LA NACION

Ricardo Bochini Holan le dio un Vuelco total al equipo

- Texto Jonathan Wiktor | Foto Mauro Alfieri

Ricardo Bochini entra en la sede de Independie­nte como quien lo hace a su feudo. Una estatua suya custodia el hall principal. Faltan pocos minutos para el mediodía y el futbolista más representa­tivo de la historia del club se cruza con un grupo de niños de primaria. “Bo, bo,

chini”, le cantan. Tienen entre ocho y nueve años. Ninguno de ellos lo vio jugar. Bochini no habla. Apenas sonríe de costado. Bochini, el artesano de la bola lenta, es una leyenda viviente.

–¿Ves a Independie­nte campeón de la Copa Sudamerica­na?

–Sin dudas. Le tengo fe porque hay un equipo que juega como a mí me gusta, que va para adelante y que respeta nuestra historia. Tampoco creo que vaya a ser fácil: Flamengo es un muy buen rival. Creo que no hay diferencia­s entre ambos equipos, no hay superiorid­ad de ninguno. Cada uno tiene un 50 por ciento de posibilida­des de ganar. La clave va a estar en lo que pase en este partido de ida, en Avellaneda.

–¿Cómo hay que jugarle a Flamengo?

–Hay que buscarlo. Junior lo atacó un poco en Brasil y lo lastimó. Independie­nte tiene que atacarlo acá y allá. Ante estos rivales tenés que jugar lo más lejos que puedas de tu arquero. Yo diría que, en lo posible, hay que tratar de repetir lo que se hizo en el primer tiempo de la vuelta con Libertad.

–¿Cuánto puede influir un estadio como el Maracaná en la revancha?

–Las canchas, para mí, son prácticame­nte todas iguales. Es cierto que a veces los árbitros son un poco localistas y que hay que tener cuidado con eso, pero no hay que darle demasiada importanci­a a lo que pase en las tribunas. Lo importante está en el campo de juego y, salvo algunos metros de diferencia, las canchas en su mayoría son iguales.

–¿Qué le falta a Independie­nte para levantarse totalmente como institució­n?

–Un título sería fundamenta­l. Ganar esta Sudamerica­na, sabiendo que está tan cerca, sería un gran paso para el club. De esa manera, se ratificarí­a todo lo bueno que se está haciendo.

–¿Cómo es Ariel Holan?

–Es un técnico para el estilo de Independie­nte. Respeta la historia y lo contagia a los jugadores. Es el fútbol que jugamos nosotros y que nos dio tanto resultado.

–¿Te consulta sobre fútbol?

–Sí, me pregunta mucho, me tiene en cuenta. Me identifico con su estilo. Decidí acercarme a Holan porque me gusta lo que propone. Si no, no lo habría hecho. Ya me pasó con Milito: a mí no me gustaba su estilo y en su momento lo dije. El suyo era un fútbol de tenencia, pero sin profundida­d, casi sin sentido. Tener la pelota es fácil, pero profundiza­r no. Y con Milito sólo se tenía la pelota.

–¿Se está recuperand­o la esencia del club?

–Se nota que el club está volviendo a las fuentes. La gente está entusiasma­da con lo que está pasando. Holan, en un año, le dio un vuelco total al equipo. Antes, con Milito, veníamos de perder por goleada contra Racing. La semana pasada, en cambio, ganamos el clásico de visitante, con uno menos y con varios suplentes.

–¿Cómo lo viviste?

–Con mucha alegría. Ganarle a Racing fue un buen empujón para llegar de la mejor manera a los últimos partidos de la Sudamerica­na. –Holan tiene ofertas del exterior y su contrato se termina a fin de mes. ¿Te preocupa que se pueda ir?

–Creo que va a seguir hasta que gane algo. Quiere mucho al club, está identifica­do. Eso es clave. Viene a conseguir la gloria que vio cuando era chico, como hincha.

–¿Qué le dirías?

–Que para irse al exterior todavía tiene tiempo. Y que en Independie­nte puede cumplir el sueño de toda su vida. Le tienen que ofrecer un buen contrato para que siga. Apostó por juveniles, como Bustos, y revalorizó a muchos jugadores, como Rigoni, Sánchez Miño, varios más.

–¿Sánchez Miño es tu debilidad?

–Sánchez Miño está para la selección. No hay un 3 tan inteligent­e como él, con tanto dominio. Aparte puede jugar de doble cinco. Es parecido a Cambiasso.

–¿Te gusta la selección argentina?

–No me gusta el estilo de Sampaoli. La Argentina no tiene jugadores como para poner una línea de tres defensores. Si te parás así, cualquier equipo, incluso de menor nivel, te puede lastimar. Y los más grandes te pueden aplastar. Regalás espacios. En cambio, con una línea de cuatro bien armada, un cinco paradito, y cinco arriba, la Argentina puede hacerle partido a cualquiera. Tenés a Messi, Agüero, Di María, ahora Pavón, Enzo Pérez. Cinco tipos que tienen que jugar.

–¿Qué te parece el grupo que le tocó en el sorteo?

–La Argentina tendría que clasificar­se. El tema son las llaves posteriore­s. Brasil, España, Alemania y Francia están muy bien y hoy nos podrían complicar.

–¿La Argentina es candidata a ganar el Mundial?

–Si juega con cuatro defensores, sí, totalmente. Ahora, si vos jugás con tres y les das espacios a tus rivales, cualquier pelotazo te puede complicar. Ojalá yo hubiese jugado contra un rival que se defendiera con tres. ¿Sabés la de pases que habría metido ahí? Antes tenías cuatro atrás, más el cinco, el ocho que volvía. Era difícil encontrar el pase filtrado.

–Igual te las arreglabas...

–Sí.

–¿Icardi o Higuaín?

–Higuaín, toda la vida. Icardi es un jugador pesado, que no tiene mucha técnica. El mejor 9 es Agüero. Después Higuaín. El otro que me gusta es este chico de Racing, Lautaro Martínez. Podría ser el tercer delantero para la lista del Mundial.

–Desde hace tiempo se juega casi sin enganche. ¿Hoy dónde creés que te pondrían?

–De enganche. Es el único lugar en el que podría jugar.

–¿Y de interior? Como Iniesta, más cerca del volante central.

–No, no podría. Para ser interior necesitás mucho recorrido. Si hoy estuviera en la selección, con dos delanteros y Messi, me cansaría de dar asistencia­s.

–¿En qué equipo de la historia te habría gustado jugar?

–En el Barcelona de Guardiola. Salvando las distancias, nuestro Independie­nte era parecido. Sólo nos faltaba un nueve tipo Luis Suárez, de selección.

–¿Te quedó la deuda pendiente de jugar en otro club?

–De la Argentina, no. De afuera, puede ser. Por el idioma, me habría gustado jugar en España.

–¿Nunca te llamaron?

–Una vez me llamó uno que se hacía el empresario y me ofreció ir a Sevilla. Pero en ese momento era mejor quedarme. Hoy en Independie­nte habría jugado seis meses, a lo sumo un año: me habrían comprado muy rápido.

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