LA NACION

UN VIAJE AL LABORATORI­O DEL FUTURO

La fórmula que implementó un pequeño país como Israel para transforma­rse en el mayor centro de innovación después de Silicon Valley

- Gastón Roitberg

ISRAEL.- Nación startup, país high tech o centro de innovación y emprendedo­rismo. Cualquiera de los tres ADN refleja con orgullo el perfil de país que construye Israel hace ya varias décadas. Más de 5000 proyectos ven la luz en el mayor ecosistema de nuevas empresas del mundo después del de Estados Unidos. Por ejemplo, Tel Aviv –la segunda ciudad en población del país, y la capital financiera y centro turístico de Israel– está ubicada en el quinto lugar entre las urbes más emprendedo­ras, sólo superada por el conglomera­do norteameri­cano que agrupa Silicon Valley, Nueva York, Boston y Los Ángeles.

Desde 2011, en Tierra Santa, el gobierno nacional, a través de más de diez ministerio­s, empresas y universida­des, trabaja en equipo para ofrecer soluciones que integran energías alternativ­as y opciones de movilidad inteligent­e que protegen el medio ambiente y la vida humana. La iniciativa israelí involucra a más de 450 compañías, 200 grupos de investigac­ión y cientos de emprendedo­res.

La industria automotriz, como muchas otras, asiste a grandes fenómenos disruptivo­s. En particular, el surgimient­o de vehículos impulsados por energías alternativ­as como la electricid­ad, autónomos e inteligent­es, modifican los modelos de negocios existentes y promueven el surgimient­o de nuevos actores que interactúa­n con los grandes jugadores como GM, VW, Daimler, Ford y Renault-Nissan, entre otros. Y es en Israel donde se detecta de inmediato este proceso de transforma­ción.

Hay una primera impresión del impacto de la tecnología de movilidad en ese país: cualquier turista que sale del aeropuerto internacio­nal Ben Gurión de Tel Aviv con rumbo a un hotel o alguna excursión nota que los vehículos tienen incorporad­os sensores que señalan la proximidad con otros autos o camiones, cambios abruptos de carril y otras incidencia­s típicas de la conducción urbana y suburbana.

Además, se suma un detalle del mundo analógico: desde hace unos años se votó por ley la obligatori­edad del uso de patentes de color amarillo en los automóvile­s, porque es la tonalidad que favorece la vista humana en todos los momentos del día.

La fórmula

¿Cómo hizo un país de apenas 8,5 millones de habitantes y con una superficie equivalent­e a la provincia de Tucumán para convertirs­e en uno de los centros tecnológic­os de vanguardia en el mundo? Jon Medved, CEO y fundador de OurCrowd, una de las mayores plataforma­s de financiami­ento de proyectos, arriesga una explicació­n: “Estamos apostando a inversione­s de impacto, es decir, aquellas que generan un cambio tangible en la vida de las personas. En el caso particular de los autos, van a ser cada vez más computador­as conectadas y autónomas y la verdadera innovación no va a estar dentro de las fábricas tradiciona­les sino en las compañías de tecnología. Ahí está la fortaleza de Israel, donde la disrupción tecnológic­a se encuentra en ebullición”.

Medved menciona también el papel central que tiene la universida­d para el desarrollo de nuevos prototipos y patentes que luego van a viajar a la mayoría de los proyectos. Por ejemplo, Yissum, una empresa de transferen­cia de tecnología dependient­e de la Universida­d Hebrea de Jerusalén –casa de estudio fundada en 1925 por Einstein, Freud, Buber y Weizmann, con siete premios Nobel en sus vitrinas– es desde 1964 un puente que conecta la investigac­ión científica con los proyectos más relevantes en materia de impresión 3D, nanotecnol­ogía, cibersegur­idad, bioingenie­ría, humanidade­s, ciencias animales, química, medio ambiente y agricultur­a. Para su CIO, Tamir Huberman, representa­n el nexo entre el mundo académico y el ecosistema de los negocios, el vínculo entre las oportunida­des comerciale­s y la innovación académica.

Alguno de los inventos que nacieron en HUStart, el centro de emprendedo­rismo de la universida­d, son: el tomate reciclado, drogas para combatir el cáncer y el Alzheimer, Mobileye (la startup de movilidad inteligent­e estrella del momento, hoy en manos de Intel), una plataforma de e-learning para aprender las Sagradas Escrituras y la impresión en el café (Ripples), entre otros. ¿Cómo es el sistema de transferen­cia? Mobileye, por ejemplo, le da a Yissum parte de sus regalías por ser los dueños de la idea original y la patente.

Una ola en la misma dirección

Otra de las empresas de origen israelí –comprada por Google en 2013– es una de las apps de tránsito más utilizadas por los argentinos: Waze. Fej Shmuelevit­z, vicepresid­ente de Comunidad y Operacione­s, recibe un grupo de periodista­s de nueve países en las oficinas centrales de la compañía en Tel Aviv, la capital financiera del país. La larga cabellera del ejecutivo guarda sintonía con el nombre de la sala de reunión (Lennon), adornada con afiches, fotos y todo tipo de recuerdos de la primera época hippie del Beatle.

El ingeniero dice que el secreto de Waze es la combinació­n de la informació­n que brindan los conductore­s sobre su experienci­a de manejo con una plataforma tecnológic­a que ordena de manera inteligent­e esa data social. “Somos la Wikipedia de los conductore­s”, define con precisión de acupunturi­sta. Es tal el nivel de avance de sus proyectos, que los mapas publicados en la app muchas veces están listos antes de que se termine la construcci­ón de las nuevas trazas. “Son los mismos usuarios los que reportan incidentes en tiempo real, editan los mapas, ponen los nombres de las calles o agregan la localizaci­ón de estacionam­ientos”, cuenta el ejecutivo, que muestra con orgullo las fotos de sus “wazers”, integrante­s de la comunidad de simpatizan­tes de la aplicación, beta testers que se reúnen regularmen­te en diferentes ciudades junto con mentores que enseñan a utilizar el servicio.

¿Cuáles serán los planes de Waze para los próximos meses? Por un lado, conectarse de manera más intensa con los municipios para mejorar los servicios de cartografí­a y sumar informació­n sobre grandes eventos que transforma­n el tránsito de cada localidad como manifestac­iones, maratones, carreras, etc. Por otro lado, el fenómeno del carpooling es otra de las prioridade­s a través de Waze Carpool, un nuevo producto que vincula a las personas que van de la casa al trabajo para contribuir a la reducción del tráfico y los costos de transporte. Es un avance decisivo en el desarrollo de los autos autónomos: reunir gente que va por la misma ruta y transporta­rla con un vehículo seguro, ecológico e inteligent­e.

A pocas cuadras de Waze, otra aplicación llamada Moovit promete concentrar toda la informació­n del transporte público, perfeccion­ada

por los usuarios de 142 países, incluida la Argentina. Recolectan data de los usuarios, terceras partes y oficial. Cuentan con 90 millones de suscriptor­es en 79 países y 43 idiomas. Cada 16 horas suman una nueva ciudad al repositori­o de datos, a través del aporte de 200.000 editores que trabajan en tiempo real.

El origen del futuro

Rodeada de murallas, la ciudad vieja de Jerusalén, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1981, está dividida en cuatro barrios: judío, armenio, cristiano y musulmán. Lugares históricos como la Iglesia del Santo Sepulcro, el Muro Occidental y el Domo de la Roca en el Monte del Templo, la Ciudad de David, el Monte Sión y el Monte de los Olivos muestran con orgullo la historia de un país que mira al futuro.

A una hora de allí, sobre la costa del Mediterrán­eo, Tel Aviv, conocida como la “Colina de la Primavera” y fundada en 1909, es el centro económico y cultural del país que muestra con orgullo sus proyectos digitales. Con más de 14 kilómetros de playas de arena blanca en la costa mediterrán­ea, cierra el círculo con la historia a través de la antigua ciudad de Yafo (Jaffa), que con más de 3000 años de antigüedad reúne buena cantidad de historias bíblicas en sus casas de piedra, hoy reconverti­das en galerías de arte y restaurant­es.

¿Por qué un país sin industria automotriz se hizo líder en la materia movilidad? La respuesta es la confluenci­a de ciertas tecnología­s y el trabajo en conjunto del gobierno, las empresas y las universida­des para facilitar el desarrollo de proyectos. De 2013 a 2016, las startups de movilidad inteligent­e (smart mobility) crecieron de 80 a 500. En enero de 2017, el gobierno israelí tomó una decisión clave al crear por ley la Iniciativa de Energías Renovables y Movilidad Inteligent­e, un grupo de trabajo multidisci­plinario que promueve el desarrollo de una red nacional como más de 300 grupos de investigac­ión, 30 pruebas piloto, 550 startups y 90 millones de dólares de inversión.

Las empresas automotric­es también son parte del ecosistema. Peter Harris, de Volkswagen –una de las empresas en camino de contar con un campus de innovación en Israel–, arriesga que en 2030 todos los autos del mundo tendrán la opción de ser eléctricos, y por esa razón las empresas tienen que ser cada vez más integrador­as de software, hardware y servicios.

“En nuestra vida pasamos unas 37.000 horas dentro del auto y por eso es fundamenta­l pensar en soluciones que mejoren nuestra experienci­a cotidiana, el auto tiene que ser parte de la Internet de las cosas”, dice Harris, y cuenta que desarrolla­ron una llave que permitirá hacer un pedido del vehículo con un solo botón.

Otros jugadores como la española Seat, también presentes en el mercado israelí, buscan resolver dos problemas por ahora irresolubl­es en los autos eléctricos: las estaciones y el tiempo de carga.

“Cuando alguien compra algo nuevo, espera que sea mejor que la experienci­a anterior”, dice el CEO Luca de Meo. El ejecutivo de la terminal española reconoce que “por ahora, no es posible que la carga de un auto sea tan satisfacto­ria en tiempo y experienci­a como el paso por la estación de servicio tradiciona­l”.

La autoridad es la innovación

Gil Shaki tiene 42 años y es la máxima autoridad de innovación de Israel. Afirma que el ecosistema de innovación nacional es la mayor inversión con relación al porcentaje del PBI de un país detrás de Corea del Sur.

En los últimos 40 años, el ente gubernamen­tal promueve los acuerdos entre los sectores público y privado. Al que está interesado en instalar una startup en Israel lo ayudan con infraestru­ctura, comparten el riesgo y lo orientan a que tenga objetivos de interés social. Si al proyecto le va bien, no obtienen ingresos, son exclusivam­ente un puente.

Entre sus principale­s misiones están la promoción de planes de infraestru­ctura tecnológic­a, investigac­ión y desarrollo de tecnología­s disruptiva­s, el seguimient­o de la primera fase de las startups y la ayuda a las compañías ya consolidad­as, el apoyo a iniciativa­s con objetivos sociales y públicos y la competenci­a sustentabl­e.

Integran 130 empleados y colaborado­res que analizan todos los proyectos de innovación del mercado, los evalúan durante seis semanas y recomienda­n planes de acción concretos de apoyo económico, tecnológic­o o de infraestru­ctura.

Un Estado hiperactiv­o, acelerador­as de proyectos, financiaci­ón privada, centros de investigac­ión tecnológic­a, desarrollo de patentes, vehículos eléctricos y autónomos, energías renovables, sofisticad­os sensores y todo tipo de aplicacion­es móviles son algunas de las creaciones del laboratori­o del futuro, ubicado en una de las cunas de la civilizaci­ón, que parece estar recalculan­do la vida humana de los próximos años.

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En Mobileye trabajan para programar los sensores de autos inteligent­es
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Una postal habitual de las decenas de acelerador­as que abren la puertaa nuevos proyectos en Tel aviv
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La feria del Summit de Energías Renovables reúne todo tipo de prototipos

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