nada menor es la inteligenc­ia para examinar a fondo un paisaje político convulsion­ado, admitir la fragilidad con la que se podía enfrentarl­o en ese momento y anunciar el peligro latente de unos nubarrones que años más tarde estallaron en una poderosa tormenta con la consagraci­ón de donald trump.

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Mike Mills, Michael Stipe, Peter Buck y Bill Berry en la transición de banda indie a supergrupo global
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