LA NACION

Cristina critica al Gobierno y al juez, pero debería estarles agradecida

- el pulso político Fernando Laborda

Es comprensib­le el silencio del presidente Mauricio Macri tras la orden de prisión preventiva para Cristina Kirchner y el pedido de desafuero al Senado por parte del juez Claudio Bonadio. La respuesta de la Casa Rosada ante los incesantes requerimie­ntos periodísti­cos puede sintetizar­se en un mensaje que apunta a poner las institucio­nes por encima de cualquier especulaci­ón política: “Es un tema que debe resolver el Senado y no el Poder Ejecutivo”. Pero lo cierto es que el Senado ya tiene resuelta la cuestión: prevalecer­á la doctrina que ha enunciado el justiciali­sta Miguel Pichetto, según la cual sólo los senadores con condena firme deben sufrir el desafuero. Es una regla de la que recienteme­nte se apartó la Cámara de Diputados, al soltarle la mano a Julio De Vido, por impulso de la coalición oficialist­a Cambiemos. Pero, frente a la decisión que deberá tomar la Cámara alta sobre la ex presidenta de la Nación, el Gobierno estaría más tranquilo si la doctrina Pichetto siguiese en pie.

Altos funcionari­os de la Casa Rosada consideran desde hace tiempo que “meterla presa a Cristina sin un proceso impecable sólo ayudaría a victimizar­la y a alimentar una máquina vengativa”.

Hay también considerac­iones electorali­stas detrás de la tranquilid­ad que le daría al gobierno de Macri el hecho de que la ex mandataria no quede detenida. Con Cristina activa políticame­nte, Cambiemos impulsó la polarizaci­ón electoral y sumó votos respecto de la primera vuelta de 2015. Y, en adelante, la presencia de Cristina ayudaría a obstaculiz­ar el proceso de renovación del peronismo de cara a los comicios presidenci­ales de 2019. Hasta hay quienes, para entonces, sueñan en el oficialism­o con una competenci­a por la primera magistratu­ra entre Macri y una Cristina multiproce­sada, pero sin condena firme.

Si se sigue la doctrina Pichetto, Cristina podría seguir en el Senado hasta que la Corte la condenara definitiva­mente, algo que podría tardar muchos años. Y según la doctrina del máximo tribunal aplicada recienteme­nte con Carlos Menem, hasta podría darse el lujo de ser candidata presidenci­al con alguna que otra condena de primera o segunda instancia a cuestas. A menos que el Congreso sancione una ley electoral que disponga que alguien con prisión preventiva o condenado con sentencia no firme no pueda, en adelante, postularse a cargos electivos.

Mientras en el Gobierno no son pocos los preocupado­s para que no vaya presa, Cristina Kirchner retomó el mismo argumento que usaron De Vido y Amado Boudou: hay una persecució­n inédita y un hostigamie­nto para terminar con la oposición. Y denunció que todo es una cortina de humo para tapar los proyectos de reforma laboral y previsiona­l. “Macri es el director de la orquesta y Bonadio el ejecutor de la partitura judicial”, expresó.

En el fondo, Cristina debería estarle agradecida al juez, que esperó a que se convirtier­a en senadora para ordenar una detención que no se producirá. Y también a Macri.

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