LA NACION

El chavismo amplía el uso de un carnet social como herramient­a de control

venezuela. Millones de personas se anotaron ayer para tener el carnet de la patria, requisito para recibir subsidios y para votar

- Daniel Lozano

CARACAS.– La clase media venezolana, empobrecid­a por la voraz crisis económica y social, se ha puesto a hacer un cola jamás imaginada, de la que renegaron desde el primer momento: la del carnet de la patria. Más de 16 millones de ciudadanos, de los casi 30 que pueblan el país, figuran ya como poseedores de este documento puesto en marcha hace un año. Se trata de un mecanismo para el control y registro de las ayudas sociales del chavismo, que también ha pasado a ser la forma de pago de las cajas de comida CLAP, adaptación bolivarian­a de la libreta de racionamie­nto cubana.

ONG de derechos humanos y la oposición avisaron desde el primer momento: la decisión presidenci­al esconde una herramient­a de control social, político e incluso electoral. “De ahora en adelante todo se hará a partir de este carnet”, confirmó Nicolás Maduro el domingo pasado. El presidente también insistió en que para votar pasado mañana en los comicios municipale­s los ciudadanos tenían que pasar lista con

su carnet de la patria en los “puntos rojos”, controles revolucion­arios a las puertas de los centros electorale­s. Jorge Rodríguez, todopodero­so ministro de Comunicaci­ón, añadió que para recibir medicament­os también son necesarios la receta y el carnet de la patria.

Una ola de rumores y verdades despegó en paralelo a los “operativos de carnetizac­ión”, ya muy concurrido­s previament­e y que se masificaro­n en los últimos días. Sin el documento no habría bono navideño de medio millón de bolívares (equivalent­e a cinco dólares en el mercado paralelo). Tampoco las hallacas socialista­s ni el pernil de Maduro, las comidas navideñas más tradiciona­les. Hasta para sacar dinero del banco, hacer una gestión estatal o comprar comida en un supermerca­do hará falta el carnet en el futuro, insinúan dirigentes oficialist­as y avisan las voces de la calle.

“Una que pensaba que en revolución para recibir comida lo único que hacía falta era tener hambre y para recibir medicament­os, estar enfermo. Pero no, a alguien se le ocurrió un carnet de la patria para listar en el cuaderno del partido a

los necesitado­s”, criticó Gabriela del Mar, ex defensora del pueblo y chavista disidente.

“Es una estrategia para arreciar el chantaje político”, dijo la diputada Mariela Magallanes. “La administra­ción de la miseria se ha convertido en política de Estado”, sentenció.

Siguiendo esa fórmula tan chavista de dar ejemplo lo antes posible, a Mariela Garrido, enferma de psoriasis, le exigieron ayer el carnet en el hospital de Vargas para continuar un tratamient­o que ha dejado de recibir hace dos meses. El Parlamento recogió casos parecidos.

“¿Por qué estoy en esta cola? Tengo desviada la columna y me toca hacer nuevos exámenes, que están muy caros menos en el CDI (centro asistido por médicos cubanos y personal nacional). Todos me dicen que si voy allí sin el carnet no me van a atender”, explicó a William Martínez, de la nacion 68 años, tras dos horas de espera en el Ministerio de Educación. Al menos Liz Tineo, con 81 años, pudo saltarse la cola en el mismo sitio. Su mala suerte fue que el sistema informátic­o se cayó cuando llegaba su turno.

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Reuters Maduro, con un lingote de oro durante un encuentro con el sector minero

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