Desarrollan un test rápido, preciso y económico para detectar el Parkinson
Es una prueba lingüística basada en la lectura de una historia con alta cantidad de verbos de movimiento; tiene un 84% de precisión
En el siglo XVI, Descartes creía que la mente y el cuerpo eran entidades separadas, algo que las actuales neurociencias refutan ampliamente. Dos trabajos publicados por científicos argentinos no sólo vuelven a sumar evidencias que rebaten esa idea, sino que permitieron diseñar una novedosa prueba para la caracterización temprana de la enfermedad de Parkinson basada en textos narrativos.
El equipo encabezado por Adolfo García y Agustín Ibáñez, del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (Incyt, de triple dependencia: Conicet-Ineco-Fundación Favaloro), partió de la idea de que la relación entre el lenguaje que alude al movimiento y los circuitos motores puede ser tan íntima que puede ofrecer claves respecto del nivel de deterioro cognitivo en pacientes con patologías motoras.
“Está bien establecido que si uno escucha la palabra «saltar», de modo aislado, se activan sus áreas motoras como si en efecto saltara –explica García–. Pero cuando investigamos esos temas nos encontramos con una limitación: intentamos explicar cómo funciona la cognición humana en condiciones que sólo existen en el laboratorio. Por ejemplo, le presentamos al sujeto 200 palabras sueltas y le pedimos que presione un botón cada vez que ve una con determinada característica. Eso es totalmente diferente de lo que ocurre en la vida real. Entonces, ¿hasta qué punto lo que vamos descubriendo nos dice verdaderamente cómo opera la cognición en contextos más naturales?”.
El problema es que cuando intentan usar textos más “naturales”, los investigadores se encuentran con que ya no pueden controlar todas las variables. Para sortear ese obstáculo, decidieron preparar historias (una con alta cantidad de verbos de movimiento y otra neutra) que parecen comunes y corrientes, pero que en realidad están perfectamente controladas de acuerdo con más de 20 variables (cantidad de oraciones, factores léxicos, legibilidad y contenido emocional, entre otras).
Luego, les pidieron a dos grupos
de pacientes con Parkinson (16 con deterioro cognitivo leve y su grupo control, y 24 sin deterioro cognitivo, también con su grupo control) que leyeran los textos y respondieran un cuestionario. El resultado fue notable: “En los pacientes del primer grupo sólo las dificultades para comprender las acciones de los personajes fueron independientes de su nivel de disfunción cognitiva general –precisa García–. Y el hallazgo principal fue que en los que no presentaban deterioro cognitivo surgieron déficits selectivos en la comprensión de las acciones descriptas en el texto motor. La precisión de esta prueba rondó el 84%.”
Según explica el científico, esto
permite pensar que el lenguaje de acción podría constituir un marcador temprano de una afectación motora, como las que caracterizan al Parkinson o la enfermedad de Huntington.
Ibáñez va aún más allá: “Si esto se replica, con 15 o 30 minutos de evaluación por Internet podría hacerse un testeo masivo con una tremenda tasa de predictibilidad. No es invasivo, es supersencillo, no tiene costo...”, imagina.
Para el doctor Federico Micheli, profesor de Neurología de la UBA y director del Centro de Parkinson y Trastornos del Movimiento, que no participó en la investigación: “Si esto se confirma, podría ser útil, especialmente para un grupo de pacientes. El Parkinson empieza años antes de los síntomas motores. El interés que puede tener este tipo de pruebas es que nos permitirán «pescar los síntomas» lo antes posible. Sin embargo, pienso que va a ser muy difícil detectar el Parkinson nada más que con una prueba para el deterioro cognitivo”.
El trabajo acaba de publicarse en la revista Cortex (https://doi:10.1016/j. cortex.2017.07.003). Ahora, García e Ibáñez están extendiendo esta línea de investigación porque se requieren más estudios que repliquen y precisen los hallazgos actuales.