LA NACION

Una idiosincra­sia reflejada en las acciones del club

Hindú utilizó a 46 jugadores en sus 33 partidos de la temporada, siempre disponiend­o lo mejor que tenía

- Alejo Miranda

H indú comenzó la temporada el 18 de marzo con una caída por 29-24 ante Tucumán Rugby por el Nacional de Clubes en Yerba Buena. La cerró el 11 de noviembre en la final del Top 12 de la URBA contra Alumni en el CASI. De aquel equipo inicial al del último día, repitió apenas cuatro jugadores. Ocho, nada más, estuvieron en las dos finales. En los 33 compromiso­s que abarcó su temporada, por la primera división pasaron 46 jugadores. Más de tres equipos completos.

Analizado de manera aislada, esto no es más que números fríos, pero en realidad dota de sustancia a lo que pregonan los protagonis­tas sobre la idiosincra­sia de Hindú: es un club que se mantiene en la cima porque priman las formas por sobre los resultados, porque importa la persona antes que el jugador, porque el discurso está sostenido por las acciones, además de por el inconmensu­rable talento que reina en el plantel y el hambre de gloria que emana cada vez que pisa la cancha.

Solamente Lautaro Bávaro, Nicolás Guisasola, Juan Ignacio Martínez Sosa y Augusto Faraone fueron titulares en el debut y en el cierre, y solamente Joaquín Díaz Bonilla, Severiano Escobio, Hernán Senillosa, Bautista Álvarez, Santiago Fernández, Bávaro, Guisasola y Faraone estuvieron desde el inicio en los dos encuentros definitori­os. En el medio hubo retiros, regresos, suspension­es, lesiones y convocator­ias para selecciona­dos varios. El recambio, entonces, resultó fundamenta­l.

Cuando muchos clubes apostaron a rotar jugadores en el Nacional de Clubes, Hindú puso siempre lo mejor que tenía disponible. Casi le salió caro, ya que a llegó a estar sexto en la URBA y a dos fechas del final de la etapa regular del Top 12 no estaba entre los cuatro mejores, pero se recuperó a tiempo y terminó en lo más alto.

“Después del partido contra el CASI [derrota por 23-22 en la 17ª fecha] hubo una autocrític­a fuerte entre los jugadores y cada cual pasó a tomar protagonis­mo desde el lugar que le tocaba”, cuenta Juan Fernández Miranda. “Nosotros solamente teníamos que acompañar esas ganas, esa fuerza que salía del equipo. Y fue espectacul­ar, porque sentíamos que el equipo estaba fresco de la cabeza y en lo físico, por más que no había margen de error”, detalla el director técnico, un histórico de la entidad de Don Torcuato.

Hindú no tiene un plantel superior corto, pero tampoco cuenta con la prominenci­a de jugadores como la que ostentan el SIC, La Plata, CUBA y el CASI. Eso le da aun más valor a esta doble consagraci­ón, en el marco del año más exigente del que se tenga memoria en el rugby amateur. La extensión del calendario y la superposic­ión con los partidos de los distintos selecciona­dos ya son un tema aparte, pendiente de revisión.

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