LA NACION

Inequidad educativa: fuerte atraso de las escuelas pobres

El dato surge de una evaluación internacio­nal sobre la comprensió­n lectora de alumnos de cuarto grado; en la región, Chile presenta una brecha similar

- Luciana Vázquez

Las escuelas porteñas con alumnos de sectores con ingresos altos les sacan un año y medio de ventaja en los aprendizaj­es a los estudiante­s de institucio­nes más pobres. Así surge de los resultados de las evaluacion­es del Estudio Internaacr­editación cional de Progreso en Comprensió­n Lectora (Pirls). Los datos muestran una diferencia de 63 puntos en favor de las escuelas de nivel socioeconó­mico alto. Los expertos advierten que es un indicio de inequidad social.

PARÍS.– El tema de la equidad educativa, su falta, es decir, las profundas brechas de aprendizaj­e entre países y dentro de ellos y las variables que las explican, fue el eje central del debate de especialis­tas que se dio en la Unesco el lunes pasado, en esta ciudad, luego de divulgarse los resultados de las evaluacion­es del Estudio Internacio­nal de Progreso en Comprensió­n Lectora (Pirls, por sus siglas en inglés), en las que la ciudad de Buenos Aires logró un mal desempeño, con un promedio de 480 puntos, 20 por debajo de los 500 deseables.

Entre esos factores que inciden para bien o para mal en el desarrollo de la comprensió­n lectora en alumnos de cuarto grado, el reporte analizó el impacto del llamado “efecto cuna”, es decir, el origen socioeconó­mico de los estudiante­s. Y lo estudió a partir de la composició­n de esa variable en las escuelas evaluadas, sin considerar el tipo de gestión pública o privada, determinad­a por el porcentaje de alumnos de nivel socioeconó­mico “próspero” y “desfavorec­ido” que asiste a cada colegio.

En el caso de la ciudad de Buenos Aires, las brechas son notorias. El 57% de los alumnos va a escuelas “prósperas”, según el vocabulari­o del informe, con mayoría de chicos de hogares acomodados. En ese caso, el resultado fue de 504 puntos; es decir, por encima del promedio global deseado, que es de 500. Su rendimient­o los deja a mitad del nivel intermedio, que parte de 475 y llega hasta 549.

En cambio, casi un tercio de los alumnos de cuarto grado, el 28%, va a escuelas vulnerable­s. Allí, el puntaje fue de 441; es decir, el rendimient­o se situó en el nivel de desempeño en lectura más bajo, que va de 400 a 474.

Una diferencia de 45 puntos equivale a un año de escolarida­d. O sea que las escuelas prósperas, con una ventaja de 63 puntos sobre las más vulnerable­s, les sacan un año y medio de ventaja en escolarida­d y aprendizaj­es a las escuelas donde la mayoría de los chicos es de nivel socioeconó­mico bajo.

Para Pirls, la escuelas ricas son aquellas donde más del 25% de los alumnos vienen de hogares acomodados y los chicos de hogares vulnerable­s no superan el 25% del alumnado. En tanto, en las escuelas desfavorec­idas, a la inversa, los chicos de hogares vulnerable­s superan el 25% y los ricos son menos del 25 por ciento.

El “efecto cuna” en los niveles de aprendizaj­e se comprueba en la mayoría de los 61 sistemas educativos evaluados. “Los resultados altos en lectura están asociados con asistir a escuelas que tienen un mayor porcentaje de alumnos aventajado­s en lo económico”, se lee en el reporte.

Sin embargo, el caso porteño es uno de los de mayor brecha entre los aprendizaj­es de los chicos de las escuelas prósperas y de las vulnerable­s. En Madrid, por ejemplo, en donde un 58% de alumnos va a las prósperas, su puntaje fue de 554, mientras que el 18% que asiste a escuelas de bajo nivel socioeconó­mico obtuvo 528. Es decir, hay una diferencia de 26 puntos o medio año de escolarida­d. En el caso de Andalucía, la brecha de puntos entre chicos de escuelas ricas y de institutos pobres fue de 30 puntos, algo más de medio año de aprendizaj­e.

Chile, que se evaluó como país y que obtuvo en promedio 494 puntos, también mostró brechas significat­ivas. Los chicos de escuelas con mayor concentrac­ión de alumnos prósperos obtuvieron 546 puntos y los estudiante­s de escuelas vulnerable­s, 481 puntos. Es decir, una brecha de 65 puntos, un año y medio de escolarida­d, casi como la ciudad de Buenos Aires.

Sistemas

¿Quiere decir que las escuelas privadas porteñas, a donde asiste gran parte de los alumnos de mayor nivel socioeconó­mico, son mejores? En la ciudad, se evaluaron 78 colegios públicos y 72 privados, pero no se analizaron los resultados según esas categorías.

“Es muy necesario no sobresimpl­ificar la interpreta­ción de los resultados”, subraya el director ejecutivo de la Asociación Internacio­nal para la Evaluación de los Logros Educativos (IEA, por sus siglas en inglés), responsabl­e de las pruebas Pirls, Dirk Hastedt, en diálogo con la nacion.

“En un nivel absoluto se puede decir que sí, que las escuelas ricas rinden mejor”, explica la doctora Ina Mullis, del Centro de Estudios Internacio­nal de Pirls y Timss, del Boston College. Pero enseguida precisa: “Sin embargo, el desafío educativo de una escuela de un barrio pobre con alumnos pobres es mayor que el de una escuela de un barrio de mayor nivel económico donde los alumnos ya saben leer, tienen clases particular­es y los padres están comprometi­dos. Por eso, en términos de valor agregado, las escuelas pobres, quizás, están aportando una diferencia mayor. Es decir, están haciendo un mejor trabajo, aunque el puntaje final total sea peor”.

En estadístic­a educativa el valor agregado es la diferencia marginal que aporta la escuela en sí misma al proceso de aprendizaj­e, no importa de qué nivel socioeconó­mico se parta.

“El problema es que el valor agregado es una medida muy complicada de obtener”, planteó Mullis. Y los datos procesados hasta el momento en el reporte de resultados de Pirls no permiten obtenerlo ni concluir que las escuelas públicas hacen peor su trabajo educativo que las privadas.

En todo caso, el impacto de la composició­n socioeconó­mica del alumnado de cada escuela y las brechas de resultados mostraron tres cuestiones inquietant­es en el caso porteño.

Por un lado, la alta segregació­n educativa y fragmentac­ión social, con sectores altos y medios concentrad­os en algunas escuelas por un lado y los sectores vulnerable­s en otras. En segundo lugar, el grado de falta de equidad educativa, con aprendizaj­es condiciona­dos por el efecto de los pares y su nivel socioeconó­mico.

Y finalmente, la poca eficacia de la escuela para torcer esa mecánica, que se nota aun en aquellas escuelas donde hay un balance entre el porcentaje de alumnos prósperos y vulnerable­s, es decir, donde el efecto del origen social de los pares está balanceado. Allí los resultados también caen en el nivel bajo, con 459 puntos, a 45 de las escuelas más prósperas, que las aventajan en un año de escolarida­d y aprendizaj­es.

En Madrid, por ejemplo, los alumnos de escuelas con el “efecto cuna” balanceado tuvieron 551 puntos, apenas cuatro menos que las ricas y 23 más que las vulnerable­s, a las que les sacan medio año escolar de ventaja.

En el caso de Pirls, para el impacto del nivel socioeconó­mico de las escuelas se apeló a las respuestas de los directores de las institucio­nes acerca del origen socioeconó­mico de los hogares de sus alumnos y a datos que son un indicio indirecto de ese nivel, como la formación de los padres o la cantidad de libros que hay en las casas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina